En la gran pantalla conquista con su forma de vivir y sentir los personajes. Da igual que sean de género de fantasía, drama o que se meta en la piel de importantes personalidades de nuestra historia como Stephen Hawking -papel por el que recibió el Oscar en 2015 -, Eddie Redmayne encaja en todos ellos y se adapta como un camaleón. Y si viéndolo desde la lejanía de una butaca de cine o desde el sofá de casa tiene algo especial, en las distancias cortas hay que decir que te atrapa aún más.
El actor británico acaba de presentar en Londres la colección Aqua Terra Shades de Omega, relojería suiza de la que es embajador desde hace ocho años, y hemos podido hablar con él y descubrir cómo es la persona que hay detrás de la estrella, durante su encuentro con la prensa. Cumpliendo con el cliché de la puntualidad británica -más aún viendo la hora en su nuevo reloj-, Eddie llegó a la exposición de Omega, situada en el corazón del barrio de Mayfair, un espacio temporal donde se celebró la historia de la relojería femenina de la firma, detallando más de cien años de relojes, obras de arte e inspiración. Allí estuvo con su compañera en la saga de Animales fantásticos Zoë Kravitz , y con la actriz Zhou Dongyu, quienes también son embajadoras de la marca.
El protagonista de La chica danesa y La teoría del todo, que está casado desde 2014 con Hannah Bagshawe y es padre de dos hijos, contó que su gusto por los relojes le viene de familia y que siempre soñó con tener un Omega como su padre y, caprichos del destino, ahora trabaja con ellos y allí, entre el tic tac de los segunderos, manecillas, piezas que son auténticas obras de arte y el color de las nuevas esferas, se paró el tiempo para escuchar su historia.
-¿Siempre has usado relojes?
-Mi primer reloj fue un Flik Flak, cuando tenía unos cinco años. Y he tenido la suerte este año de ir a Biel (Suiza) a ver una fábrica de Omega, justo al lado de la de Swatch -de donde es Flik Flak-, y les he comprado a mis hijos uno. Yo recuerdo que mi padre tenía un OMEGA De Ville muy bonito, muy clásico y para él, que siempre ha sido un hombre elegante, era algo muy preciado. Entonces, cuando comencé a usar relojes, eso era a lo que aspiraba. Así que una de mis grandes alegrías es encontrarme con Omega y ser su embajador.
-¿Eres el tipo de persona que llega temprano o llega tarde?
-Mi mujer llega muy tarde. Nos casamos en un sitio donde sabía que ella se estaba cambiando... y la iglesia estaba allí, y aún así, sabía que llegaría tarde. Después de cuarenta minutos, todos me miraban nerviosos y decían: ¿Va a entrar? Dije, esto era de esperar… A mí me gusta llegar pronto a los sitios para poder sentarme y relajarme y disfrutar del momento, como cuando voy al teatro. Me encanta tener tiempo para disfrutar de la nada.
-¿Cómo organizas tu tiempo con una agenda tan ocupada como la tuya?
-Lo extraño de mi trabajo es que el tiempo, para mí, se vuelve confuso. Pero lo que es intrigante es que recuerdo cosas por la ropa que estaba usando en ese momento, la película que estaba haciendo o lo que estaba promocionando. Pero a veces se vuelve confuso cuando haces malabares con muchas cosas a la vez. Lo que intento siempre es no perder el tiempo… Pero eso está resultando cada vez más difícil con Internet (ríe).
-¿Qué te parece la colección Aqua Terra Shades?
-Lo que me encanta de OMEGA, pero específicamente de Aqua Terra, es que tienen una discreta elegancia y sin embargo, llaman la atención. Me encanta el hecho de que con estos nuevos colores, hay una vitalidad que los hace resaltar.
-De todos, ¿cuál es tu color favorito?
-Me encanta el que llevo hoy, el Sandstone. También me encanta el Terracotta. Aunque tengo que revelar algo, soy daltónico, veo todo en color pero confundo algunos colores. Aun así, me encanta la singularidad de estos relojes.
-¿Qué te ha enseñado el tiempo?
-Para mí, supuso un antes y un después cuando me di cuenta de que podía pedir tiempo. Cuando me seleccionaron para protagonizar La teoría del todo, el director James Marsh me dijo: “Sabes, esto vive o muere por tu actuación”. Y con eso, me dio confianza para decir: “Necesito cuatro meses, necesito un coach de dialecto, otro para ensayar mis movimientos… necesito tiempo para prepararlo”. Porque si tienes la suerte de conseguir un trabajo, te lanzas a por él y para mí el gran privilegio que tuve en ese momento fue poder pedir tiempo para trabajar el personaje tan a fondo como pude. Y aprendí que mi trabajo es mejor cuando tengo tiempo, no sólo para asumir los elementos técnicos, sino para meterme de lleno en el personaje.
-En alguna ocasión has comentado que tienes familiares en España, ¿has estado recientemente? ¿Qué te gusta de nuestro país?
-Sí, tengo parientes en España. Tengo un primo que vive allí y también vivió allí una tía mía que falleció. Adoro España. Tuve la suerte hace muchos años de rodar una película llamada Savage Grace en Barcelona, con Julianne Moore. Es una historia real, una historia de incesto bastante intensa, que básicamente nadie vio hasta que Julianne y yo ganamos el Oscar el mismo año (risas), así que algunas personas fueron y la vieron después de eso. Eso fue increíble, porque Barcelona pasó en la gran pantalla como si fuera Nueva York. Era una película de bajo presupuesto y, sin embargo, la experiencia que tuve haciendo esa película con el equipo español fue una de las más agradables que he tenido. Sigue siendo mi estándar de lo que sueño que sea un trabajo. Estoy empezando a prepararme en este momento para Day of the Jackal, una nueva serie de televisión basada en el libro de Frederick Forsyth y el reto del idioma está por medio. Por primera vez en mi vida, me estoy embarcando un poco en el español, que está resultando ser mucho más difícil de lo que había previsto. Pero espero que mis primos me ayuden con los dialectos (risas).
-Reformaste una maravillosa casa antigua con tu mujer, ¿te gustan la artesanía, el arte y la arquitectura?
-Dios, siempre me ha gustado hacer cosas. Ya sea un dibujo, o manualidades, desde que era pequeño. Me fui introduciendo en el arte moderno a través del estudio de la historia del arte, primero, de finales del siglo XIX, pero luego empecé a sentir curiosidad por artistas de los siglos XX y XXI. Y luego, mi mujer tiene experiencia en antigüedades. Entonces ella me reeducó sobre la historia. Nuestra casa en Londres era una casa georgiana y la reformamos tratando de respetar su historia, pero a la vez encontrando algo nuevo y fresco en ella.