Emocionantes han sido los últimos meses en la vida de Ana de Armas. Primero, el estreno de Blonde; su estelar aparición en el Festival de Venecia, y su recorrido por las alfombras rojas en la temporada de premios hasta llegar a los Oscar, haciendo historia como la primera actriz cubana en logar una nominación. De ahí ha sido un no parar de buenas noticias para la intérprete. Hace dos semanas fue la invitada estrella del famoso programa Saturday Night Live —la corroboración de que es una más entre la ‘aristocracia’ de Hollywood, en tan solo ocho años de carrera americana—, en unos días recibirá la nacionalidad estadounidense y acaba de estrenar su nueva y esperada película, Ghosted, junto a Chris Evans.
Es la tercera ocasión en que Ana coincide en pantalla con su ya amigo el Capitán América, después de haber trabajado juntos en Puñales por la espalda (2019) y El agente invisible (2022). La intensa campaña de promoción la ha llevado incluso al show de Jimmy Fallon. Ese es uno de los mundos de Ana de Armas, entre las luces y las cámaras en la cima del éxito. Su otro mundo, su vida con Paul Boukadakis, se desarrolla lejos de los focos, las entrevistas y las apariciones públicas. Camino de celebrar dos años de discreto amor, la pareja fue fotografiada más romántica que nunca por las calles de Nueva York, la ciudad a la que la actriz se mudó tras siete años en Los Ángeles y después de su ruptura con Ben Affleck, y donde se ha consolidado su relación con el vicepresidente de Tinder.