Desde hace unos años, influencer ha pasado a ser una palabra más en el vocabulario de casi todo el mundo y se ha convertido en una de las profesiones de moda. Muchos son los que sueñan con lanzarse a este mundo donde los éxitos se contabilizan a base de visitas y likes. Pero ¿qué hay realmente detrás de esa vida tan idílica. ¿Por qué se han hecho tan famosos? ¿Cuánto dinero ganan? ¿Cómo se consigue un ejército de seguidores? Todas estas cuestiones y muchas más, como los viajes de ensueño y las fiestas exclusivas, se resuelven en la docuserie Influencers: sobrevivir a las redes, producido por Unicorn Content (la productora de Ana Rosa Quintana y Xelo Montesinos) y conducido por Luc Loren , un célebre creador de contenidos de 32 años que mantiene una gran amistad con la estrella de las redes, Dulceida, desde hace ya más de una década.
“La idea fue de la productora, que fue la que se puso en contacto conmigo porque tengo un programa, No estamos locas, en YouTube, en el que se habla de salud mental y entrevistó a diversos influencers para ver y conocer su estado emocional. Decidimos partir de esa base y de las reflexiones de esta industria, que yo he ido haciendo a lo largo de esta última década. Han pasado ya diez años y consideraron que era un tiempo suficiente para hacer este análisis en esta docuserie, en la que se reúnen a más de veinticinco influencers de varias generaciones y que utilizan distintas plataformas. También va dirigido a las personas que no entienden esta profesión, para que puedan hacer un primer acercamiento realista a ella y vean lo que se cuece dentro”.
-¿Qué te gustaría conseguir del público que lo vea? ¿Cuál era tu motivación principal?
-A mí no me gustaría que la gente lo recibiera como una victimización por parte de los influencers, dado que ahora es uno de los debates más candentes que hay. Muchos son los que piensan que no trabajamos nada y que, encima, queremos hacer ver que hay mucho trabajo detrás. En todas las profesiones hay, por descontado, muchísimo trabajo y lo que he querido mostrar es que en la nuestra no es oro todo lo que reluce. Cualquiera puede ser influencer con su teléfono móvil y con una buena estrategia y un buen equipo. A nosotros no nos ha tocado la gracia divina de Dios. Lo que sí es cierto es que hay que tener mucho cuidado con la gente joven y más vulnerable, porque estar tan expuestos puede ser para ellos emocionalmente muy peligroso. Tienen que tener cuidado y saber rodearse de un buen entorno, porque no es una profesión cualquiera.
-Según tú, ¿qué hay que hacer para sobrevivir en las redes sociales?
-Yo creo que, como decía, hay que tener un buen entorno, un entorno sano que sepa bajarte los pies a la tierra. Si empiezas a petarlo mucho en las redes y sólo te rodeas de gente que lo está petando también, es muy fácil intoxicarse y que la fama se te suba a la cabeza. Es lo que le pasa a muchísima gente. Cada vez veo a más creadores que están en las redes por estar, por la fama, por los likes y por las visitas. Siempre digo que un influencer tiene que hablar desde la verdad y que tiene que tener un mensaje que contar más o menos profundo pero que realmente le apetezca. Si crean ese contenido en función de las visitas, llegará un momento en que dejarán de ser auténticos. Para sobrevivir tienes que ser auténtico, constante y muy trabajador. Es fácil llegar y tener videos virales, sobre todo en Tik Tok, donde el algoritmo te posiciona en todo el mundo, pero lo complicado es perdurar, renovarse y mantener los pies en el suelo.
“Yo vengo del mundo de la publicidad y he trabajado en agencias y productoras audiovisuales, pero, en las redes sociales, se gana el triple y el cuádruple”
-¿Piensas que a los influencers no los toman todavía en serio, que es una profesión denostada?
-Yo diría que hay gente que no nos toma en serio y otra que sí. Pero lo que creo es que los usuarios deciden lo que quiere consumir y que nadie les está poniendo una pistola en la sien para que le sigan. Nosotros, por norma, hacemos siempre un contenido para un nicho y un segmento concreto. Otros, son de masas, pero, por mucho que tengan millones de seguidores, si no te interesa de lo que habla, no tienes por qué seguirlos. Es responsabilidad de cada usuario lo que consume o no consume.
-En tu docuserie, acompañas a algunas de las “estrellas” de las redes sociales más conocidas de España en un recorrido por las luces y sombras del mundo de las redes sociales. ¿Qué es lo mejor y peor de la profesión?
-Creo que es una profesión súper privilegiada. Yo vengo del mundo de la publicidad y he trabajado en agencias y productoras audiovisuales, pero, en las redes sociales, se gana el triple y el cuádruple. Ahora bien, también quiero recalcar que, en este mundo, nada es gratis. Los influencers pagamos mucho con lo que es la visa mental y cedemos nuestra comunicación. La gente te dice: “¡Qué fácil es hacer un story!”. Pero lo que no es tan fácil es haberte creado una plataforma con seguidores y con credibilidad. Porque, al final, tú vales lo que generas. Lo peor, sin duda alguna, es la pérdida de la intimidad. Esa angustia de levantarte por la mañana y no pensar en lo que te vas a poner sino en qué vas a contar. Soy de los que piensan que la creatividad tiene que respirar. No podemos estar creando grandes piezas audiovisuales todas las semanas. Estamos metidos en una vóragine que genera mucha presión.
-Tu docuserie está dirigida también a derribar mitos, ¿nos podrías explicar algunas de estas falsas creencias que os rodean?
-Muchas veces, lo más mediático en la prensa es el mundo del lifestyle. Y al lifestyle, no sé por qué, siempre se le ha tenido muchos prejuicios. Hay gente que quiere seguir a los influencers para saber qué perfumenes llevan, qué ropa se ponen, pero otra que considera que la moda es algo superficial. Como digo, no hace falta seguir a perfiles que alguién puede considerarlos falsos. Animo a los influencers a que hagan podcasts y mantengan conversaciones con sus seguidores. Que, de alguna manera, intenten contar algo más sobre ellos y sobre su personalidad, sus valores y sus creencias reales. Es una manera de mostrarte vulnerable y acabar con los prejuicios. Ahí es donde creo que te ganas a la gente.
-Ser influencer es un talento, pero lleva trabajo convertirse en uno, ¿cómo empezó tu carrera? ¿De qué manera te hiciste tú?
-Yo llevo casi diez años en esta industria y me hice influencer gracias a mi mejor amiga, Dulceida. Empezamos un poco como pareja creativa cuando ella empezó con su blog, en el que yo le hacía las fotos. Fue, entonces, cuando cree mi canal de YouTube y empecé a recibir seguidores de rebote. Dígamos que Aida fue mi plataforma, pero que luego supe trabajármelo. Eso sí, tuve que compaginarlo con mi trabajo en una agencia de publicidad, porque, en aquella época, costaba mucho rentabilizar el trabajo como influencer. Incluso la misma Aida facturaba unos meses bien y otros no tan bien.
“Está empezando a generarse algo que no me acaba de gustar porque veo mucha competencia, mucha gente altiva en los eventos y muchas envidias. Me da mucha pena”
-¿Es difícil ser un influencer con casi trescientos mil seguidores? ¿Cómo lo gestionas?
-Yo creo que el mayor reto y lo más complicado es saber mantenerse porque llevo en ésto muchos años y estoy viendo un cambio de paradigma y un cambio de código a la hora de comunicar.
-¿Hay mucha competencia entre vosotros?
-No te voy a engañar, está empezando a generarse algo que no me acaba de gustar porque veo mucha competencia, mucha gente altiva en los eventos y muchas envidias. Me da mucha pena. Animo a los influencers a que vayamos de la mano y a que no tiremos piedras contra nuestro propio tejado. Yo siempre me rodeo de gente súper empática y generosa, y, cuando tenemos un proyecto, nos apoyamos con nuestros stories.
-Tu mejor amiga, Dulceida, es la “reina” de las redes sociales. ¿Cómo fue ese momento de conocerla?
-Otorgar una corona a día de hoy, teniendo en cuenta que hay tanta diversidad, es un poco banal, porque han llegado nueva generaciones y ella no va a poder ser siempre la reina. Pero sí se puede decir que Aida ha sido la primera que ha sabido trasladarse de una plataforma a otra. Al haber vivido tanto tiempo en las redes sociales y haber sabido renovar su contenido, siempre está en boca de todos y sabe conseguir un titular. Su movimiento maestro ha sido crear los Premios Ídolo, con el objetivo de premiar a los creadores digitales de contenido de nuestro país.
-¿Y María Pombo?
-Tengo una relación con ella que se comenta de una manera un poco polémica en las redes porque tenemos ideologías opuestas, pero siempre digo que, si no te puedes sentar en una mesa con una persona que no piensa como tú, no podemos existir como sociedad. Además, María me concedió una entrevista hace tres o cuatro años en la que me confesó que iba al psicólogo. En aquel momento, fue un titular porque no se le daba, a la salud mental, la importancia que se le da ahora. Desde entonces, hemos compartido viajes y momentos y hemos creado una bonita amistad, aunque evidentemente no es como la que mantengo con Aida en el día a día.
-¿Qué piensas de Victoria Federica?
-Estuve compartiendo con ella un evento hace pocos días. Es una mujer encantadora y siempre me ha mostrado mucho respeto. He de confesar que yo, como consumidor, no seguiría sus contenidos, pero eso no quiere decir que no respete lo que hace. Es el problema que tiene la mayoría de la gente.
-Un estudio revela que la mayoría de los jóvenes españoles desea ser en el futuro influencers, ¿qué les dirías?
-Que hablen desde la verdad, trasladen un mensaje que hable de ellos y que creen contenidos que a ellos les guste y no por conseguir visitas. También que tengan claro que no es oro todo lo que reluce, que en este mundo se madruga, se trabaja y se pierde dinero. Esto es un negocio y hay gente a la que no le ha salido bien.