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Entrevista a Ainhoa Arteta: el renacer de una estrella tras estar al borde de la muerte

‘Hay que superar estos trances que nos pone la vida y hacernos más fuertes’


27 de mayo de 2023 - 10:01 CEST

Ainhoa Arteta ha pasado por los dos años más difíciles de su vida. Primero, contrajo el coronavirus en enero de 2021 y sus secuelas le obligaron a necesitar una silla de ruedas. Pero la gran pesadilla de la soprano llegó en julio de ese año, cuando tuvo una infección renal que derivó en septicemia. Tal grave fue la situación que pasó diez días en la UCI, donde se debatió entre la vida y la muerte. Aquel crítico episodio no solo le provocó la pérdida de dedos en su mano derecha y de pies, sino también daños en sus cuerdas vocales. Pero hubo más. En esos momentos difíciles, la artista se enfrentó a la ruptura de su cuarto matrimonio.

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© JAVIER SALAS

‘Por supuesto, soy diva en el escenario, pero porque encarno un papel. Pero la gente que me conoce sabe que no soy nada diva. Soy muy exigente y muy trabajadora. Esto del divismo está tan mal definido…’, afirma Ainhoa. ‘Sigo yendo a los supermercados, a la zona de congelados. Me ven y me dicen: ‘Pero ¿es usted? No puede ser usted comprando en congelados’’, añade entre risas

Dos años después, Ainhoa ha logrado renacer. Quizá, lo primero que llame la atención es su bajada de peso, pero lo realmente importante es que la soprano se está recuperando a todos los niveles. Así lo acaba de demostrar en  Trato de favor , la delirante zarzuela firmada por Boris Izaguirre y el compositor Lucas Vidal. La obra no solo ha sido un cambio radical de registro, sino también su regreso triunfal a los escenarios. “Estoy en un proceso de rehabilitación y hacer cosas vocalmente que son un reto para mí ha sido un paso muy importante”, nos confiesa sobre Trato de favor, que acaba de finalizar en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.

—Esta obra ha significado mucho para ti.

—Más que el éxito de la obra en sí, ha sido más el éxito en mi proceso. Que mi vocalidad esté funcionando a estos niveles es un éxito.

—¿Qué originó tus problemas vocales?

—No fue la covid, sino una infección renal. Todo se desbarajustó y fue un desbarajuste tras otro. Tuve un fallo multiorgánico… Me moría. Gracias a Dios, en el último minuto, me dieron penicilina, a la cual era alérgica, y me salvé. Tuve amputaciones en mano y pies, pero, en la entubación, me dañaron las cuerdas vocales.

—Un drama para ti, siendo cantante.

—La rehabilitación de la mano y de los pies pasó a un segundo plano, porque me tenía que recuperar vocalmente. Claro, es mi vida, mi pasión. Pasé por dos operaciones en Berlín, con uno de los mejores médicos del mundo, que ha intervenido a más de mil y pico cantantes de lírica. La recuperación ha sido complicada, porque he tenido que dejar de cantar. He estado más de un año sin poder trabajar. Imagínate. Pero, gracias a Dios, estoy remando a velocidad crucero y esto ya es un logro enorme.

“Todo esto me ha hecho perder kilos y tengo el cuerpo de una niña de 18 años —ríe—. No hay mal que por bien no venga. Estoy fenomenal y, físicamente, me encuentro estupenda”
© JAVIER SALAS

—Antes, la covid te dejó en silla de ruedas.

—Eso fue anecdótico. Gracias a Dios, pude recuperarme, porque hay mucha gente con enfermedades derivadas de la covid. Lo único que me ha dejado secuelas es la septicemia. Pero hay que tomar las cosas como dice Ana Mía —el personaje que ha interpretado en la zarzuela—: ‘La realidad siempre es horrible’. Aunque la vida no sea fácil y no sea un camino de rosas, como nos han querido convencer, he aprendido que podemos darle la vuelta: que lo dramático se convierta en algo superado y ser más fuertes.

—Has aprendido a sobreponerte.

—Eso es. Hay que superar estos trances que nos pone la vida y hacernos más fuertes. Es el mensaje que nos da la vida continuamente.

—Y, pese a perder dedos, le quitas hierro.

—Sí, perdí dos dedos y tengo también injertos, así que no siento los dedos de los pies. He vuelto a aprender a caminar. Al final, hay que plantarle cara a los retos, porque, en Trato de favor subía escaleras con tacones de 15 centímetros. En todo el proceso, ha sido principal mi fuerza de voluntad y mis ganas, pero también el apoyo incondicional de la gente que me quiere. Sola no hubiera podido conseguirlo. Imposible.

—¿Te ha cambiado mucho la vida después de estar al borde de la muerte?

—Por supuesto. La vida está llena de continuas trampas, aunque, con una actitud de felicidad y querer crecer, se lleva mucho mejor. Si te quedas con la negatividad, te amargas. Y si haces el esfuerzo de buscarle la lectura positiva, la vida tiene otro color y otro sentido.

Su tabla de salvación

—¿A qué te has aferrado en los momentos más difíciles? 

—A mis hijos. Otra de las cosas que me ha ayudado mucho es pensar: ‘¿Qué hubiera hecho mi madre?’. También me he agarrado a los amigos más amigos, a los que incluso he llamado a las cuatro de la mañana. En estas situaciones, te das cuenta de la gente que está remando contigo y de la que se sale del barco. Mi familia y amigos me han ayudado a ver el lado positivo, porque, a veces, te pones en el no, no y no.

—En esos momentos difíciles, no ves la luz.

—Eso es. Ahí necesitas a ese amigo o un psicoterapeuta. Me alegro mucho de que, después de todo, la psiquiatría y la psicología se haya normalizado en España. Aquí había un tabú y, gracias a Dios, la gente se ha concienciado.

—En tu caso, ¿ha sido más terapia psicológica o psiquiátrica?

—Psicoterapeuta. Psiquiátrica y psicológica. También de relajación, ver las cosas desde fuera. Eso me ayudado muchísimo.

© JAVIER SALAS

Ainhoa Arteta es madre de dos hijos: Sarah, de 22 años, de su matrimonio con el barítono estadounidense Dwayne Croft, e Iker, de 13 años, fruto de su unión con el jinete Jesús Garmendia

—Ya has comentado que tienes que volver a operarte. ¿Otra vez de la voz?

—¡No, por Dios! Tengo que operarme de la mano y se supone que uno de los pies. A raíz de lo que me pasó vocalmente, dejé la rehabilitación y se me quedó la mano derecha con una movilidad muy reducida. Tengo que cotejarlo con varios médicos, porque me han dicho que me tienen que romper la mano otra vez y volverla a rehabilitar… Pero, ahora, estoy concentrada en mis proyectos y salir adelante. Es lo fundamental. La mano ya vendrá, aunque soy muy valiente, levanto maletas y hago lo que sea —ríe—. Una persona me decía hace muchos años: ‘La necesidad te hace virtuoso’. Y es así.

—Ahora, ¿cómo te ves frente al espejo?

—La verdad es que me veo bien. Todo esto me ha hecho perder kilos y tengo el cuerpo de una niña de 18 años —ríe—.

—¿Cuántos has perdido?

—Ni idea porque nunca me he pesado. Pero ahora me entra ropa de cuando tenía veintipocos años —ríe—. No hay mal que por bien no venga. Estoy fenomenal y, físicamente, me encuentro estupenda.

“A raíz de los problemas vocales, dejé la rehabilitación y se quedó la mano derecha con movilidad reducida. Tengo que operarme y se supone que también de un pie. Pero, ahora, estoy centrada en salir adelante”
Entrevista a Ainhoa Arteta, el renacer de una estrella tras estar al borde de la muerte

—¿Ahora ligas más?

—¡No! —echa una carcajada—. No estoy en eso. Ni mucho menos. Obviamente, sí a tener amistades, que no tienen por qué ser hombres. He aprendido a valorar las curvas de los cerebros más que las curvas de los cuerpos. El sexo está sobrevalorado. ¡Muy sobrevalorado!

—¿Qué valoras en un hombre?

—La lealtad. La sinceridad, por supuestísimo. Y el sentido del humor, alguien que se ría de sí mismo. También que sea honrado.

—Tras cuatro divorcios, ¿crees en el amor?

—Claro que sigo creyendo. Pero hay muchos tipos de amor: a tus hijos, a tus amigos, a la vida, a una planta, a un animal… La palabra amor es muy grande. Siento amor de gente que ha estado conmigo en situaciones terribles. Ese amor es mucho más profundo.

—Quizá, en dos años, vuelvas a casarte…

—No creo… —ríe a carcajadas—. No se puede decir de esta agua no beberé, pero un poco difícil…

—Tras tu última experiencia, no quieres pensar en ello. 

—Hay que aprender a pasar página, habiendo aprendido la lección. No estoy arrastrando las tristezas ni las amarguras. En ese sentido, sigo para adelante.

Sus hijos

—Sophia Loren y Maria Callas eran mujeres imponentes y rodeadas siempre de hombres que intentaban conquistarlas. ¿Te reconoces?

—La verdad es que no. Es que soy vasca y las vascas somos muy ‘desaborías’ —ríe—. Las de mi época no somos nada ligonas.

© JAVIER SALAS

—¿No te ha pretendido gente poderosa?

—Posiblemente, pero no me he enterado. ¡Lo digo en serio!

—¿Y cómo eres como madre? ¿Controladora o amiga?

—Un poco las dos. Los hijos no pueden ser solo amigos. Pero no tengo la misma relación con mi hija de 22 años que con el pequeño.

—La mayor quería ser artista.

—Sí. Vocalmente, tiene un potencial brutal, pero le gusta más el mundo del pop. No soy nadie para decir si lo conseguirá o no, porque el éxito es una alquimia: esfuerzo, pasión y estar en el lugar y momento adecuados. Obviamente, ese momento tiene que pillarte preparado.

—¿Y tu hijo pequeño?

—Quiere ser piloto de Fórmula 1, aunque ya le aviso de que hace falta mucho dinero —ríe—. Le digo que estudie Ingeniería Mecánica, pero él responde: “No me has entendido bien. No quiero ser mecánico, sino piloto de Fórmula 1. Llevo gasolina en la sangre”. ¡Me lo dice así!

—Hablemos de tus próximos proyectos.

—Voy a hacer mi primera Carmen. La estreno el 23 de junio en Jerez. La primera vez que yo supe y vi la ópera en mi vida fue en un vinilo de Carmen que me regaló mi padre. Él tiene 88 años y siempre he tenido el sueño de que mi padre pudiera verme en Carmen.

FOTOSJAVIER SALAS
ESTILISMOBEATRIZ MORENO DE LA COVA
PRODUCCIÓNMARÍA PARRA
VÍDEOJOSÉ ANTONIO CARRASCOSO
AGRADECIMIENTOSTHE PRINCIPAL MADRID HOTEL
MAQUILLAJE Y PELUQUERÍAEVA ESCOLANO
AYTE. DE FOTOGRAFÍAÍÑIGO GARCÍA
AYTES. DE ESTILISMODIEGO SERNA Y JERÓNIMO GONZÁLEZ
AYTE. DE PRODUCCIÓNMARÍA LÓPEZ RE
LOOK 1VESTIDO DE TOT-HOM / CAPA DE REDONDO / PENDIENTES DE JANTAMINIAU
LOOK 2VESTIDO DE WOLFORD / CAPA Y PENDIENTES DE JANTAMINIAU.
LOOK 3CAMISA Y JOYAS DE JANTAMINIAU / MAXIFALDA DE TOT-HOM