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Noventa años. Y doce autobiografías. Y una fortuna personal que asciende a los 50 millones de dólares. Y 60 películas a sus espaldas. Y cinco maridos (y otros muchos amores). Y un Globo de Oro y una Estrella de la Fama tras 194 capítulos derrochando glamour y estrategias maléficas en la serie que la convirtió en un mito de la pequeña pantalla en los 80 —cuando ya lo había sido de los péplums de romanos en la grande— y en la mujer más odiada de las colinas de Hollywood. Joan Collins , la pérfida Alexis Carrington de Dinastía, ha vuelto a soplar las velas de su tarta de cumpleaños y, a vista de las imágenes, ha hecho un pacto con el diablo, porque no se puede estar más espléndida.
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La diva, que ha encadenado maridos y amores, pero también abusos y tragedias, se mantiene en activo y baraja proyectos en televisión
Trabajadora incansable —aún sigue en activo en producciones como American Horror Story— y leyenda viviente del cine, Joan Collins protagonizó su primera portada cuando tenía tan solo 18 años. Descubierta para el cine por Howard Hawks, que le regaló el estrellato con Tierra de faraones, la actriz se ha caracterizado siempre por ser una mujer desprejuiciada, libre y adelantada a su tiempo, que ostenta hoy los títulos de Oficial y Dama de la Orden del Imperio Británico y del “mejor escote del cine”, según su fan número uno, el Rey Carlos III.
En 1983, Joan Collins ganó el Globo de Oro por su papel de Alexis Carrington, en Dinastía. La malvada de una de las series más vistas de todos los tiempos mostró su “flema británica” y humor negro durante la ceremonia de premiación (a la que llegó acompañada por su tercer esposo, Ronald S. Kass, y su hija mayor, Tara Newley). Desde el estrado del Beverly Hilton Hotel, en Beverly Hills, dedicó y agradeció el premio a Sofía Loren (quien, por cierto, es otra de las memorias vivas del Hollywood dorado). La razón era simple: la bellísima italiana había rechazado el papel que se convirtió en un parteaguas en la carrera de Joan Collins, ciertamente en declive allá por los ochenta. Pero las estilosas pamelas de Alexis y su maldad sin parangón la catapultaron al Olimpo de las malvadas más inmortales de la pequeña y de la gran pantallas. Sin embargo, a nadie se le puede olvidar que Joan Collins se metió de lleno en la piel de Alexis Carrington en plena madurez vital y actoral (llegó a los cincuenta años en los rodajes de Dinastía, la serie que se coló en millones de hogares en los ochenta a lo largo de ocho temporadas —194 capítulos— y que, en 1991, con todo el bombo y platillo, regresó a la pequeña pantalla con dos capítulos más. Una de las frases más célebres de Alexis, alter ego de Joan Collins, fue la siguiente: “Un matrimonio puede no durar, pero una exesposa es para siempre”. Y ella, amén de examante (cifra cuantiosa y que una dama no debería propagar), ostentó el título de exmujer hasta en cuatro ocasiones.
La “vida loca” de Joan Collins contada por ella misma
Franca, directa y vital. Pudo equivocarse una y mil veces, pero paladeó y paladea la vida con pícara alegría. Según contó en uno de sus libros autobiográficos, Pasado imperfecto: “Nací en una maternidad de Bayswater, en la zona norte de Londres un 23 de mayo, en un momento ubicado entre el final de la Gran Depresión y el comienzo de la guerra. “Una mujer que revela su edad puede revelar cualquier cosa”. Eso dijo Oscar Wilde. Y yo estoy de acuerdo con él”. A pesar de sus cuidados, se sabe que nació en 1933 y que cuando tenía diecisiete años su vida cambió, porque se cruzó en ella, Maxwell Reed, un actor de medio pelo, un sádico sin ambages, que, según relató ella misma, la forzó y violó tras suministrarle droga en la bebida. A pesar de este funesto antecedente, ella, contra la opinión de sus padres, se casó con él y fue desdichada. La gota que colmó el vaso de sus desgracias fue el pretendido empeño del tal Reed de venderla a un jeque árabe por 10,000 dólares. Sin duda, la realidad supera la ficción más rocambolesca que haya. Sin embargo, y no lo ha ocultado jamás, Joan Collins nunca fue una perita en dulce, ni una víctima inocente. Disfrutaba seduciendo hombres guapos. Entre sus amoríos más sonados, el que protagonizó con Warren Beatty. Y como Joan Collins nunca ha tenido pelos en la lengua llegó a contar las grandes obsesiones del actor: “Hablar por teléfono y hacer el amor, muchas veces al mismo tiempo”. En su último libro, My Unapologetic Diaries volvió al tema de su examante, pero recordando algo de su hermana, Shirley MacLaine: “Ella siempre quería saber cómo era su hermano como amante”. Cuando publicó estos diarios, medio Hollywood se puso a temblar y el otro medio afiló los colmillos. Joan Collins, gran amiga de Marlon Brando, copiloto en locuras de James Dean, protagonista de un amor prohibido con el actor afroamericano, Harry Belafonte, cumple noventa años de la mano de su quinto esposo, Percy Gibson, 32 años más joven que ella y con quien lleva casada dos décadas. Siempre inconformista y diferente, reveló el secreto de este último matrimonio feliz: “Tener baños separados”. Genio y figura.