Natural de Albacete, Esther Cañadas se crió en Alicante, donde fue apodada como ‘la alemana’ debido a sus rasgos nórdicos. Amante de los cómics y los libros de aventuras, jamás pensó en dedicarse a la moda y soñaba con ser detective privado. "Cuando decía de pequeña que quería ser detective privado todo el mundo, así que aprendí a decir que quería ser abogada criminóloga… y entonces nadie se reía" ha declarado la modelo durante su entrevista en El Hormiguero. Sin embargo, a los 15 años comenzó a trabajar como modelo y fue encadenando un trabajo tras otro hasta que hoy en día, a sus 45 años, esta "niña" que a sus 14 años media solo un centímetro menos de lo que mide ahora, 1,79, puede presumir de haber sido una de las tops más cotizadas de los noventa y principio de los dos mil. Aunque no siempre fue así.
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Poco a poco comenzaron a llamar a su puerta los agentes y aunque Cañadas quería ir a todos los sitios del mundo menos a Japón y Nueva York, acabó poniendo rumbo a la ciudad de los rascacielos ya que le salió un trabajo por treinta mil dólares de la época y sus largos días comiendo arroz blanco se plantaron frente a sus ojos y no dudó en aceptarlo. "Un avión era carísimo, y mantenerte, casas viajes,… eran más gastos que ingresos" explicaba la modelo.
De mirada felina, labios carnosos y medidas de infarto, la suerte de Esther cambió de la noche a la mañana y se convirtió en musa del fotógrafo Steven Meisel y de la diseñadora Donna Karan logrando que todas las pasarelas internacionales contarán con ella para alguno de sus desfiles, compartiendo así protagonismo con modelos de la talla de Claudia Schiffer, Cindy Crawford o Naomi Campbell. "Gracias a Donna Karan mi cara estuvo en taxis y vallas publicitariass, tanto en invierno como en verano" relataba Esther.
Y fue precisamente en el rodaje del anuncio del perfume DKNY donde, Cañadas conoció a su futuro marido, el modelo Mark Vanderloo y aunque su matrimonio duró tan sólo diecisiete meses, de junio de 1999 a noviembre del 2000, se convirtieron en la pareja más guapa del momento. La top volvería a casarse, esta vez con el piloto de motos Sete Gibernau, del que se separó un año después.
A pesar de que no tenía demasiada suerte en el amor, el trabajo no le faltaba y la modelo, quien ha confesado que está actualmente estudiando interpretación, siguió trabajando a un ritmo frenético para diseñadores tan conocidos como Jean Paul Gaultier o Alexander McQueen, sin embargo a mediados de la primera década del 2000, la vida de la top dio un giro de 360 grados cuando empezó a sentir horribles dolores. La supermodelo tuvo que parar su carrera en pleno éxito por la enfermedad que le diagnosticaron: vasculitis. "Bastante tenía con no morirme", aseguraba a principios de este año la modelo en el programa de las Tres puertas de María Casado en TVE. "Llega un momento en el que te levantas y piensas: "¿Esta es mi vida? ¿De verdad que mi vida es ir al médico, ir al hospital, tener un montón de efectos de todo tipo en mi cuerpo?”. Y cuando te dicen que sí, que es crónico, es complicado", añadió.
Además de tomar medicación de todo tipo que no le hacía efecto, la de Albacete visitó a más de cincuenta especialistas. Después, probó diferentes alternativas. "Me fui a Hong Kong a hacer medicina china, me fui a meditar con monjes a Tailandia, estuve en México…", recordó. "Es una enfermedad inmunológica, entonces puede afectar el estrés, pero puede dispararse por un montón de cosas", explicó. La principal característica de esta enfermedad es la inflamación de los vasos sanguíneos (arterias, arteriolas, capilares, vénulas y venas), lo que produce una disminución del flujo vascular o incluso una interrupción completa del mismo. Esto puede provocar cansancio, fiebre, pérdida de peso, afectación del estado general y desarrollo de manifestaciones clínicas locales.
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Tras este gran susto, Esther se replanteó sus prioridades, y en 2014 daba la bienvenida a su hija Galia y ponía rumbo a México para alejarse lo máximo posible del foco mediático. Sin embargo,superado aquel bache de salud y con su hija más mayor, la top decidió hace dos años asentarse de nuevo en España y retomar su profesión. Fue Balmain quien la rescató del “olvido” y la puso a desfilar de nuevo y desde entonces no se ha bajado de las pasarelas. Y parece que no tienen intención de hacerlo.