A pesar de que su vida no fue un camino de rosas y estuvo salpicada de tragedias, los últimos meses de vida de Tina Turner, quien falleció el pasado 24 de mayo a los 83 años, fueron más apacibles y tranquilos de lo que podríamos imaginar. La leyenda de la música vivió el final de su vida paseando por las calles del pintoresco pueblo suizo de Küsnacht, donde estableció su residencia en 1995 y al que ella llamaba su hogar.
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Durante estas salidas, Tina aprovechaba para comprar ropa de diseñadores italianos, así como comida gourmet y en muchas ocasiones se sentaba en un banco de un céntrico parque a contemplar las montañas nevadas de este pueblo alpino situado a las orillas del lago de Zúrich.
A pesar de contar con un mayordomo personal y varias personas de servicio, la cantante prefería ser ella la que condujera su Porsche Cayenne por las estrechas calles de Küsnacht, donde era habitual verla hablando con sus vecinos, quienes la han descrito como una mujer 'modesta', 'amigable' y 'educada'.
Un carnicero de la zona, que responde al nombre de Benny Lang declaraba al diario DailyMail: "Muy a menudo Tina venía en su coche a hacer la compra. Tenía un mayordomo, pero le gustaba venir a ella misma acompañada por su marido Erwin. Les gustó especialmente la Casa Gourmet Moreira. Es el mejor sitio de la zona para comprar salmón ahumado y trufas blancas”.
Tina, que como hemos señalado anteriormente se mudó a Küsnacht en 1995 cuando su marido, el alemán Erwin Bach, consiguió un trabajo dirigiendo las oficinas suizas de EMI Music en las cercanías de Zúrich, pronto adquirió la ciudadanía suiza y renunció a su pasaporte estadounidense. Para ello, la artista tuvo que aprender alemán e incluso aprendió el dialecto suizo que se hablaba en su zona.
Totalmente asentada en Küsnacht, la inolvidable artista también acudía a clases de yoga en un parque público de Horn a pocos minutos a pie de su mansión, a la que bautizó con el nombre de Algoquin en honor a sus antepasados pertenecientes a un grupo indígena conocido como algonquinos que se extendían por Canadá y los Estados Unidos.
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La casa, que se asemejaba a un castillo, está ubicada en un terreno de 546 hectáreas con vistas al lado y está compuesta por cuatro pisos, un gran jardín y un cobertizo para botes. Pero ni la cantante ni su marido fueron propietarios de esta residencia en ningún momento, ya que durante los 22 años que la pareja estuvo residiendo allí pagaron un alquiler. Ahora, la mansión ha sido adquirida por una empresaria multimillonaria suiza. Sin embargo, no se espera que el viudo de la reina del rock&roll sea expulsado de la propiedad, ya que se cree que la nueva propietaria, la empresaria Ines Kaindl-Benes, compró la residencia como una inversión.