María Pombo ya está en Madrid tras las vacaciones de Semana Santa, unos días en los que ha disfrutado de la compañía de su familia al completo en uno de sus destinos preferidos: Almería. La influencer, que el próximo mes de julio dará la bienvenida al mundo a su hija Vega ya instalada en su nuevo domicilio, afronta el nuevo trimestre con nuevos e ilusionantes retos a nivel profesional y personal. Uno de ellos es el inicio de la etapa escolar de Martín, que ya tiene más de dos años y ha comenzado el colegio este miércoles. Una jornada en la que las emociones han estado a flor de piel, tal y como ha confesado la mediática madrileña.
Haciendo gala de la naturalidad y la honestidad que le caracterizan, María, de 28 años, ha relatado algunos detalles del primer día de escuela del pequeño de la casa, una experiencia que no ha sido tan positiva y llevadera como esperaba. "Yo ya había escuchado por ahí a las malas lenguas que decían que el primer día de cole de un niño era muy duro para los padres, también para el niño, obviamente, pero más duro todavía para los padres y, si me apuras, más duro para las madres. Eso lo digo en bajito, pero casi siempre es así", ha comenzado diciendo.
María, que ha admitido que tenía las expectativas de que Martín se adaptaría rápido muy altas porque es muy independiente y le encanta hacer amigos y jugar allí por donde va, ha confesado que esta primera toma de contacto con el colegio ha sido complicada, "no sé cómo explicaros... El peor día de mi vida", ha agregado. "Qué horror, qué horror de sentimiento ver que tu hijo te está pidiendo ayuda con lagrimones de cocodrilo, que encima Martín no suele llorar mucho, entonces todavía más duro", ha comentado, al tiempo que ha preguntado abiertamente "¿Por qué hay que pasar por esto? No lo entiendo".
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La creadora de contenido, que ya ha superado la barrera de los 3 millones de seguidores en su perfil social, también ha querido hablar de las emociones que le inundan en este momento, en el que se siente "entre triste y cabreada" por ver a su hijo pasar un mal rato que no puede evitar de ningún modo. Pese a ello, el trance ha sido breve, pues hoy han asistido únicamente a una jornada de adaptación que ha tenido una duración de tan solo 40 minutos. Según ha explicado, en primer lugar, han jugado juntos en el recreo y después han pasado a conocer a las profesoras. Ha sido al final cuando ha llegado "el peor momento": "Ha estado solito 15 minutos con sus profes, que, por supuesto, a mí se me han hecho eternos", ha contado.
Además de hablar auténticas maravillas sobre las maestras que tendrán un importante papel en este capítulo vital de su retoño, la menor de las hermanas Pombo ha confesado quele hubiera encantado ir a un colegio así durante su infancia: "No sabéis cómo es", ha remarcado, al tiempo que ha dejado claro que los alumnos "tienen un súper período de adaptación" antes de arrancar con la rutina al cien por cien.
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