Irene Urdangarin cumple 18 años rodeada de una gran expectación y marcando cambios en su vida y para su familia. El protagonismo siempre ha recaído en sus primas la princesa de Asturias, la infanta Sofía y Victoria Federica, pero, ahora, con la llegada de su mayoría de edad, el foco gira. Por un lado, el interés en saber más de ella, la nieta más misteriosa; por otro, porque su aniversario, que celebrará el 5 de junio, abre el camino al divorcio de sus padres.
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Irene no quiso una fiesta de puesta de largo y la infanta hará coincidir su graduación en bachillerato con su aniversario; la doble celebración será el 16 de junio y asistirán Iñaki y la Reina doña Sofía
Cuando hay hijos menores, todo debe pasar obligatoriamente por un juzgado y doña Cristina no quería llegar a un convenio expreso de guardia y custodia, pero, a partir de la próxima semana, podrán presentar la demanda de divorcio de mutuo acuerdo. Será ante notario, asistidos por sus abogados y cumpliendo los requisitos exigidos por el Código Civil. Aunque todo apuntaba a que el divorcio pasaría por España, lo más seguro es que, finalmente, el procedimiento se lleve a cabo en Ginebra. No es una decisión personal, ya que una de las premisas que tienen que cumplir es que el notario que se encargue de disolver su matrimonio tiene que ser competente dentro de su último domicilio común o de la residencia habitual de cualquiera de ellos. Según nuestras fuentes, no han fijado fecha todavía, pero no hay que descartar nada. De momento sabemos que, después de muchos meses sin verse, doña Cristina y su todavía marido volverán a encontrarse en Ginebra a mediados de junio.
Doble celebración
La infanta está organizando para Irene una doble celebración el 16 de junio, fecha que coincidirá con el fin de sus estudios de bachillerato, y Urdangarin viajará a Suiza para estar al lado de su hija en un día tan importante de su vida. Irene celebrará su 18 cumpleaños con su madre —también cumple años (58), el 13 de junio— y sus amigos, pero la verdadera ‘fiesta’ tendrá lugar once días después, cuando toda su familia se reúna para felicitarla por su aniversario y por su graduación. No será una presentación social , pero sí la oportunidad de reencontrarse todos después de años junto al lago Leman.
Irene no quería una puesta de largo a lo grande. No es su manera de ser y en la decisión también han influido doña Cristina, la situación familiar y la vida en Ginebra. Estarán a su lado su madre, sus hermanos y la Reina doña Sofía. En cuanto a la abuela paterna, Claire Liebaert, no se sabe si acompañará a su hijo, ya que su estado de salud es delicado. También se espera a la infanta Elena, a su hija Victoria y a sus amigos, algunos de Barcelona. Aunque no ha vivido casi en España, tiene su pandilla. Son del círculo de la vela de su madre, del Liceo Francés, y sus primos, los hijos de Ana Urdangarín, aunque le sacan muchos años: Lucía, Jan, Lucas, Carlota —que vivió con ellos en Ginebra— y Hannah, la más pequeña de los hermanos.
El fin de semana que marca cambios
Sin olvidar a Pablo, al que siempre ha estado muy unida y visita con frecuencia. Como ejemplo, la escapada que hizo con su madre el pasado fin de semana. Un viaje sorpresa de tres días en el que salieron de paseo, acudieron a almorzar a Tragaluz, un restaurante italiano, y disfrutaron el domingo del concierto de Coldplay, aunque no hay imágenes. Al igual que Victoria Federica, que tampoco se quiso perder el espectáculo, se mezclaron entre el público del Estadio Olímpico Lluís Companys. Y, además, pudiendo felicitar a Ona Mafalda por su nuevo álbum. La hija de Rosario Nadal —madrina de Irene— y Kyril de Bulgaria, fue una de las artistas teloneras del grupo de Chris Martin durante dos de sus cuatro actuaciones en directo en Barcelona.
La hija de la infanta se gradúa, Miguel termina la carrera en Londres, Pablo empieza a jugar en primera división… y la infanta pronto volverá a estar ‘soltera’
Fue una noche muy especial en muchos sentidos para los tres, en la antesala de la mayoría de edad de Irene y la llegada de una nueva etapa que no sabemos cómo afectará a Juan, el hermano mayor. La más pequeña empieza estudios universitarios; Miguel termina la carrera en Londres; Pablo, que acababa de disputar con el Barça el último partido de liga, ha fichado por el primer equipo del Granollers y empieza a jugar en primera división… y la infanta pronto volverá a estar ‘soltera’. No hubo bodas de plata. Del sueño de doña Cristina de volver a estar todos juntos a un final inesperado: la ruptura definitiva del matrimonio, que Irene tanto ha sufrido.
¿Cómo es? Y ¿qué le gusta?
Irene es una joven sociable, resuelta, divertida e independiente. Se apunta a todo, le encanta la música, lee muchísimo (en inglés), le gusta ir a Misa con su madre y sabe tocar el piano. Es fuerte, un crac en deporte —esquí, natación, tenis, running, vela— y muy buena en idiomas. Habla francés e inglés a la perfección; español, aunque su vocabulario no es tan amplio como el de sus hermanos; catalán, y se defiende en alemán.
La hija de la infanta Cristina tiene misterio y ha ido sorprendiendo en cada aparición en el último año. Llamó la atención su físico el pasado verano en la playa en Bidart. Y de nuevo el pasado enero, en el funeral del Rey Constantino, en Atenas. En un escenario luctuoso, también destacaba Irene. Muy estilosa con su abrigo y sus zapatos de tacón de charol, altísima como su madre (casi 1,80), con sus ojos de un azul intenso, mirada risueña, melena rubia XL… natural, con ese aspecto nórdico.
La fama y la moda
No le gusta llamar la atención, es celosa de su intimidad, prefiere el perfil bajo y seguir manteniéndose en la sombra. No quiere estar en el foco mediático. Es en ese segundo plano donde se siente más cómoda. Sabe que por sus apellidos no resultará fácil, pero, aun así, intentará que su vida se parezca en todo lo posible a la que tienen sus amigas. Así lo apunta a ¡HOLA! su entorno: “Ni focos ni fama. Irene es una joven tímida y muy discreta”. Al menos, no por ahora.
Le gusta la moda, es coqueta, le encanta ir de compras y seguir las tendencias, pero no para dedicarse a ella. Se había especulado con que podría seguir los pasos de su prima Victoria Federica, pero no le llama la atención el mundo de las influencers.
Le gusta la moda y seguir las tendencias, pero no le llama la atención el mundo de las influencers; no quiere focos ni fama
Su 18 cumpleaños hubiera sido una gran oportunidad para vestir de largo por primera vez, pero habrá que esperar. De momento, como vemos en las imágenes, Irene se queda con el vaquero, la camiseta y las deportivas, lo que la convierte en la más informal de todas las primas. La hija de doña Cristina apuesta por la comodidad mezclando estilos: del bolso de Chanel a las zapatillas ‘Samba’ de Adidas. Toda una revolución gracias a Katie Holmes; Hailey Bieber, la mujer de Justin Bieber, y Kendall Jenner. Son las deportivas planas sport chic y de estilo urbano más cotizadas y se llevan así, con vaqueros anchos, los baggy jeans de corte cargo, como ha hecho Irene.
Acompaña su look con un collar de estilo hippie y numerosos anillos, repartidos en ambas manos (pura moda de la generación Z) y pulseras multicolor.
El futuro
A Irene le encantan las letras, las artes y el concepto del diseño (más allá de la moda), pero el futuro todavía no está claro. En los dos últimos años bajó su rendimiento académico —doña Cristina ha tenido que estar muy encima para que sacara bien los cursos— y, ahora, está pendiente del resultado final de sus exámenes para decidir qué camino tomará. Según nuestras fuentes, no hay indicios de que vaya a estudiar en la EHL Hospitality Business School de Lausanne, considerada la mejor Universidad del mundo en gestión hotelera. Una publicación en su perfil privado de Instagram dio lugar a que se pensara que había elegido esta carrera y corrieron ríos de tinta, pero la realidad, añaden nuestras fuentes, es que “no sabe qué hacer todavía” y que en este centro no tiene plaza, al menos no de momento.
La historia
Irene Urdangarin de Borbón nació en la clínica Teknon, de Barcelona, en 2005, y fue, después de tres hermanos varones, una niña muy buscada. Sus padres eligieron el nombre “por su significado y su belleza” y por Irene de Grecia, una segunda madre para la infanta, y un Real Decreto de 1987 dictó el tratamiento: excelentísima señora y Grande de España.
Tenía un mes y diez días cuando recibió el Bautismo, en el palacio de la Zarzuela, y fueron sus padrinos Rosario Nadal, entonces princesa de Preslav, y Pedro López-Quesada, marido de Cristina de Borbón-Dos Sicilias. En septiembre de 2008 inició su formación en el Liceo Francés de Barcelona, y en 2009, cuando tenía cuatro años, la familia se trasladó a Washington, Estados Unidos.
Los hermanos estudiaron en el Liceo de Rochambeau y, en 2012, tras ser imputado el exdeportista, regresaron a su casa de Pedralbes, Barcelona. Urdangarín dejó su trabajo en Telefónica, la infanta siguió siendo la directora del Área Social de la Fundación La Caixa y los niños volvieron al Liceo Francés. Pero nada era ya igual —hubo ‘condena social’ e incluso insultos— y, en 2013, los Urdangarín Borbón se mudaron a Ginebra.
Con el vestido de su tía y de su madre
Dos años después, con casi diez años, llegó la primera celebración importante en Suiza: su Primera Comunión. Los hijos de doña Elena así como su hermano Miguel recibieron el sacramento en la Zarzuela (2011), pero Irene comulgó por primera vez en la iglesia de Hermance, una aldea medieval del cantón de Ginebra. Lo hizo con el vestido blanco de seda y organza que llevaron su madre y su tía en los años 70 y que había adquirido doña Sofía fascinada por el detalle del nido de abeja.
En los dos últimos años bajó su rendimiento académico —doña Cristina ha tenido que estar encima— y está pendiente del resultado final de sus exámenes para decidir qué va a estudiar
Irene no sufrió el caso Nóos ni la debacle familiar como sus hermanos mayores y siempre fue la más protegida. Aun así, no ha sido fácil para ella navegar en la tormenta. El ingreso en prisión de Iñaki Urdangarin fue el punto y aparte. Tenía 13 años, se la había preparado, pero el impacto de la realidad lo superó todo. Era su padre, pero también su aliado . Lo hacían todo juntos. La ayudaba con los deberes, la acompañaba a todas las extraescolares, cocinaban juntos... Nunca más la llevaría al colegio. El curso siguiente, Irene cogería el autobús.
No sería el último disgusto. Con 16 años, camino de 17, le tocó de lleno la ruptura de sus padres. El impacto de la noticia, la traición, las lágrimas de su madre... Le costó muchas semanas perdonarle, pero ahora lo esperará con los abrazos de siempre en Ginebra. Como dijo su hermano Pablo: “Son cosas que pasan”.