“Sigo con mi fe, con mis oraciones por las mañanas y por las noches. Vivo feliz. Y procuro, como siempre he hecho, no salir de mi forma habitual de ser, y ya está», nos dice la baronesa Thyssen , a las puertas de soplar 18 velas. “Sí, 18”, ríe cuando nos cuenta que, desde que cumplió la mayoría de edad, es el número que corona su pastel de cumpleaños cada 23 de abril, por muchos aniversarios que sume. Nos reunimos con ella en la Costa Brava, donde pasa la Semana Santa junto a Carmen y Sabina, en su querida ‘Más Mañanas’. Muy cerca de su residencia acaba de inaugurar un coqueto hotel en S’Agaró, que ella misma ha decorado. The Pink Elephant lo ha llamado, un nombre divertido para esta nueva aventura como empresaria hotelera. Con Carmen Cervera hablamos de este momento de su vida, un año después de la firma del préstamo de su colección, de sus mellizas, que en julio cumplirán diecisiete años, y también de Ana Obregón y la llegada de su hija, que a Tita le ha traído tantos recuerdos de cuando ella viajó a California para su nacimiento.
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—Tita, qué proyecto tan distinto a todo lo que haces.
—Sí, es algo totalmente nuevo. Tenía esta casa desde hace muchos años y no quería que estuviera sin reformar. Y pensaba: “¿Qué hago con ella?”. Y al final, me decidí porque todo el mundo me decía: “¿Por qué no haces un pequeño hotel o un restaurante, ya que está tan cerca del mar?”. Y dije: “Venga, la arreglo, porque, además, está a medio minuto del mar, en plena playa”.
—¿Cómo llegó la casa a ti, la heredaste, la compraste como inversión?
—Fue una inversión. La compré hace muchísimos años a una familia a la que quise ayudar.
—Lo has llamado The Pink Elephant. ¿Cómo se te ocurrió el nombre?
—Me pareció divertido. Quería hacer una cosa divertida sin compromisos de nada, y el elefante es un animal que siempre me ha gustado. Al final, hemos podido hacer nueve habitaciones con sus nueve plazas de garaje. El hotel es pequeño, pero muy atractivo y acogedor, está en la bahía de S’Agaró, que es espectacular tanto de día, con la playa de aguas cristalinas, como de noche, con la luz de la luna.
“La he felicitado por telegrama porque tampoco quería molestarla, estos días habrá tenido miles de llamadas, pero ella sabe que yo estoy a su lado en lo que me necesite”
—Tiene mucho aire a tus casas. ¿Te has encargado de la decoración?
—Yo sola, sí, he decorado y restaurado también mis casas toda la vida, jamás he tenido un decorador. Es que me encanta, disfruto cuando decoro. Lo paso muy bien —ríe—.
—Una nueva etapa, Tita, como empresaria hotelera…
—Se van a ocupar de llevarlo dos personas que saben hacerlo, son italianos, Tina y Carlo, y yo iré de vez en cuando a disfrutar de su encanto y pasarlo bien. Hay restaurante, cafetería, tapas, copas… Habrá buena música, pero suave, nada de estridencias ni sonidos altos que molesten a los vecinos.
—¿Ahora estáis pasando la Semana Santa en Sant Feliú?
—Sí, las niñas llegaron justo de Andorra el viernes pasado, las esperé y nos fuimos a la apertura del hotel. Me acompañaron las dos, pero Sabina no quiso hacerse fotos y yo lo respeté. Ellas opinan, claro, van a cumplir diecisiete años en julio. Luego nos fuimos a cenar todos juntos y se divirtió mucho, estuvo encantada.
“Jamás he olvidado cuando cogí por primera vez a las niñas en brazos, son momentos maravillosos y únicos, como jamás me he olvidado del nacimiento de mi hijo. Y me gustaría que fueran así de felices para Ana y su hija”
—Carmen está muy cambiada desde la última vez que la vimos el año pasado en la firma del acuerdo de la colección.
—Sí, están en plena adolescencia y han crecido mucho. En cuanto me quiero dar cuenta digo: “¡Si ya me han pasado las dos!”. Carmen ha estado en Nueva York ahora. Eligieron a dos estudiantes de varios colegios diferentes, ella iba con otra alumna de su centro. En total, eran seis chicas y seis chicos, y los invitaron durante once días a las Naciones Unidas; cada uno tenía un proyecto que tenía que exponer. Estaba muy ilusionada con ir. En los momentos en que no tenían que estar allí han recorrido Nueva York mucho más de lo que yo he recorrido nunca la ciudad en todos los años que he estado yendo. Yo estaba un poco asustada, Nueva York es muy grande, ¿no?, para estar ahí sola. Bueno, iba con alumnos y dos tutores, pero de todas formas era la primera vez que salía tan lejos sin mí.
Cifra redonda
—Y ahora que cumplen 17, ¿tienen ya más claro que harán?
—Carmen quiere ir a la Universidad de Harvard y está estudiando mucho. Yo le he dicho que elija lo que quiera, no la voy a influenciar en nada. A los hijos hay que dejarlos libres, para qué influirles en algo que luego no quieren estudiar. Creo que dentro de poco se dará cuenta de lo que ha vivido este invierno y experiencias como haber ido a Naciones Unidas van calando y le ayudarán a darse cuenta de lo que quiere. Parece que se podría inclinar por Relaciones Internacionales, pero no sé si será definitivo. Iban con ellos dos profesores excelentes y desde luego les han hecho ver todo …Han ido hasta a recorrer Central Park en bicicleta.
—Menuda experiencia, ¿ha tenido que hablar en la ONU?
—Sí, ella llevaba su proyecto y ha tenido que hablar. Lo ha hecho muy bien, iba con buenísimas calificaciones. Yo estaba un poco asustada, Nueva York es muy grande ¿no? para estar ahí sola. Bueno, iba con alumnos y dos tutores, pero de todas formas era la primera vez que salía tan lejos sin mí. Lo ha hecho muy bien, ha estado muy contenta y yo también. Naturalmente cuando la convocaron me pidió permiso para ir y desde el principio le dije que sí, claro. Es una experiencia de vida y ha vuelto de otra forma, un poquito más adulta. Los viajes así solos les vienen bien.
—A Sabina le gusta más el lado artístico.
—Sí, absolutamente. Tiene una profesora de solfeo y canto, tiene buena voz, y toca el piano desde hace años. Ya sabe óperas en italiano. Al mismo tiempo le gusta escribir, desde que era muy pequeña se inventaba cuentos y dibujaba para ilustrar la historia. Le falta un curso para terminar la ESO y después tiene claro que hará algo artístico porque es lo que más le gusta. Parece mentira que nacieran a la misma hora, son mellizas y a la vez son tan diferentes.
“Tenía la casa hace muchos años y al final me decidí por hacer un hotel. Es pequeño pero muy atractivo y acogedor, lo he decorado yo sola”
—Suele pasar, cada mellizo es un mundo.
—Sí, es así. Además, van cambiando, creciendo y madurando, por ejemplo, Carmen ha vuelto más afectiva, quiso invitar a su hermana a cenar. Nunca quería ir sola con ella, como tantas adolescentes, prefería ir con las amigas, y Sabina también, pero se fueron las dos solas. Se ve que querrían hablar, me hizo mucha gracia —ríe— y me gustó. Les dije que sí, que fueran.
—A ver si le quería contar algo de algún novio…
—Yo creo que sí —ríe—. A mí me cuenta poquito, pero claro…
—Están en la edad, Tita.
—Sí, son dos mujercitas ya. Los viernes por la noche salen con sus amigas. Van a la única discoteca que hay y están encantadas. En Andorra hay mucha seguridad, están cerca, no tienen que irse lejos en coche, y estoy tranquila.
—¿Qué te gustaría para ellas en el futuro?
—Lo que ellas quieran hacer, de verdad. Va a haber dos museos que se llamen Carmen Thyssen, como yo, y me gustaría muchísimo que me siguieran en el mundo del arte. Ahora, Borja también se ha convertido en un coleccionista serio, y estoy muy contenta. Desde niño vivió el mundo del arte, entre Villa Favorita, los viajes y exhibiciones temporales alrededor del mundo…Ellas también lo están viviendo, pero si no quieren o no lo sienten como yo, no las forzaré, no debo.
Tita cumple años el 23 de abril: “No voy a celebrarlo haciendo nada especial, estar en algún lugar donde podamos reunirnos en familia y ya está”
—Al menos la intranquilidad de ver qué pasaría con tu colección te la has quitado.
—Sí, estoy feliz, contenta y muy agradecida. Y para qué lo voy a negar, naturalmente, también más tranquila porque dentro de quince años los herederos tendrán más edad y sabrán mejor la importancia de la colección que tienen.
—En unos días soplas las velas, es una cifra redonda, Tita, tu 80 cumpleaños.
—Sí —ríe—, yo llevo los años dentro. Desde que cumplí 18, siempre pongo 18 velas en el pastel, cada año —añade con humor—. Yo creo que la edad es la que tienes en el alma y en el corazón y en cómo ves el mundo. Yo, a través de mis ojos, lo veo igual que siempre. Externamente sí cambias, pero no me fijo tanto porque no me miro en los espejos como antes, que era más presumida —ríe—.
—Físicamente te cuidas, siempre lo has hecho.
—Hay que tomar las vitaminas adecuadas y hace años que procuro llevar una vida más sana. Tener una alimentación saludable, cenar poco y todos los días caminar y hacer estiramientos, que es el ejercicio que hago. En verano también me gusta nadar.
“Carmen acaba de estar en Nueva York, donde presentó, con otros estudiantes, un proyecto en las Naciones Unidas”
—Eso te permite estar así de bien a tus “18”.
—Estoy ágil, sí. No he perdido la agilidad ni la altura. Los estiramientos son importantes para no perder altura, que con la vejez uno se hace más pequeño, y hay que andar para que el cuerpo esté en movimiento. Y cenar poco, que, si no el estómago trabaja demasiado y no es saludable y, por el contrario, desayunar fuerte. Antes me pasaba la mañana solo con un café porque no tenía tiempo, ahora procuro desayunar bien.
—¿Vas a celebrarlo de manera especial?
—Nada especial, estar en algún lugar donde podamos reunirnos en familia y ya está. Ya no me hace mucha gracia celebrarlos, pero bueno, hay que soplar las velas, claro. Nací un viernes Santo, el día de San Jorge, es una fecha especial en la que recuerdas cuando eras pequeña, con tu padre, tu madre, tus hermanos… días familiares. Pero procuro no pensar demasiado porque si no, viviría en la eterna nostalgia y no quiero. Eso sí, todas las mañanas les recuerdo y doy los buenos días.
—¿Cómo llevas que un día las niñas se marchen?
—Este viaje a Nueva York de Carmen fue el principio y se irá. Es normal. Debemos respetar que tienen una vida por delante, yo nunca le he dicho tampoco a Borja que no lo hiciese.
—¿En este momento os veis?
—Sí, pero, como siempre, a todas las madres nos gusta tener a nuestros hijos más tiempo y más cerca, a él y a sus niños.
—Al final, cada uno tiene su vida hecha.
—Claro, cada uno tiene su vida y siempre se la he respetado, siempre. Él quería y debía hacer su vida y la hizo, se tiene que aceptar y ya está. Lo que me importa es que sea feliz.
—Ahora que Carmen y Sabina son más mayores, ¿qué planes hacéis juntas?
—Planeamos los estudios, las vacaciones, aunque yo apenas ceno, me siento con ellas y charlamos ese rato porque al día siguiente se levantan a las siete para ir al colegio, los fines de semana almorzamos juntas y tenemos más tiempo para compartir.
—No puedo dejar de preguntarte por Ana Obregón, que ha sido madre tras seguir un proceso muy similar al tuyo con las mellizas. ¿Qué te parece?
—Siempre he apreciado mucho a Ana y a su familia. No nos hemos tratado muchísimo, seguramente menos de lo que yo y ella quisiéramos, porque me parece una persona encantadora. Y lo que ha pasado ella con su hijo es lo peor que le puede ocurrir a una madre, eso lo sabemos todas las madres. El nacimiento de una niña es un regalo del cielo y debemos dejarla en paz.
“Ana tiene una edad adecuada para cuidar de su bebé, yo también traje a las niñas con una edad parecida y mira cómo las he cuidado, están estupendas, estudiando, sacando buenas notas”
—¿Has tenido oportunidad de hablar con ella?
—La he felicitado por telegrama porque tampoco quería molestarla, estos días habrá tenido miles de llamadas, pero ella sabe que yo estoy a su lado en lo que me necesite. Encuentro que es una mujer valiente. Me cae muy bien, porque siempre ha sido muy amable, educada e inteligente. Ha nacido un bebé maravilloso y lo que espero y deseo es que esa niña sea feliz. Por favor, que la dejen en paz.
—Ana Obregón se ha convertido en debate nacional, pero no había sucedido nunca en otros casos, ni tampoco cuando tú viniste con las niñas.
—Ni mucho menos. Aparecí con mis niñas y se acabó. Les pueden estar complicando un momento muy feliz, como es la llegada de un bebé al mundo, después del drama tan enorme que ha pasado. Yo no me entrometo en la vida de los demás porque cada uno tiene sus razones y sus circunstancias que no conocemos. No me gustan nada algunas cosas que se están diciendo.
—Por un lado, está el proceso de la gestación subrogada y por otro también hay debate por la edad.
—Tiene una edad adecuada para cuidar de su bebé, yo también traje a las niñas con una edad parecida y mira cómo las he cuidado, están estupendas, fenomenal, están estudiando, sacando buenas notas… También puede haber algunas ventajas, como que tenemos mucha más experiencia a cierta edad que cuando eres muy joven. Son miles los ejemplos en los que, cuando los padres faltan, son los abuelos quienes cuidan y educan a los niños y estos son felices toda su vida. La edad puede no ser lo más importante cuando cuidas a un bebé que quieres.
—¿Conocerás en algún momento a la bebé?
—Claro que sí, cuando vuelva a Madrid voy a intentar verla, cómo no, e iré a conocer a la bebé, seguro que es monísima. Sí, me encantará.
—Se ve que te has alegrado mucho por ella.
—Me alegro muchísimo, sí. De verdad que me da mucha tristeza cómo se fue de este mundo su hijo, pero también creo que está en el cielo ayudando a su madre, como creo que mis seres queridos me ayudan a mí. Lo único que te sostiene de un sufrimiento tan grande es la fe, yo la tengo y ella también.
—Ana está cumpliendo los sueños de su hijo, Aless, creó la fundación, ha terminado el libro que comenzó… ¿Y si la niña fuera su sueño cumplido de formar una familia?
—Tiene una bebé maravillosa y ya está. Y los pormenores de cómo ha llegado este bebé al mundo es su problema. No nos hemos de entrometer como no se metieron conmigo cuando lo hice.
—¿Te ha recordado a cuando tú tuviste en brazos a Carmen y a Sabina?
—Jamás he olvidado cuando cogí por primera vez a las niñas en brazos, son momentos maravillosos y únicos, como jamás me he olvidado del nacimiento de mi hijo. Y me gustaría que para Ana y su hija fueran así de felices y no se los amargaran. Cuando vivía en Estados Unidos con Lex Barker, y fíjate si hace años, ya era un procedimiento habitual, nosotros teníamos amigos que habían recurrido a la gestación subrogada porque tenían problemas de fertilidad.
—A ti tus niñas te trajeron mucha felicidad.
—Y me la siguen dando, pero lo más importante es que las veo felices a ellas. Y estoy muy feliz de haberlo hecho precisamente por eso.
—Durante este camino que emprendió Ana, ¿tuviste ocasión de hablar con ella, de contarle tu experiencia y animarla?
—Yo no he visto a Ana en muchos años, ha sido un hola, un besito y adiós, pero no hemos salido juntas. Ella lo vio por la prensa y jamás me preguntó nada.
—Retomemos tu cumpleaños, una fecha señalada ¿Si volvieras atrás te saltarías algunos pasos?
—He cometido fallos, he hecho daño sin querer y he hecho las cosas bien hechas también. Es normal, es el ser humano. Uno dice “qué pena que no sabía lo que sé ahora de la vida cuando hice aquello”, es un aprendizaje duro, pero aprendes y procuras no repetir los mismos errores.
—Para terminar, Tita, ¿qué planes tienes para los próximos meses?
—Pues, para empezar, las niñas quieren ir este verano por Grecia y Croacia con el barco, vamos a ver. Los primeros días de julio no navegaremos porque también quieren ir a varios conciertos. Yo las sigo, pero no iré -ríe-, prefiero escuchar la música, a toda mecha eso sí, pero en casa.