Joaquín Cortés permanece ingresado en un hospital de Madrid. La salud del bailarín, de 54 años, se ha resentido y se encuentra a la espera de varias médicas que determinen su diagnóstico. Según ha contado el propio artista, todo comenzó hace varias semanas cuando la tos, el dolor de cabeza y un cansancio extremo irrumpió en los ensayos de su nuevo espectáculo, Esencia. Pese a ello, logró actuar en el Teatro Real de Madrid el pasado 14 de marzo y en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona el 26 de marzo. Sin embargo, su estado se fue agravando de forma progesiva y en estos momentos necesita oxígeno para respirar.
"Hace unos días llevando a mi hijo Romeo al colegio empecé a toser y me quedé aturdido mientras conducía, me asusté, pero se me pasó", ha comenzado diciendo. Tras este susto, el bailarín volvió a sentirse indispuesto. "El otro día llegué a Madrid de la rueda de prensa de San Sebastián y al volver del aeropuerto a casa de nuevo empecé a toser. Esta vez le tuve que pedir a mi mujer que me cogiera el volante porque de pronto no veía nada... Cogió el volante en mitad de una curva, menos mal, fueron momentos de angustia, pero sólo duraron segundos, minutos", ha recordado. Después de estos dos percances, llegó el tercero, el más preocupante y el que le llevó directamente al hospital. "Estaba jugando con mis hijos y directamente me desvanecí. Llegué a urgencias con muy poca saturación de oxígeno en sangre".
Desde entonces, el bailarín está ingresado "con antibiótico y oxígeno" y los médicos le están haciendo pruebas de "cardiología, neurología y neumología". También tiene prevista "una broncoscopia" y "un Holter", que sirve para estudiar la actividad eléctrica del corazón durante un periodo determinado. "Así hasta que sepan que me está pasando. Agradezco a cada profesional de cada especialidad que está indagando para saber el origen de los síncopes", ha añadido.
El artista ha tenido que hacer un alto en su gira. "Ahora tendría que estar bailando en Kursaal Donostia, pero por desgracia no ha sido posible. Lo siento por todas esas personas que como yo tenían tantas ganas de estar juntos", ha lamentado. A pesar de todo, se ha mostrado optimista. "Solo me da esperanza pensar que si he bailado así de salvaje sin apenas oxígeno en sangre y con alguna infección en los pulmones, ¡cómo bailaré cuando me recupere! Gracias a todos por vuestro cariño. Y confío que con el apoyo de Dios, al final, todo esté bien". Lo único que siente en estos momentos es estar lejos de sus hijos, Romeo y Andrea, fruto de su relación con la psicóloga Mónica Moreno.