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No están solos y su colchón emocional está mullido y es milmillonario

El exclusivo y famoso círculo de amigos de Harry y Meghan en Hollywood

Oprah Winfrey, pero también Clooney y Beyoncé forman parte de su núcleo duro de ‘bros’


20 de mayo de 2023 - 17:54 CEST

Como todo en esta vida, una misma situación, por muy magnificente e incontestable que ésta sea, siempre tiene más de una lectura. Sí, también, incluso, una Coronación. Trescientos millones de pares de ojos tenían puesta su mirada sobre las calles de Londres, la Abadía de Westminster y el Palacio de Buckingham. Sobre Carlos III y Camilla, por supuesto. Por los fastos y solemnidad de una ceremonia con casi un milenio de Historia. Por la grandilocuencia del rito. Por la trascendencia del acontecimiento. Por la magnitud y el relieve político y social de los invitados de todo el planeta. Y también por las menudencias familiares de la Casa Real, a veces, no tan inocuas ni mínimas para ser calificadas de “menudencias”. Véase el lugar que ocupaba el príncipe Eduardo en el templo cuando a su hermano le imponían la corona, le emoción que despertó en el Rey las palabras de su hijo y futuro heredero Guillermo, la diadema y el vestido en cristal y plata de Kate, las monerías siempre tiernas y divertidas de Luis… y claro está “las no miradas cruzadas” de Guillermo con Harry y la gran ausencia que lo acompañaba. Porque, increíblemente, como decíamos al principio, el foco también se posaba a casi 9.000 kilómetros de distancia, donde no había cámaras de televisión, pero sí un interés informativo de primer orden. No en vano, era la otra cara de la moneda. Que si en Londres teníamos la efigie y la corona, en las colinas de Los Ángeles, estaba, nunca mejor dicho, su Cruz. En otras palabras, la otra lectura, la del exilio, la de la soledad. La de Meghan Markle. Esta semana hemos sabido que sola lo que se dice sola Meghan no estuvo. Primero porque su marido, el príncipe Harry, tomó las de Villadiego en cuanto concluyó la hora y media de ceremonia de coronación. Una vez su padre fue consagrado, bendecido y ungido Rey, el príncipe de Sussex, que había recuperado su posición como hijo del Jefe del Estado en el funeral de su abuela Isabel II, decidió poner rumbo al aeropuerto. Dejaba así su silla vacía en el resto de actos oficiales que, por rango, le correspondían: el saludo en el balcón del Palacio de Buckingham, el almuerzo familiar y el multitudinario concierto en los jardines del Castillo de Windsor. O es quizás tampoco se le esperaba… Porque hagamos un inciso, pese a ser el quinto en la línea de sucesión al trono, su lugar en la nave central de la Abadía estaba también en el quinto banco, junto a sus primas Beatriz y Eugenia, una posición con la que públicamente, Casa Real, le mostraba su sitio nunca mejor dicho… El caso, que fue un viaje express con el que Harry también revelaba las cartas de sus prioridades: su mujer y sus hijos, no en vano, el mismo día que el mundo fotografiaba hasta la extenuación a Carlos III, en casa de Harry y Meghan flo flashes tenían otro protagonista: el nieto del rey, Archie que celebraba su cumpleaños rodeado de globos y chucherías. Al día siguiente, los papás seguían la fiesta, ahora, con su círculo de amigos, aquellos que los acogieron cuando rompieron sus lazos con la familia y con Gran Bretaña y que, por otro lado, forman parte de la aristocracia de lo que Jep Gambardella en la Grande Bellezza llamaba “la mundanidad”.Santa Barbara. Al borde de la playa. Restaurante japonés. Sushi y dim sum. Y alrededor de la mesa, tal y como como ocurría hace décadas con su antepasado discolo y su mítica esposa, Wallis Simpson, Harry y Megan presidiendo un encuentro con su círculo, la creme de la creme del show business, que representaba su otro lugar en el mundo. Preeminente. Influyente, millonario, glamouroso… pero eso sí, plebeyo. Allí estaban la oscarizada Gwyneth Paltrow y su esposo, el productor de éxitos como Glee o American Horror Story, Brad Falchuk, Cameron Diaz y su pareja Benji Madden, Whitney Wolfe, fundadora de la aplicación Bumble, y la pareja de ésta, Michael Herd, el rico petrolero. Porque ¿quién compone este exclusivo club de amigos que sirve de colchón social a Harry y Meghan? Ya ha pasado algún año ya desde que estallara el Megxit y las cosas, en Beverly Hills y alrededores, se han estabilizado. Porque en el momento de la deflagración, a la pareja -mientras que por un lado, el británico, le daban la espalda-, en las antiguas colonias les salían amigos hasta de debajo de las piedras. Que, a ver, no seamos ingenuos, no hay nada más chic en una república que tener un amigo de sangre azul con un título nobiliario. Imagínense el punto filipino de tenerlo sentado en tu salón bebiendo Dr.Pepper sugar free… Y como la extravagancia siempre ha sido un must, las invitaciones a fiestas, eventos y brunchs a los “Sussex Royal” llegaron a desbordar su buzón postal. Lo mismo que había ocurrido con Lady Di hace 25 años… Que hasta la Academia de Cine les ofreció presentar el Oscar a la mejor película… Ni que decir tiene que Madonna, ni corta ni perezosa, les ofreció a través de Instagram su lujoso apartamento en Nueva York en el que ya no vive desde que se mudó a Lisboa. “Hola Harry, no os vayáis a vivir a Canadá. Es un país muy aburrido. Si queréis, os alquilo mi apartamento en Central Park West”, les propuso la reina del pop que solo ha dirigido una película. Wallis, por Wallis Simpson. Jon Bon Jovi también se acercó al príncipe Harry quien colgó un vídeo en Instagram en el que reproducía una conversación con el cantante en la que acordaban grabar una canción para recaudar fondos para Invictus Game Foundation… E incluso, provocaron alguna enemistad interestelar por aquello de “quién es el nuevo mejor amigo”. Medios anglosajones a ambos lados del Océano aseguraban que Elton John, incondicional de Harry como lo era antes de su madre, estaba de uñas con George Clooney porque si bien el de “Sacriface” había sido el primero que alzar la voz para defender a la pareja cuando fue blanco de las críticas por usar un avión privado, el de Ocean 11 estuvo a punto de ser el padrino de Archie dado que, durante su embarazo, se enfrentó a la prensa por la otrora protagonista de “Suits” y ahora princesa. “Es una mujer que está embarazada de siete meses y la están persiguiendo y denigrando igual que hicieron con Diana. La historia se está repitiendo”. Los Clooney también pusieron su casa en Italia y un jet privado a su disposición… Vamos, que iban a por todas a la hora de reivindicar su amistad. Y la amistad continua.Por así decirlo, Elton, George… siguen estando en su agenda. Pero al igual que los compañeros de “Suits” de Megan, que ellos ya eran amigas de antes ( véase Silver Tree, que era la productora de la serie, Abigail Spencer, Lucy Fraser, Janina Gavankar o Patrick J. Adams así como un ex agente, Nick Collins que le conseguiría el papel el Suit y el lanzamiento internacional ) o Vicky Tsai, fundadora de la casa de belleza Tacha Beauty y la escritora y guionista Lindsay Jill Roth o la humorista Ellen DeGeneres… Con otras, sin embargo, como Priyanka Chopra han “partido peras”. Tras la boda de Harry y Meghan, la amistad entre las parejas se ha ido diluyendo públicamente y... habría tocado fondo cuando los Sussex declinaron la invitación a su boda con Kevin Jonas. Un abismo que se habría abierto más aún cuando la pareja se instaló en Londres, patrimonio absoluto -y sin visos de resquebrajarse- de Kate y Guillermo.En los mismos términos podríamos referirnos sobre la facción más inexpugnable de amigas de Megan compuesto por tres todopoderosas y, además, gurús del movimiento antirracista Black Lives Matter Oprah Winfrey, Serena Willliams y Beyonzé. La tenista y la Duquesa conectaron desde el momento en que se conocieron. Fue durante un torneo benéfico en 2014 y el flechazo fue instantáneo y de ida y vuelta. Desde ese momento encontraron un apoyo fundamental de la una en la otra además de tener una buena compañera de compras y una excelente consejera culinaria en lo que a salsas picantes se refiere porque a las dos, les pirran. Meghan aplaudió y animó a la campeona olímpica y ex número uno del mundo en infinidad de partidos y Williams fue la primera a apoyar a su amiga cuandos se enfrentó a la entrevista más importante de su vida -aunque fuera un camino de rosas- con Oprah Winfrey. “Meghan Markle, mi desinteresada amiga, vive su vida (y lo hace con el ejemplo) con empatía y compasión. Ella me enseña cada día lo que significa ser verdaderamente noble. Sus palabras ilustran el dolor y la crueldad que está experimentando”, escribía Serena en un post que compartía con sus seguidores. “Conozco de primera mano el sexismo y el racismo que las instituciones y los medios de comunicación usan para vilipendiar a las mujeres y a la gente de color, para minimizarnos, hundirnos y demonizarnos”. “Quiero que la hija de Meghan, mi hija y tu hija vivan en una sociedad regida por el respeto”, concluyó Serena quien le granjeó otra de sus amistades más íntimas y férreas a la ex actriz, Jill Smoller, extenista y una pionera en el mundo de los agentes deportivos logrando el éxito aun siendo mujer en un mundo dominado por los hombres. Jill tiene a Serena entre sus representadas y fue la responsable de que Meghan antes de pisar Buckingham pisara las gradas de Wimbledon solo unos días antes de su crucial cita con el príncipe.Con Beyoncé, la relación se ha afianzado con el tiempo. Especialmente, se fortaleció tras la polémica entrevistas televisada. Las dos mujeres se encontraron por primera vez en el estreno de “El Rey León” en Londres, cuando Meghan estaba embarazada de Archie, y en la alfombra roja sorprendieron a los fotógrafos cuando la de Single ladies se saltó todo tipo de protocolo y abrazó a la Duquesa no sin después permitirse darle algún consejo sobre maternidad. “Sacad tiempo para vosotros mismos”, les recomendó la reina de la música a Harry y Meghan sin saber la espita que estaba levantando en Frogmore Cottage… Después de aquello, Beyoncé escogió equipo y demostró su apoyo a los Sussex con un mensaje que presidía su página web: “Gracias Meghan, por tu coraje y liderazgo”. Aunque quizás sea Oprah quien más se haya significado con la pareja. No es que estuviera en sus planes… “nunca fue el plan” como repetían tantas veces en su documental de Netflix. Pero ocurrió. Supuso contarle su verdad a la mujer más influyente del país, a la comunicadora cuya foto debería de aparecer al lado de la definición de “lideresa de opinión” en el diccionario de la Real Academia de la Lengua inglesa, a la sancto sanctorum de las reinas de las mañanas aunque eso significara un punto de no retorno. Y cuando todo se precipitó Oprah no era una desconodia para la pareja, de hecho, había sido una de las invitadas a su boda real, quizás por eso la presentadora no temió rubricar cual notaria mediática la historia de la pareja y convertirla en un hecho histórico. Es más, antes de que ocuyrriera todo, ya se había pronunciado públicamente sobre el “injusto tratamiento” que recibía la duquesa por parte de los medios. Pero el rendimiento económico de su amistad no quedó ahí. Fue ella la que primero consiguió captar a la pareja para sus aventuras mediáticas, cuando les convenció –cuando aún eran royals– de que participasen en su acuerdo millonario con Apple+. Ahora, aparte de los business, la amistad personal está trufada de regalos en ambas direcciones: Oprah regaló al pequeño Archie un lote de libros infantiles personalizados, y Meghan convenció a Oprah de que se uniese a ella en el patrocinio a una de las marcas de café favoritas de la duquesa, cuando ya eran vecinas y Oprah se refería cariñosamente a Meghan como “mi vecina M”:

Como todo en esta vida, una misma situación, por muy magnificente e incontestable que ésta sea, siempre tiene más de una lectura. Sí, incluso, también, una coronación. Trescientos millones de pares de ojos tenían puesta su mirada sobre las calles de Londres, la Abadía de Westminster y el Palacio de Buckingham. Sobre Carlos III y Camilla, por supuesto. Por los fastos y solemnidad de una ceremonia con casi un milenio de Historia. Por la grandilocuencia del rito. Por la trascendencia del acontecimiento. Por la magnitud y el relieve político y social de los invitados llegados de los cuatro puntos cardinales del planeta.

Y también por las “menudencias” familiares de la Casa Real. A veces, no tan inocuas ni mínimas para ser calificadas de “menudencia”. Véase el lugar que ocupaba el príncipe Eduardo en el templo cuando a su hermano el arzobispo de Canterbury le imponía la corona, la emoción que despertó en el Rey las palabras de su hijo y futuro heredero Guillermo, la diadema y el vestido en cristal y plata de Kate engarzada en platino, las monerías siempre tiernas y divertidas de Luis… Y, claro está, “las no miradas cruzadas” de Guillermo con Harry y la gran ausencia que lo acompañaba en su brazo solitario. Porque, increíblemente, como decíamos al principio, el foco también se posaba a casi 9.000 kilómetros de distancia, donde no había cámaras de televisión, pero sí un interés informativo de primer orden. No en vano, era allí donde se jugaba la otra cara de la moneda. Que si en Londres teníamos la efigie y la corona, en las colinas de Los Ángeles, estaba, nunca mejor dicho, su cruz. En otras palabras, la otra lectura, la del exilio, la de la soledad. La de Meghan Markle.

Harry y Meghan© GettyImages

Esta semana hemos sabido que sola, lo que se dice sola, Meghan no estuvo. Primero porque su marido, el príncipe Harry, tomó las de Villadiego en cuanto concluyó la hora y media de ceremonia de Coronación. Una vez su padre fue consagrado, bendecido y ungido Rey, el duque de Sussex, que había recuperado su posición como hijo del Jefe del Estado en el funeral de su abuela Isabel II, decidió poner rumbo al aeropuerto. Dejaba así su silla vacía en el resto de actos oficiales que, por rango, le correspondían: el saludo en el balcón del Palacio de Buckingham, el almuerzo familiar y el multitudinario concierto en los jardines del Castillo de Windsor. O es quizás tampoco se le esperaba… Porque, hagamos un inciso: pese a ser el quinto en la línea de sucesión al trono, su lugar en la nave central de la Abadía estaba también en el quinto banco, junto a sus primas Beatriz y Eugenia, una posición con la que públicamente, Casa Real, le mostraba su sitio nunca mejor dicho…

En resumidas cuentas, que fue un viaje express con el que Harry también revelaba las cartas de sus prioridades: su mujer y sus hijos. No en vano, el mismo día que el mundo fotografiaba hasta la extenuación a Carlos III, en la casa de Harry y Meghan en el 902010 de LA, los flashes tenían otro protagonista: el nieto del rey, Archie, que celebraba su cumpleaños rodeado de globos y chucherías. Al día siguiente, los papás seguirían la fiesta. Ahora, con su círculo de amigos, aquellos que los acogieron cuando rompieron sus lazos con la familia y con Gran Bretaña y que, por otro lado, forman parte de la aristocracia de lo que Jep Gambardella en la Grande Bellezza llamaba il vortice della mondanità.

Santa Barbara. Al borde de la playa. Restaurante japonés. Sushi y dim sum. Y alrededor de la mesa, tal y como como ocurría hace décadas con su antepasado díscolo y su mítica esposa, Wallis Simpson, Harry y Megan presidían un encuentro con su círculo, la crème de la crème del show business que representaba su ‘otro’ lugar en el mundo. Preeminente, influyente, millonario, glamouroso… pero, eso sí, plebeyo. Allí estaban la oscarizada Gwyneth Paltrow y su esposo, el productor de éxitos como Glee o American Horror Story, Brad Falchuk, Cameron Diaz y su pareja Benji Madden, Whitney Wolfe, fundadora de la aplicación Bumble, y la pareja de ésta, Michael Herd, el rico petrolero.

Oprah Winfrey interviews Prince Harry and Meghan Markle© GettyImages
Oprah Winfrey en la entrevista con el príncipe Harry y Meghan Markle.

Porque, ¿con quién comparten los duques de Sussex ocio, cenas, whatsapps, cine, chismes o fotos de las vacaciones? O lo que es lo mismo: ¿quién compone el exclusivo club de amigos que sirve de colchón social a Harry y Meghan? Ya ha pasado algún año ya desde que estallara el ‘Megxit’ y las cosas, en Beverly Hills y alrededores, se han estabilizado. Porque, en el momento de la deflagración, a la pareja -mientras que, por un lado, el británico, le daban la espalda-, en las antiguas colonias, les salían amigos hasta de debajo de las piedras. Que, a ver, no seamos ingenuos, no hay nada más chic en una república que tener un amigo de sangre azul con un título nobiliario. Imagínense el punto filipino de tenerlo sentado en tu salón bebiendo Dr.Pepper sugar free… Así que, como la extravagancia siempre ha sido un must, las invitaciones a fiestas, eventos y brunchs a los ‘Sussex Royal’ llegaron a desbordarles su buzón postal. Lo mismo que había ocurrido con Lady Di 25 años antes… Como que, recordemos, hasta la Academia de Cine les ofreció presentar el Oscar a la mejor película… Ni que decir tiene que Madonna, ni corta ni perezosa, les prestaba a través de Instagram su lujoso apartamento en Nueva York en el que no vivía porque se había mudado a Lisboa...

“Hola Harry, no os vayáis a vivir a Canadá. Es un país muy aburrido. Si queréis, os alquilo mi apartamento en Central Park West”, les propuso la reina del pop que, por cierto, solo ha dirigido una película: Wallis, por Wallis Simpson. Jon Bon Jovi también se acercó al príncipe Harry. Acordémonos que el menor de Diana colgó un vídeo en Instagram en el que reproducía una conversación con el cantante en la que acordaban grabar una canción para recaudar fondos para Invictus Game Foundation… E, incluso, provocaron alguna enemistad interestelar por aquello de “quién es el nuevo mejor ami de los chicos más populares del insti”.

Medios anglosajones a ambos lados del océano aseguraban que Elton John, incondicional de Harry como lo era antes de su madre, estaba de uñas con George Clooney porque, si bien el de Sacriface había sido el primero que alzar la voz para defender a la pareja cuando fue blanco de las críticas por usar un avión privado, el de Ocean 11 estuvo a punto de ser el padrino de Archie dado que, durante el embarazo de Meghan, se enfrentó a la prensa por la otrora protagonista de Suits y ahora princesa. “Es una mujer que está embarazada de siete meses y la están persiguiendo y denigrando igual que hicieron con Diana. La historia se está repitiendo”. Los Clooney también pusieron su casa en Italia y un jet privado a su disposición… Vamos, que iban a por todas a la hora de reivindicar su amistad. Y la amistad continúa.

CONTACTO_15462932-Collage-U82234768210IDd© MAGDALENA WOSINSKA/ 'THE NEW YORK TIMES'
George Clooney y Madonna también ofrecieron su ‘ayuda’ a los duques de Sussex.

Por así decirlo, Elton, George… siguen estando en su agenda. Al igual que con los compañeros de Suits de Megan, que ellos ya eran amis de antes (véase Silver Tree, que era la productora de la serie, Abigail Spencer, Lucy Fraser, Janina Gavankar o Patrick J. Adams, así como un exagente, Nick Collins, que le conseguiría el papel en Suits y el lanzamiento internacional) o Vicky Tsai, fundadora de la casa de belleza Tacha Beauty; y la escritora y guionista Lindsay Jill Roth; y la humorista Ellen DeGeneres… Con otras, sin embargo, como Priyanka Chopra, los Sussex ‘han partido peras’. Tras la boda de Harry y Meghan, la amistad entre las parejas se ha ido diluyendo públicamente, y habría tocado fondo cuando los royals declinaron la invitación a su boda con Kevin Jonas. Un abismo que se habría abierto más aún cuando la pareja se instaló en Londres, patrimonio absoluto -y sin visos de resquebrajarse- de Kate y Guillermo.

En esos mismos términos, los de quiebra 0, podríamos referirnos a la facción más inexpugnable de amigas de Meghan, compuesto por tres todopoderosas y, además, gurús del movimiento antirracista Black Lives Matter: Oprah Winfrey, Serena Willliams y Beyonce. La tenista y la Duquesa conectaron desde el momento en que se conocieron. Fue durante un torneo benéfico en 2014 y el flechazo fue instantáneo. Y de ida y vuelta. Desde ese momento, encontraron un apoyo fundamental de la una en la otra, además de tener una buena compañera de compras y una excelente consejera culinaria en lo que a salsas picantes se refiere, porque, a las dos, les pirran. Meghan aplaudió y animó a la campeona olímpica y ex número uno del mundo en infinidad de partidos y Williams fue la primera a apoyar a su amiga cuando ésta se enfrentó a la entrevista más importante de su vida -aunque fuera un camino de rosas- con Oprah Winfrey.

“Meghan Markle, mi desinteresada amiga, vive su vida (y lo hace con el ejemplo) con empatía y compasión. Ella me enseña cada día lo que significa ser verdaderamente noble. Sus palabras ilustran el dolor y la crueldad que está experimentando”, escribía Serena en un post que compartía con sus seguidores. “Conozco de primera mano el sexismo y el racismo que las instituciones y los medios de comunicación usan para vilipendiar a las mujeres y a la gente de color, para minimizarnos, hundirnos y demonizarnos”. “Quiero que la hija de Meghan, mi hija y tu hija vivan en una sociedad regida por el respeto”, concluyó Serena.

Quien granjeó otra de sus amistades más íntimas y férreas a la exactriz: Jill Smoller, extenista y una pionera en el mundo de los agentes deportivos logrando el éxito en un mundo dominado por los hombres cuando ella es mujer. Jill tiene a Serena entre sus representadas y fue la responsable de que Meghan, antes de pisar Buckingham pisara las gradas de Wimbledon solo unos días antes de su crucial cita con el príncipe.

Con Beyonce, la relación se ha afianzado con el tiempo. Especialmente, se fortaleció tras la polémica entrevista televisada. Las dos mujeres se encontraron por primera vez en el estreno de El Rey León en Londres, cuando Meghan estaba embarazada de Archie, y en la alfombra roja sorprendieron a los fotógrafos cuando la de Single ladies se saltó todo tipo de protocolo y abrazó a la Duquesa, no sin después permitirse darle algún consejo sobre maternidad. “Sacad tiempo para vosotros mismos”, recomendó la reina de la música a Harry y Meghan, sin saber la espita que estaba levantando en Frogmore Cottage… Después de aquello, Beyonce escogió equipo y demostró su apoyo a los Sussex con un mensaje que presidía su página web: “Gracias, Meghan, por tu coraje y liderazgo”. 

Aunque quizás sea Oprah, de todos, quien más se haya significado con la pareja. No es que estuviera en sus planes… “Nunca fue el plan” como repetían tantas veces en su documental de Netflix. Pero ocurrió. Supuso contarle su verdad a la mujer más influyente del país, a la comunicadora cuya foto debería aparecer al lado de la definición de “lideresa de opinión” en el diccionario de la Real Academia de la Lengua inglesa, a la sancto sanctorum de las reinas de las mañanas aunque hablar significara un punto de no retorno. Pero cuando todo se precipitó, Oprah no era una desconocida para la pareja. De hecho, había sido una de las invitadas a su boda real. Quizás por eso, por su papel de testiga, la presentadora no temió rubricar como notaria mediática la historia de sacrificio y humillación de la pareja y convertirla en un hecho histórico... Es más, antes de que ocurriera todo, ya se había pronunciado públicamente sobre el “injusto tratamiento” que recibía la duquesa por parte de los medios. No obstante, el rendimiento económico de su amistad no quedó ahí. Fue ella la que primero consiguió captar a la pareja para sus aventuras mediáticas, cuando les convenció –cuando aún eran royals– de que participaran en su acuerdo millonario con Apple+. Ahora, más allá de los business, la amistad personal está trufada de regalos en ambas direcciones: Oprah regaló al pequeño Archie un lote de libros infantiles personalizados, y Meghan convenció a Oprah de que se uniese a ella en el patrocinio a una de las marcas de café favoritas. Ya siendo vecinas, Oprah se ha refiere cariñosamente a Meghan como “mi vecina M”.

Will Smith bofetada© GTres
El actor Will Smith pertenece al círculo de amigos de Harry y Meghan en Hollywood.

Gracias a Oprah, los Sussex entablaron contacto con quien fue su salvador tras quedarse tirados en Canadá, véase Tyler Perry, hoy, uno de los grandes amigos y valedores de la pareja, además de productor, actor, director, empresario y milmillonario. Perry, para centrarnos, fue quien mandó el jet privado famoso a la pareja para que se trasladaran de Canadá a Los Ángeles cuando perdieron el apoyo de la Corona. Y quien también les prestó su mansión californiana en donde vivieron tres meses. Y quien se hizo cargo de su seguridad privada y de que disfrutaran de “un respiro”, como dijeron en la entrevista con Oprah. Podría decirse que Tyler Perry, padrino de bautismo de la pequeña Lilibeth, sería una de las personas que más ha ayudado al príncipe Harry y Meghan Markle a emprender su nueva vida fuera de la familia Real y, gracias a ser una de la figuras más influyentes en Hollywood con un activismo social tan poderoso como exclusivo y excluyente -no en vano ocupa el puesto 97 entre las personas más ricas del mundo-, los ha introducido en un amplio círculo de celebridades, entre los que también están Janet Jackson o Will Smith.

O la pareja que mayor estabilidad emocional da al matrimonio. A ellos, por ejemplo, pertenecía la casa canadiense a la que se “exiliaron” en primera instancia y, cerrándose el círculo, ella es una de las mejores amigas de Meghan desde la adolescencia. Hablamos de la también actriz y cantante y por supuesto, famosa, Katherine McPhee, casada a su vez con el músico David Foster. Meghan y Katharine estudiaron juntas y también dieron sus primeros pasos en el mundo del espectáculo juntas. Katherine y David quizás sean la pareja más íntima de los íntimos de los Sussex, especialmente por la gran amistad que se ha fraguado entre David y Harry. Y tiene gracia porque Katherine se llama igual que la cacareada y regia enemiga de Meghan...

Beyonce© GTres
“Sacad tiempo para vosotros mismos”, recomendó la reina de la música a Harry y Meghan.