El 30 de marzo, Ana Duato ponía rumbo a la India en un emocionante y significativo viaje junto a su hija, María Bernardeau, de 18 años. Con varias fotografías en el aeropuerto y portando dos grandes mochilas, se despedían de Madrid para comenzar una aventura que durante nueve días las ha llevado a conocer de primera mano el trabajo de la ONG Sonrisas de Bombay, creada en 2005 por el escritor y periodista Jaume Sanllorente.
“Vamos a transmitiros la realidad sobre la trata de personas, una verdad intolerable que se vive hoy día. Qué ganas de que nos acompañéis en este viaje”, decía la protagonista de Cuéntame cómo pasó. Al fundador y director general de la organización lo conoció en 2012 y desde entonces los une una buena amistad que los ha llevado a colaborar en anteriores ocasiones.
“Como madre e hija que somos, las historias que hemos conocido aquí son una lección de vida para ambas”, dice la actriz de Cuéntame, ilusionada por haber hecho este viaje con María
En 2015, por ejemplo, con motivo del décimo aniversario de la organización, Ana Duato fue una de las seis firmas invitadas a participar en el libro de relatos infantiles Diez cuentos, diez sonrisas, y es desde hace dos años embajadora de la campaña contra la trata de personas que impulsa la fundación. Hace tiempo que la intérprete deseaba hacer una visita sobre el terreno: “Hay que verlo, ponerles nombre, cara y ojos a esos niños y niñas. Palparlo para después transmitirlo desde dentro”, decía poco antes de emprender su viaje.
Y ahora ha podido hacer realidad esta visita para dar visibilidad a la labor de la organización. Durante su estancia, Ana, que siempre ha estado involucrada en la defensa de los derechos de la infancia, y su hija han podido conocer diferentes escuelas y parvularios para niños desfavorecidos y una casa de acogida para mujeres víctimas de la explotación sexual. “Me siento una privilegiada por conocer a mujeres maravillosas como vosotras, que, estando tan lejos y en unas circunstancias tan diferentes, sois un ejemplo de superación y de valentía —señaló la actriz—. Me siento muy cerca de vosotras y orgullosa de lo que habéis sido capaces de superar. Como madre e hija que somos, las historias que hemos conocido aquí son una lección de vida para ambas, y vuestras miradas y sonrisas nos acompañarán para siempre”.
Para María la experiencia también ha sido muy valiosa: “He conocido a chicas maravillosas, de mi edad y más jóvenes, que habían sido explotadas sexualmente. También a niñas y niños cuyas madres lo estaban, y es un sentimiento difícil de explicar, porque somos iguales en muchos aspectos, pero nos separa una realidad muy injusta”. Para la joven, “todos tenemos la capacidad de ayudar a que esta situación cambie, porque la labor que hace esta ONG es real, y si ellos no estuvieran ahí, muchos más niños serían víctimas de las mafias de la trata”.
María debutó con doce años en la pantalla, en Cuéntame, en el papel de Merche de niña, estudia Bellas Artes e Interpretación y siempre había querido acompañar a su madre en los viajes que ha hecho con Unicef: “Y se quedaba con las ganas porque me parecía un poco pronto. Pero, ahora que tiene 18 años, tiene la madurez suficiente para viajar y conocer otras realidades. Porque una cosa es viajar como niña y otra para ver otras realidades, que a lo mejor pueden ser duras y son muy diferentes a tu vida, y eso es un regalo para ella. Siempre ha sido muy comprometida y muy empática con las personas vulnerables, siempre ha tenido la iniciativa de hacer cosas por los demás. María estudia Bellas Artes, pero también quiere enfocarlo para trabajar con niños, personas desfavorecidas… Siempre ha ido por esa línea”, comentaba su madre en una entrevista para Sonrisas de Bombay.
“Ahora que tiene 18 años, tiene la madurez suficiente para viajar y conocer otras realidades. Estudia Bellas Artes, pero también quiere enfocarlo para trabajar con niños, personas desfavorecidas… siempre ha ido por esa línea”
Durante su estancia en la ciudad, donde Jaume Sanllorente lleva residiendo casi dos décadas, vivieron momentos muy emotivos, como cuando las comunidades que visitaban las recibían con collares de flores y les imponían el típico bindi, el punto rojo en la frente, una señal de bendición y bienvenida.
Ana y María quisieron llamar a este proyecto solidario Una sonrisa en la mochila porque han viajado tan solo con una mochila y con el objetivo de grabar el testimonio que allí han visto y dar visibilidad al esfuerzo sin descanso: “Nos llevamos una mochila cargada de sonrisas y de ganas de comenzar otra parte del viaje: enseñar en un documental la labor que hace Sonrisas de Bombay y que verá la luz muy pronto”, señala la actriz, que había viajado antes dos veces al país asiático: la primera, cuando su hijo mayor, el también actor Miguel Bernardeau, era muy pequeño, y la segunda, en su 50 cumpleaños, para visitar al nacimiento del río Ganges.