Hacemos la entrevista con las dos “a pachas. Así es más fácil”, recomiendan ambas al unísono. Se miran y se ríen. Porque lo suyo es complicidad. En cambio, llamar a este encuentro ‘entrevista’ supone ceñirse a un género periodístico que no refleja exactamente el desarrollo de los acontecimientos… porque sus respuestas, sus anécdotas, sus juegos, bromas y guiños se escurren por los límites de esa definición como el agua entre los dedos, fácil e irreversiblemente.
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No es posible ni llevar la voz cantante ni dirigir la conversación ni conseguir afirmaciones concretas sin interferencias o cambios y giros de guion. Mónica Cruz y Beatriz Luengo se conocen tanto y tan bien que es mejor rendirse a su brío antes que intentar domar dos naturalezas. Pero ¿saben qué? Que da igual. Da igual porque lo que estas dos actrices te permiten contemplar es mucho más íntimo de lo que tú habías previsto: su amistad.
Como hermanas
Llegamos a ellas para que nos cuenten cómo ha sido su “reencuentro” por partida doble. “Reencuentro” porque, pese a que nunca han dejado de saber una de la otra, sus caminos se separaron cuando colgaron la piel de sus personajes, Silvia y Lola, en el perchero de la academia de Un paso adelante . Se habían convertido en estrellas internacionales. Algo nunca visto en la ficción española de los primeros dos mil. Aquel uno, due, tre, quattro… con el que comenzaba su estudiada coreografía les había hecho tan tan tan famosas como, otros veinte años atrás, lo habían sido los chicos de Fama. Se desataba la ‘upamanía’. En España, sí, pero también en Italia, Alemania y, sobre todo, Francia. Allí, aún hoy, titulada como Un, deux, trois, siguen reponiendo la serie. Veinte años después. Ininterrumpidamente. En casi una decena de canales.
Pero también “reencuentro” porque Beatriz y Mónica, después de Grammys, maternidades, cine y televisión… han vuelto a calzarse los calentadores y las mallas y, al grito de “acción”, se han puesto otra vez frente al espejo. Llega este sábado a Atresplayer la esperadísima Upa Next , una producción de AtresmediaTV en colaboración con The Mediapro Studio. Así que, si tenían pensado salir a cenar, que alguien dé al record del VHS. Ah, no, perdón, que eso ya ni existe.
“Nosotras es que estamos siempre así. Como hermanos que se pelean, se ríen, se vacilan…”, se disculpa Beatriz Luengo ante la cara de no saber por dónde le viene el aire a uno. “Parece que estemos “speedicas”. Es la energía de estar juntas. Energía bonita. De ilusión. De alegría… Y estate contento que las conversaciones con Miguel Ángel (Muñoz) son diferentes”, apostilla Mónica Cruz. Y no cabe la repregunta, Beatriz Luengo se adelanta. “Porque él… Él no estaba de acuerdo con volver. Pero nosotras, sí. ¿Verdad, Moni? —Cruz asiente—. Lo decíamos en las ruedas de prensa. De cosas que nada tenían qué ver y, aunque nadie preguntará por el tema…, nosotras nos lo inventábamos —ríen ambas maliciosas— y ¡se viralizaban en redes!”.
“Uy —corta Mónica—, eso lo hacíamos sobre todo con la prensa francesa. ¿Te acuerdas? Se volvían locos. Y Miguel Ángel se enfadaba y nos lo decía en el chat que tenemos”. “Era evidente por qué lo hacíamos. Porque queríamos que se supiera que moríamos por volver a ser Silvia y Lola”, cierra el relato Luengo.
“Pero que había hambre de UPA no era algo que nosotras nos inventáramos. Estamos en Netflix desde hace dos años y es una de las series mas vistas de la plataforma”, cuenta Cruz, quien, durante el confinamiento, se “atrevió” a ver la serie cuando, antes, no lo había contemplado. Fue acompañada de su hija, Antonella. “Qué fuerte, tía. ¿Sí?”, le interpela Luengo. “Pues fíjate, no lo había hecho y… me di cuenta de por qué. Resulta que a Antonella le gusta más el vestuario de Lola, o sea, el tuyo ¿Te lo puedes creer?”.
“Pues he de decirte —retoma Beatriz— que el ejercicio que has hecho es muy interesante porque mi hijo no entiende que yo me pueda dar un beso con alguien que no sea Yotuel…”. El problema viene, les resumo, porque Yotuel se convirtió en pareja de Beatriz Luengo —en la realidad y la ficción—, en la segunda temporada de la serie, pero, en la tercera, pasó a los brazos de Mónica Cruz. Eso sí, solo por guion. “¡El niño no lo va a soportar!”, ríe Luengo.
Recuerdan como “muy bonita” aquella etapa de sus vidas. Bonita, y de éxito sin precedentes. Legendarias son las fotos en los front row de París de Mónica Cruz con Karl Lagerfeld. Sí, Mónica. No Penélope. “Pero que sigue pasando, ¿eh? El año pasado, estaba mi hermana en París jugando en el parque con mi sobrina y, de repente, unos fans creen reconocerme a mí. Mi hermana tiene que decirles: “Oye, que no. Que no soy Mónica. Que yo no soy la de la serie”. Mi sobrina no entendía nada porque, a ver, el nivel de mi hermana es superinternacional. Sin embargo, en Francia, eso nos sigue pasando”.
Mujeres de 40
Pero ahora es el momento de crear nuevos recuerdos. Llega una nueva edición y “la ilusión y las ganas son las mismas que entonces. Me siento muy afortunada de que, hace 20 años, Upa nos cambiara la vida porque, todo lo que ha venido después, a mí personalmente, me viene de ahí”, dice Beatriz. “Ahora que somos madres, vivir la misma oportunidad, en estas dos etapas tan importantes de nuestra vida y tan diferentes, me parece la leche”, recalca Mónica. Porque las dos confiesan que Upa Next les ha traído muchas conversaciones. De trucos de alimentación, de gym, de cuidado de los hijos… Y, como actrices, descubrieron que ambas convergían en el mismo punto.
“Llegamos al set y nuestro enfoque era idéntico: somos mujeres de más de 40 que quieren contar la historia de mujeres de más de 40, que siguen luchando y que están mejor que nunca”, explica Luengo. “¿Y sabes por qué? Porque sentimos responsabilidad con toda esas personas que, entonces, se identificaron con nosotras. Queremos que vuelvan a hacerlo porque, como ellas, hoy somos adultas y seguimos soñando. Sueños nuevos”, añade Cruz, especialmente cuando volver a la piel de sus personajes con dos décadas de diferencia es algo inusual en la carrera de un artista. Un viaje que hoy “hacemos como mujeres adultas, con experiencia vital, como madres. Eso, para una actriz, es superenriquecedor”, concluye.