La muerte de su hijo Aless , después de dos años luchando contra el cáncer, marcó para siempre la vida de Ana Obregón, de 68 años . Desde que la luz de su vida se apagó, la actriz ha vivido sumergida en la más profunda oscuridad y completamente rota por el dolor. Nada parecía devolverle la sonrisa, continuaba el duelo por la pérdida, y la culpa que sentía por no haber podido salvarle de la muerte le perseguía allá donde fuese. No se sentía merecedora de disfrutar de ningún placer que ofreciera la vida, por muy pequeño o cotidiano que fuera. No tenía ningún motivo por el que seguir viva.
Sin embargo, a pesar de la tristeza y el dolor, el único consuelo que parecía hacerle levantarse por las mañanas era seguir cumpliendo los sueños de su hijo. Perpetuar su legado se convertiría en la motivación principal de Ana, y, después de tres años del fallecimiento de su hijo, la actriz, junto al padre de Aless, Alessandro Lequio, han podido poner el marcha una fundación que investigase contra el cáncer.
“Desde que Aless no está, yo no he vuelto a celebrar mi cumpleaños ni la Navidad ni nada. En estos último veranos no he sido capaz ni de bañarme en el mar. Me sentía culpable de disfrutar de algo y ahora, en cambio, no me siento culpable. Ahora es mi obligación estar feliz para ella”
Además, próximamente verá cumplido otro sueño de su hijo, ya que presentará el libroEl chico de las musarañas, que comenzó a escribir su hijo y que no pudo terminar a causa de la enfermedad. Para perpetuar su legado y cumplir el deseo de Aless, Ana terminó de escribir su libro y espera impaciente la salida al mercado de la novela. “Tengo muchas esperanzas en que sea un éxito, porque es el libro que dejó escrito Aless y es una preciosidad”. Además, en su entrevista más esperada, la actriz devela a ¡HOLA! que “todo lo que se recaude será para la fundación de Aless”.
Finalmente, Ana ha podido realizar un último deseo de su hijo: el nacimiento de una niña, Ana Sandra, que, como desvela a ¡HOLA! en su última entrevista, es la hija de Aless, y una bendición para su vida. “Yo lo que siento cuando la abrazo es como que abrazo a mi hijo, porque en el fondo estoy abrazando a mi hijo. Es lo único que me queda vivo de él”.