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Ana Obregón, Alessandro Lequio y el posado junto a su hijo Aless que marcó un antes y un después

Tres años después de su fallecimiento, recordamos el último posado de Aless Lequio junto a sus padres


3 de abril de 2023 - 14:06 CEST

Siempre con la vitalidad y el humor que le caracterizó, Aless Lequio nos invitó a entrar, junto a sus padres, en su casa de Madrid, para contarnos cómo se estaba enfrentando al cáncer, “sin dramatizar”. Fue en diciembre de 2018, cuando Ana Obregón y Alessandro Lequio posaron por Navidad junto a su pequeño, que tristemente falleció en 2020 a causa de un sarcoma de Ewing. Ahora, recordamos el posado familiar que marcó un antes y un después en la prensa del corazón.

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“Entiendo la gravedad de la situación, pero ni yo ni mis padres hemos perdido el sentido del humor. Somos una familia que nos reímos de todo, y así vamos a continuar”, explicó Aless Lequio en las páginas de nuestra revista. Desde que le detectaron el cáncer en 2018, siempre tuvo un propósito claro: normalizar e incluso “vulgarizar” la palabra cáncer, para que la gente lo viera como un simple diagnóstico médico más.

“Esta es una enfermedad en la que, siendo realista, desconoces las idas y venidas y lo que te queda es tomarte cada día como si fuera el último y esperar lo mejor posible. En mi caso, me quedan diez años de supervisión”
Ana Obregón y su familia HOLA4090© JESÚS CORDERO
Ana Obregón, Alessandro Lequio y Aless, en el posado familiar que marcó un antes y un después en la familia.

La enfermedad

Para él, esta enfermedad no estaba asociada a fatalismo y muerte, sino a “sinónimo de vida” y aunque estuvo sometido a un largo tratamiento, a pesar de las circunstancias, Aless siguió siendo el de siempre. “Sigo siendo el mismo chico de siempre, igual de despistado. Lo que ocurre es que ahora tengo una especie de llavero que tiene un localizador, y así ya no me olvido de dónde me dejo las llaves”, contó entre risas.

El joven siempre entendió que debía seguir adelante, porque solo había dos situaciones de afrontarlo: “unos se lamentan, dramatizan y se quedan en casa llorando; otros entienden que esto es un obstáculo y ponen el cronómetro en marcha, para que su vida vuelva a la normalidad lo antes posible y poder seguir con sus ambiciones”, y añade: “Yo encajo en el tipo dos: entiendo la gravedad de la situación, pero ni yo ni mi familia hemos perdido el sentido del humor. Somos una familia que nos reímos de todo y así vamos a continuar. Esto sigue, es una tómbola”.

Ana Obregón, Alessandro Lequio y el posado junto a su hijo Aless que marcó un antes y un después

Sin embargo, hay momentos de desmotivación, desesperación, de querer tirar la toalla… y, ¿qué haces para venirte arriba? “Hay momentos de temor, pero el temor únicamente es incertidumbre y eso se combate a través del conocimiento, intentando entender. Yo siempre he tratado de entender lo que estaba pasando, observar todo desde un punto de vista empírico, analizarlo y comprenderlo”, nos explicaba. Y después de todo, su mensaje fue claro: vivir con mayor intensidad, vivir más conscientemente.

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Sus padres, su mejor apoyo

“El nivel de relación, la cercanía que tenemos mi madre y yo y yo y mi padre y los tres juntos es tan fuerte que somos los mejores amigos. Yo creo que no hay acontecimiento sobre la faz de la tierra, ni siquiera una guerra nuclear, que pueda unirnos más”. Esta relación de la que habló en ¡HOLA!, perdura hasta el día de hoy, porque Ana Obregón y Lequio siempre tendrán a su hijo como nexo de unión.

© @ana_obregon_oficial

Su día a día

Delante de la chimenea encendida y con ‘Luna’, la mascota de la familia, Aless nos relató cómo es su día a día: “Me levanto y, si puedo, voy al gimnasio. Si no puedo, voy a trabajar, y si tampoco puedo, les pido a mis colegas que vengan a casa para trabajar desde aquí y emprender nuevos proyectos”, nos dice. Su empresa, Polar Marketing, que fundó a los veintitrés años, tuvo un éxito arrollador.

Además, durante este reportaje el empresario nos contó que estaba a punto de finalizar su tratamiento, pero que esta era una enfermedad en la que desconoces las idas y venidas y, lo que te queda, “es tomarte cada día como si fuera el último”.

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