El chico de las musarañas está compuesto de 312 páginas y los textos de Aless Lequio, que han sido respetados íntegramente en su versión original, pueden leerse desde la página 159 a la 231. En total, 72 hojas en las que encontramos el legado literario del joven empresario. Se trata de un relato sincero, ácido, irónico, vibrante y con un sentido del humor único, que refleja el talento, el carisma y la personalidad del hijo de Ana Obregón y Alessandro Lequio.
Aless empezó a escribir su libro en Nueva Jersey, cuando se encontraba en medio de sus tratamientos de quimioterapia y radioterapia. En aquel momento, según cuenta la actriz y presentadora, cada tarde se encerraba en su habitación para hilvanar las palabras que contaran su propia historia desde el día en el que le diagnosticaron la enfermedad. "Estoy escribiendo un libro. Se llamaEl chico de las musarañas. Os he cambiado el nombre a ti y a papa. Cuando lo termine, lo leerás y lo publicaré. Donaré los beneficios para la investigación del maldito cáncer", le dijo a su madre. Desafortunadamente, el joven no pudo finalizar su obra, pero Ana Obregón recuperó los escritos dos años después de su muerte y hoy, por fin, ven la luz.
En el primer capítulo, titulado Valientes cabrones, Aless relata con humor aquel 23 de marzo de 2018, cuando acudió al hospital por "un dolor agudo en la zona peritoneal, nada parecido a un tirón o un escozor vulgar" que llevaba sufriendo desde finales de 2017. "Reconozco esos dolores, es como si creciera algo dentro de mí. Algo que empuja desde dentro hacia fuera, removiéndome los interiores. Suele presentarse en oleajes de dolor a altas horas de la madrugada y dura dos o tres horas hasta que consigo conciliar el sueño. Durante el día, aprieta pero no ahoga. A veces, hasta puedo sentirlo al sentarme. El problema es que llevo sin dormir bien desde hace un mes y sin pegar ojo desde hace una semana. Hay que encontrarle remedio a esto ya", añade, describiendo así los primeros síntomas de su enfermedad.
El diagnóstico, hasta ese momento, eran "hemorroides", sin embargo, en el segundo capítulo, Nalgas y más nalgas, el joven cuenta que los médicos detectaron "un abceso" y programaron una operación para evitar una infección. Aless recuerda que antes de pasar por el quirófano su madre informó a los sanitarios de la enfermedad de Von Willebrand que padecía el padre del joven y que no sabía si su hijo había heredado o no.
El empresario también resume en este capítulo la relación de sus padres, a quienes bautiza como don Ernesto y doña Aitana en la ficción. "Mi padre, formalmente conocido como don Ernesto, mantuvo una relación breve pero llena de acontecimientos con doña Aitana, poniendo fin a la misma tras conocer a otra mujer menos agraciada transcurridos los doce meses de comenzar la vida en pareja. Desde entonces, don Ernesto y doña Aitana, galán italiano y musa española, son mejores amigos y forman un tándem perfecto para lidiar con los asuntos referentes a mi persona", escribe.
"Tengo cáncer, pero lo peor de todo, tengo miedo"
En el tercer y último capítulo, El bache, Aless rememora la llamada que le hizo a su padre para contarle que tenía que ser intervenido. "Han encontrado un abceso bastante alargado por la pared del recto y quieren saber qué es", le dijo. El relato del joven acaba aquí, con la llegada de Alessandro al hospital. Aless no tuvo más tiempo para seguir compartiendo su testimonio. Desafortunadamente, lo que parecía un simple abceso resultó ser un tumor maligno de diez centímetros, un tipo de cáncer muy raro y agresivo que le arrebató la vida el 13 de mayo de 2020. Pero Ana Obregón ha querido rescatar otros escritos de su hijo. Uno de ellos es la carta que el empresario escribió al amor de su vida, sin destinatario, porque "ese amor nunca existió porque el maldito cáncer te robó el tiempo para encontrarlo". En ella, el empresario se mostraba así de sincero y vulnerable: "Tengo cáncer, pero lo peor de todo, tengo miedo".
En otro texto, titulado Empatía: la magia de existir, Aless reflexiona sobre la existencia. "La muerte no es más que una tansición. Podría compararse a la preparación del cuerpo humano que precede un parto. Hablo de sensaciones inquitantesmente tranquilizadoras y lúcidas, sensaciones que te dejan inmóvil, y si quieres, te lanzan fuera del cuerpo, y cuando me refiero a fuera del cuerpo, me refiero a que sales del cuerpo literalmente y dejas de ver, simplemente percibes sin saber muy bien cómo ni por qué, pero percibes algo, algo superior. Todavía quedaba la última batalla, la batalla de mi vida, pero creo que el cuerpo es sabio y te prepara para todo, incluso la muerte. Es lo más extraño que he sentido en mi vida", escribe. Ana Obregón, al leer estos pensamientos, añade con cierto pesar: "Te estabas preparando para la muerte, y yo no lo sabía, perdóname".
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