cristel carrisi© GTRES

La tercera hija de Al Bano y Romina Power obtiene el doctorado en Literatura Norteamericana

Cristel Carrisi: así es la hija más desconocida de Al Bano y Romina, que se acaba de doctorar en Harvard

Obtiene el título la misma semana que su padre, el mítico cantante Al Bano, cumple 80 años y ofrece una polémica entrevista en televisión


6 de junio de 2023 - 16:07 CEST

La suya es la historia de una gran tragedia familiar. De la talla de El ruido y la furia de Faulkner, La conjura de los necios, El club de los mentirosos, de Mary Karr,  Las uvas de la ira   o de la serie de la temporada,    Succession Pero a diferencia de esos clanes, como los Compson, los Roy o los Reilly, con patriarcas que devoran a sus hijos o vástagos que se pierden en aceras equivocadas, los Carrisi no tenían nada que ver con los libros. Eso no impidió, sin embargo, que se reprodujeran esos mismos patrones y que Cristel viviera en su propia piel el desmoronamiento de un mito, la ruptura de sus lazos filiales, la destrucción del amor de sus padres y, sobre todo, la muerte. En un clima, además, cerrado, viciado, hostil. De incomprensión, dolor, odio… También de rencor y hasta de escarnio. Porque su tormento no fue ni íntimo ni privado, sino que se imprimió en negro sobre blanco en diarios y revistas de medio mundo. Sin mencionar las horas y horas de chirrido televisivo. Y de elucubraciones, gritos, mentiras y carroñas. Porque era la ocasión perfecta para hacer de Tolstoi un guionista de prime time: “Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”.

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¿Cómo no iba a refugiarse esta joven en historias de ficción que hablaban de ella misma mucho mejor de lo que por sí misma podía entender a sus voces internas? Hoy, la hija pequeña de Al Bano y Romina es doctora en Literatura Norteamericana por la Universidad de Harvard. Acaba de conseguirlo. Un título accesible a muy pocas mentes privilegiadas en un centro estudiantil tan selecto. Y así, una década después de haberse retirado del foco, la hermana pequeña de Ylenia vuelve a ser noticia. La misma semana en la que su padre, el gran cantante pugliese Al Bano cumplía 80 años  y regresaba a los platós para ofrecer una última y polémica entrevista.

© GettyImages

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Era la tercera de los cuatro hijos de la pareja. Su familia se había convertido en la imagen perfecta de una estirpe de  glamour   y éxito. Cercana, afable, bella, rica… pera sin ofender. Porque era fruto de una historia siempre inspiradora y aspirativa, la del amor entre la dama y el vagabundo. La del hombre con talento y carisma que enamora a la bella princesa. La del rudo, vigoroso pero honesto joven del campo que descubre la vida sin artificios a la joven que se ha criado entre tiaras y algodones. La del chico conoce a chica cuando el chico es el parias del instituto y la chica, la más popular de las cheerleaders. Y juntos, constituían el dúo más popular del  pop   italiano, los reyes de la música romántica desde que revolucionaron la escena internacional en el Teatro Ariston de San Remo. Al Bano era una suerte de cantante hecho a sí mismo, nacido en el deprimido sur y convertido en ídolo por su prodigiosa voz y su personalidad afable, rural, pero sincera, y Romina Power, una belleza de ojos verdes y larga melena californiana, hija del gran galán de Hollywood, Tyrone Power, y de la diosa rubia del cine mexicano Linda Christian. Sus hijos Ylenia, Yari, Cristel y Romina Iolanda eran como su coro de angelitos, de tirabuzones dorados y largas pestañas. Como recién salido de un cielo rosado de Rafael. Cómo la prensa del corazón no iba a estar rendida a semejante festín de dulzura…

Pero llegaron los nubarrones negros a ese cuadro de colores pastel. En aquel momento, Cristel solo tenía 9 años. Y la oscuridad y la niebla se cernió sobre la vida de esta familia que, desde entonces, se hizo escabrosa, cruel y truculenta, despojos para la curiosidad morbosa. Hace 30 años que Ylenia Carrisi, la mayor de las hijos de Romina y Al Bano, se esfumaba sin dejar rastros la víspera del Año Nuevo de 1994. Fue vista por última vez  asomada a un puente de Nueva Orleans  antes de las doce campanadas. Y desde ese instante, la familia buscó y buscó desesperadamente a la joven durante años hasta que, ahogada por los errores, los callejones sin salida, las noticias falsas y sin pistas para seguir creyendo en encontrarla, pidió destruida que la declararan oficialmente muerta en 2013.

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Se habló de drogas, de suicidio en las aguas del Mississipi, de cuentas no saldadas, de prostitución, de cuchilladas de vagabundos, de malos tratos, de mafia… pero nunca pudo demostrarse nada. Nunca se encontró el cuerpo de aquella joven de 23 años y la Felicità, paradojas de la vida, aquella misma a la que cantaron y convirtió a los padres de Ylenia en los autores del himno oficioso de Italia con más de 25 millones de copias vendidas, se truncó para siempre. Y de cantar para el Sha de Persia y Farah Diba, Al Bano y Romina se convirtieron en alimento de Tómbolas. Del arquetipo posmoderno de Romeo y Julieta, en la broma macabra de Michael Douglas y Kathleen Turner en La guerra los Rose. Porque la muerte y/o desaparición de la primogénita provocó un cataclismo emocional de proporciones bíblicas en el matrimonio. Del amor más puro pasaron a la batalla. Atroz. Carnicera. Y así, mientras Romina se volvía a su Estados Unidos natal y empezaba a pintar y a cuidar de su madre primero y de su hermana y la memoria de su padre, después, Al Bano se guarecía en la fe y en sus viñedos. Hace 15 años que comercializa sus propios vinos, llamados Don Carmelo, como su padre y gestiona una massería, Tenuta Al Bano, a las fuera de Cellino San Marco, allí donde nació Cristel. Porque, a todo esto: ¿qué pasaba con aquellos angelitos rubios cuyo cielo se había convertía en una noche de tormenta?

Bravissima”, le escribía en sus redes mamá Romina a Cristel bajo una foto en la que la guapa italiana aparece tras unas gafas de carey, el típico birrete universitario, y una sonrisa amplísima, bajo la que puede leerse: “Los sueños se hacen realidad” y el primer like, el de su marido el millonario croata Davor Luksic.

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Sobre estas líneas, Cristel en el día de su boda, en 2016

Con 37 años, Cristel se ha doctorado Cum Laude en Harvard. Atrás quedan los años en los que, en medio del drama familia, la joven italiana buscaba denodadamente su camino sin que tuviera que pagar el peaje de contar las lágrimas y los gritos que resonaban en las cuatro paredes de su casa por muy villa de 500 metros que ésta fuera. Porque ella quiso ser cantante. Seguir la tradición artística de su familia a la que, al final, solo se ha dedicado la pequeña de la saga después de que Yari dejara la guitarra por los rosarios budistas. De hecho, entre 2005 y 2010, publicó dos discos cantando incluso con su padre.  Il volo, se titulaba aquel dueto con el que la educadísima aristócrata de la canción transalpina puso pie en España en pleno lidyalozano gate. Después, probaría suerte en la televisión como presentadora. En el programa Zecchino d’Oro y en 55 passi nel sole en la televisión pública y privada. Incluso ejerció de maestra de ceremonias del programa conmemorativo de las bodas de oro de su padre con la música.

Pero en 2016 decidió alejarse del vortice della mondanita y poner tierra y mar de por medio. Zagreb es ahora su casa, donde vive junto a su marido, heredero de unas de las grandes fortunas de Croacia, Davor Luksic, con el que ha tenido tres hijos, Kay Tyrone (5), Cassia Ylenia (4) e Ryo Inés (1) con quien se casó en una boda que parecía sacada de la película Novecento. En Lecce, en la chiesa di San Matteo. De la que ¡HOLA! tuvo la oportunidad de tomar imágenes.

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Fue la primera vez, antes de que un multimillonario ruso sacara la billetera y reuniera a sus padres sobre un escenario en Moscú, en la que que volvíamos a ver en un mismo espacio -y a sonreír- a Al Bano y Romina. Ocurría cuando la joven llegaba a las escaleras del templo acompañada de su padre en un típico motocarro de tres ruedas que conducía el de cantante de Ci Sarà quien, por supuesto, entonaría después el Ave María, de Schubert ante unos 500 invitados. Entre ellos, figuras del show business del país de la bota como la presentadora Mara Vernier y su marido Nicola Carraro, el cantante Toto Cutugno, el diseñador Carlo Pignatelli, el actor Michele Placido o las diseñadoras Laura y Lavinia Biagiotti así como miembros del entonces gobierno croata, dado que el padre de Davor era el hombre más rico de Croacia, según las revista Forbes, y dueño de la cadena hotelera más exclusiva del país de la Dalmacia.

Pero, siguiendo con el IG de Cristel, Romina Iolanda, la pequeña de los Carrisi también felicitó a su hermana. “¿Cómo te llamo ahora, hermana doctora?”. Y Yari le dedica un buen puñado de corazones y aplausos… Pero ¿y su padre? Al Bano acudía a Mediaset,donde próximamente protagonizará un especial, y volvía a provocar la fiebre en los audímetros con esa forma tan peculiar suya y desprejuiciada pese a abordar temas políticamente peliagudos. Desde el gobierno de Giorgia Meloni a su segundo matrimonio pasando por su relación con la fe y Putin. Y por supuesto, Ylenia.

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“.- La desaparición de Ylenia ha condicionado de alguna manera su relación con sus otros hijos? Con Yari, Cristel y Romina?

.- ¿Sabe que ésta ha sido una conversación que casi no he mantenido con ellos?

.- ¿Como es posible?

.- Evitaba hablar de ello y el motivo es simple. Su madre, Romina, no ha querido nunca aceptar lo que pasó exactamente aquella Nochevieja de 1994. Voltaire decía: “No entiendo tu idea, pero haré todo lo que sea necesario para que me las puedas explicar”. Deseaba evitar más dolores y más disputas. Pero después, Romina cogió a los niños y se marchó a Roma y luego a América. He pasado por todo aquello que jamás habría querido pasar. Pero lo afronté”.

Sin embargo, era más prosaico cuando se le preguntaba por lo que ese trágico suceso condicionó su vida. Especialmente, su carrera:

“.- En Italia he pagado el precio de ser más personaje que artista. He caído en la carroña, en el cotilleo, en los rumores de postera. Ha sido odioso. Me he tenido que defender, a veces, de forma grosera incluso. Volvía a ser yo mismo fuera, en el extrajero, donde volvía a ser solo el cantante: Al Bano.

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Sobre estas líneas, Cristel y su madre, Romina Power

.- ¿Cuál ha sido la mayor tontería que ha tenido que escuchar sobre usted?

.- Un imbécil -no digo el nombre por respeto a su familia-, un periodista de los Informativos de la RAI mantenía que había escondido a Ylenia en mi propia casa para conseguir notoriedad. ¿Se da usted cuenta? Inmediatamente, llamé al canal y pregunté: ¿pero cómo se atreve? ¿Y sabe lo que quería? Entrevistarme”.

Sobre su deseo de cumpleaños. Ni mención a sus hijos ni a sus nietos. Al menos en concreto, porque en abstracto, lo cierto es que lo suyo es amor a la Humanidad .

“.- ¿Qué regalo de cumpleaños le gustaría recibir? ¿El más importante de todos?

.- Una tarjeta de Putin con este texto: “Caro Al Bano. La guerra ha terminado. Felicidades”.”

Se está haciendo de rogar. Buenos, hay 3.500 km de distancia entre la capital rusa y la del salento italiano. Habría sido más fácil que hubiera pedido un email.