Hace unas semanas, Esmeralda Moya saltó al primer plano de la actualidad por la emotiva carta que escribió para desvelar que su padre padece párkinson desde hace seis años. “Quiero parar esta enfermedad tan maldita que golpea sin piedad y de manera descarada contra los enfermos y familias. Deseo con todas mis fuerzas que frene, que se estabilice, que no avance, pero el tiempo corre como arena entre mis manos y es un dolor desgarrador”, compartía la actriz con sus seguidores.
Para la protagonista de Los protegidos no ha sido fácil descubrir esta parte de su vida que hasta ahora prefería callar. Así nos lo contó en la fiesta de la primavera que hace unos días celebró ¡HOLA! junto a la firma de moda Twinset y en la que Esmeralda, que en varias ocasiones no pudo contener las lágrimas, nos habló también de las alegrías de su vida, sus dos hijos: Bastian, nacido de su primer matrimonio con el también actor Carlos García y que este mes cumple diez años, y Amalia, de dos y fruto de su relación con el piloto del Ejército Jaime Llopis, con el que se casó el 1 de octubre del año pasado.
—Esmeralda, ¿cómo estás?
Muy bien, para mi la primavera es la mejor estación del año, en la que más feliz me siento.
—Hace poco sorprendiste al hacer pública la enfermedad de tu padre, con un testimonio muy duro.
Sí, es duro, me cuesta hablar de ello y eso que hace seis años que se lo diagnosticaron. Estamos siendo una piña, toda la familia a tope con él, le protegemos muchísimo. Él siempre ha sido un hombre muy deportista, que se ha cuidado muchísimo y, la verdad, desde que le dio el derrame cerebral cuando tenía 57 años, nada volvió a ser igual.
—¿El derrame fue una consecuencia del párkinson?
No, primero fue el derrame. Pero está luchando muchísimo. Él es mi héroe.
—¿Por qué has querido hacerlo público ahora?
—Porque quiero que se dé visibilidad a estas enfermedades, que no se deje de lado a las enfermedades neuronales y porque las asocioaciones que se ocupan de estos enfermos necesitan ayuda. Hay muchas personas con párkinson que son viudos o viudas, que no tienen recursos, que no tienen espacio en su casa para tener una bicicleta estática. Necesitan un espacio para que puedan estar todos trabajando a la vez con sus terapias colectivas y… Bueno, a mi padre le ha costado dar el paso y gracias a que le he dicho que quizá con mi ayuda, dándole visibilidad por nuestra parte podemos hacer mucho por los que padecen esta enfermedad.
—Habéis sido muy valientes.
Estoy muy contenta con él, porque si a mí me ha costado dar el paso y escribir ese testimonio, imagínate a él lo que le habrá supuesto también que se hable de algo tan privado. Pero él lo ha querido hacer visible para que se pueda ayudar a más enfermos. Mi padre tiene mucha suerte, porque tiene a mi madre, me tiene a mí, se siente muy arropado, pero no todo el mundo está igual, desgraciadamente, y necesitamos voluntarios para cuidarles, para sacarles a pasear, para hablar con ellos.
—¿Vosotros estáis en alguna asociación?
Sí, en la de Torrejón y muy bien, la verdad. Acabamos de entrar y estamos muy contentos porque le han acogido muy bien y tiene compañeros. Por ejemplo, quedan para desayunar, que es lo que le hace falta a mi padre, tener un grupo que entienda lo que es esta enfermedad.
—Bueno, vamos a hablar de trabajo, ¿qué tal te va en ese aspecto?
Muy bien. Tengo un proyecto para septiembre, un “largo”, y luego tengo varias cositas por ahí. No paro, siempre estoy haciendo cosas y estoy muy agradecida y muy contenta. Ahora también estoy muy volcada con la Asociación, ayudándoles.
—¿Sigues también con el diseño de sombreros?
Sí, sí, empecé en la pandemia simplemente para estar entretenida, para tener la mente ocupada. Siempre he puesto sombreros bonitos a mis amigas, a las mujeres de mi familia y fue una amiga la que me animó a que los vendiera, que no los regalara, porque es un trabajo que lleva muchas horas. Y nada, vendí uno, luego otro y otro… y a día de hoy sigo con ello porque tengo un montón de clientas desde hace tres años y también hago carteritas a juego. Les he cogido mucho cariño y no puedo decir que no. Me gusta porque les meto conffeti en la caja que les llega a su casa, con una nota personalizada; también les pongo alguna prenda, como una libreta ecológica o un fular. Me gusta tener ese detalle, porque me lo han dicho ya varias, que lo que más les gusta es ese momento de abrir y llevarse la sorpresa de ver qué les he metido en la caja.
—¿Y qué te encargan, sombreros para bodas, tocados, sombreros de playa...?
Ahora me encargan mucho ahora para la playa, para ir a tomar helado. Y como también se hacen las carteritas a juego con el sombrero… Yo lo que hago es customizar el sombrero, ponerlo a tope. Yo les pongo cintas, broches, las iniciales de la clienta.
—¿Es solo venta online?
Sí, sí. Tienda física no tengo, no puedo ni no tengo tiempo. Pero bueno, más que nada es una afición, no es mi trabajo.Y me gusta porque me gusta mucho hacer feliz a la gente.
—Me ha llamado la atención algo que has publicado en tu instagram: no te vas a cortar el pelo hasta que vuelva tu marido de Alemania.
Así es, no me voy a cortar el pelo.
—Jaime está fuera ¿por alguna misión?
Sí, es un tema de trabajo. Pero nos vemos muchísimo, estamos muy muy enamorados y yo le he hecho la promesa de que no me iba a cortar el pelo. Se la hice hace un año ya, porque él me conoció con el pelo largo y siempre le ha gustado mi melena. Así que le dije que hasta que no volviera definitivamente a casa no me lo iba a cortar.
—¿Cómo llevas lo de tener que estar separados?
No, pero si nos vemos muy a menudo, yo voy mucho a verle o viene él, porque nos adoramos, nos queremos y nos respetamos muchísimo. Por eso, porque le respeto, prefiero no hablar de su trabajo.
—¿Y hasta cuándo crees que estarás sin cortarte el pelo?
Hombre, si me sale una serie o un trabajo en el que me dicen que me lo tengo que cortar, evidentemente me lo tendré que cortar, pero por gusto mío no lo voy a hacer hasta que vuelva. Voy a estar como Rapunzel (risas).
—¿Cómo están tus niños?
Muy bien, están fenomenal y se llevan de maravilla, se adoran. No te puedes hacer una idea, cuando el mayor aparece en escena, la niña, Amalia, se desvive y él igual por ella. Se quieren muchísimo y eso que se llevan ocho años. Yo estoy feliz. Tengo una familia muy bonita.
—¿Te gustaría tener más hijos?
—Sí, sí que me apetece. Me encantaría tener otro hijo.