Era la entrevista más esperada. Si hay una persona que puede paralizar a un país entero, esa es Ana Obregón, de 68 años . La actriz, que estrena, nuevamente, maternidad por gestación subrogada, ha acaparado numerosos titulares en la última semana. Ahora, es su momento. ¡HOLA! habla, en exclusiva, con ella y nos concede su primera entrevista para presentarnos a la pequeña Ana Sandra Lequio Obregón, su hija adoptiva legalmente, que vino al mundo el pasado 20 de marzo, en Miami.
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Como es ella, clara y concisa, responde a la pregunta más repetida. ¿Es su hija? “Esta niña no es mi hija, sino mi nieta. Es hija de Aless y cuando crezca le contaré que su padre fue un héroe, para que sepa quién es y lo orgullosa que tiene que estar de él”. Primera duda despejada: legalmente es su madre, pero ero en realidad es su abuela. A pesar de las críticas, Ana Obregón iba a cumplir el último deseo de su hijo, Aless Lequio: tener descendencia en esta vida. Y así lo comunicó el joven a sus padres, “una semana antes de fallecer”. Además, después del nacimiento de la pequeña, la bióloga no cierra las puertas a una nueva maternidad.
“Hombre, me hubiera gustado también niño, pero, ¿quién sabe?, mi hijo quería tener cinco hijos, así que a lo mejor el niño también llega algún día”
El deseo de Aless Lequio
“Cuando a mi hijo le diagnosticaron el cáncer e iba a comenzar el tratamiento de quimioterapia, los médicos le recomendaron que guardara muestras de su esperma, por si los medicamentos le afectaban en el futuro, para asegurarse de poder tener hijos”, nos explica. “Aquel día estábamos en el hospital; Aless ya estaba muy mal y nos dijo que, si algo le ocurría, quería que supiéramos que él quería dejar descendencia en esta vida. Aunque ya no estuviera. Desde ese momento, lo único que me ha permitido seguir viviendo cada día, cada segundo, es cumplir la misión de traer al mundo a una hija de Aless”. Tres años después de su fallecimiento, Ana ha cumplido la voluntad de su hijo.
A pesar del gran debate, la actriz no puede estar más feliz con su nieta. Ella ha recuperado la ilusión por vivir. Pero, ¿cuándo se enteró que iba a tener una princesa en casa? “En agosto me dieron la noticia de que se había producido el embarazo y me enteré de que era niña en diciembre. ¡Madre mía, qué regalo de Navidad! ¡Una niña!”.
Por otra parte, en esta entrevista le preguntamos si le hubiese gustado que fuera un niño y su respuesta, nos sorprende porque deja abierta la puerta a una nueva maternidad: “Hombre, me hubiera gustado también niño, pero, ¿quién sabe? Mi hijo quería tener cinco hijos, así que a lo mejor el niño también llega algún día”.
“Lo que la gente no sabe es que esta fue la última voluntad de Aless: la de traer un hijo suyo al mundo. Y así nos lo comunicó de palabra a su padre y a mí una semana antes de fallecer”
Pero, después del revuelo mediático que se ha formado en la última semana, realmente ¿lo volvería a hacer? “Puede ser, puede ser. Fallé a mi hijo y no lo pude salvar, pero esto, que le juré con mi vida, lo he hecho y eso no me lo quita nadie, y no creo que haya nadie en el mundo que cuando vea a esta preciosidad de niña, tan deseada por parte de su padre desde el cielo y por mi parte desde la tierra y por parte de todos los que me quieren, no piensen igual”. Y añade: “Es algo que solamente los padres o madres que han perdido un hijo van a entender perfectamente”.
‘Esta niña quería nacer’
Es evidente que Ana está feliz, después de cinco años de sufrimiento. La bióloga vuelve a sonreír, y la pequeña o ‘su bendición’ -como se refiere a ella-, es el principal motivo. La niña nació el 20 de marzo, tres semanas antes de lo esperado. “Esta niña quería nacer. Se ha adelantado tres semanas y con todo y con eso ha pesado tres kilos y medio”. La actriz de Ana y los siete nos confiesa que Aless las cuida desde el cielo: “Su papá ya quería que estuviera aquí conmigo y que cambiara mis lágrimas de tristeza y de horror por estas lágrimas de alegría”. Porque Ana ha estado inmersa en el dolor y la profunda tristeza desde hace cinco años; la enfermedad de su hijo, su trágico fallecimiento, con tan solo 27 años, y después la muerte de sus padres. Cinco años en los que no tenía ganas de vivir.
“En estos últimos veranos no he sido capaz ni de bañarme en el mar. Me sentía culpable de disfrutar de algo y ahora, en cambio, no me siento culpable. Ahora es mi obligación estar feliz para ella y, además, mi estabilidad emocional, ahora mismo, depende de ver crecer feliz a esta niña”. Legalmente es su madre, pero en realidad es su abuela, así que la podrá llamar ‘Bela’.
“Yo creo que me llamará igual que Aless llamaba a su abuela: Bela. Yo voy a ser Bela y en cuanto tenga uso de razón se lo diré. Le diré: ‘Mira, tu papá te deseó y desgraciadamente no está aquí. Está en el cielo. Te deseó tanto y aquí estás, mi vida’”. No le va mentir, porque Ana Obregón siempre ha ido con la verdad por delante. Ahora, es su turno para volver a ser feliz. Ha vuelto a vivir.