Hablamos con Lolita de su próximo 65 cumpleaños, su faceta de abuela y el legado de su madre
‘Me miro en el espejo y me veo bastante bien’, nos confiesa la artista, que no duda en tirarse al suelo para jugar con sus nietos
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A sólo unos días de su sesenta y cinco cumpleaños, celebración que tendrá lugar el próximo 6 de mayo, Lolita se siente mejor que nunca. Y no sólo físicamente. Gran parte de esta felicidad la encuentra en su faceta de abuela, que disfruta con los dos hijos de Elena Furiase. Así nos lo confesó en la función número 250 de One Man Show, el espectáculo de su compañero Carlos Latre, con quien forma parte del jurado del programa Tu cara me suena. En el Teatro Nuevo Apolo de Madrid, Lolita también nos habla del amor y de la apertura del museo dedicado a su madre, Lola Flores, que acaba de ser inaugurado en Jerez de la Frontera (Cádiz), pueblo natal de la irrepetible artista.
—Ya que estamos en el espectáculo de Carlos Latre, ¿qué destacarías de tu compañero?
—Lo generoso que es como compañero, como artista y como persona. Y lo bien que le gusta comer, que eso me encanta, porque me lleva a unos sitios estupendos.
—Se acaba de inaugurar el museo de tu madre. ¿Qué has descubierto de ella o qué te ha llamado la atención?
—Lo que me ha dado es un vuelco al corazón al ver todas sus cosas, al volver a ese María de Molina –la calle en la que nació Lola Flores, en Jerez de la Frontera– con las cosas que tenía: el piano, sus candelabros…
—¿Con qué recuerdos de tu madre te quedarías, si es que te puedes seleccionar algunos?
—Imposible, son muchos. Date cuenta que para el mundo es Lola Flores, pero para mí es mi madre.
—Lo bonito es que siga tan presente y su figura se mantenga tan moderna.
—Y en la juventud. Es que ella estaba muy adelantada a su tiempo. Por eso, la gente la quiere tanto.
—¿Tus hijos te preguntan por su abuela y por algunas cosas?
—Saben perfectamente quiénes son Olé Olé y el Yayo. A mi madre la llamamos Olé Olé, porque así la llamaba mi sobrina Alba de pequeña. Mi madre decía ‘olé, olé’ y se le quedó para siempre.
—En sólo unos días, cumples sesenta y cinco años. ¿Cómo te ves?
—Pues me miro en el espejo y me veo bastante bien. Mi trabajo me cuesta –ríe–. Pero tener sesenta y cinco años te da la experiencia y también la tranquilidad. Por ejemplo, el poder hablar de las cosas sin tapujos.
—¿Cómo te cuidas para estar así de estupenda?
—Sobre todo, con la comida y haciendo ejercicio. También es importante el dormir.
—¿Y de amor?
—Nada, estoy sola. No tengo pareja ni ganas de tenerla –ríe–.
—Ahora mismo, ¿estás entregada a tus nietos?
—No, yo estoy entregada a la vida. En general. Si viene la pareja, vendrá. Si no viene, tampoco pasa nada. Pero mis nietos son lo mejor del mundo. Mis hijos y mis nietos.
—¿Te gusta la palabra ‘abuela’ y ejercer como tal?
—Me encanta. De hecho, mis nietos me llaman agüela Lolita, con ‘g’ –ríe–. Me gusta estar con ellos y, aunque me duela el lumbago, hago de todo: me tiro al suelo, duermo con ellos, les doy de comer…
—Por último, cuéntanos qué proyectos tienes a la vista. ¿Quizá alguna película?
—De momento, no. Estamos esperando y deseando que se estrene la serie Las invisibles.
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