Era absolutamente imposible que Ana Obregón recuperara la ilusión por vivir. El día que se despidió para siempre de su hijo, Aless, el dolor fue tan grande que la vida dejó de tener sentido para ella. Así nos lo ha contado muchas veces durante los últimos tres años. No encontraba ningún motivo para seguir viviendo. Lo hacía, a duras penas, siempre con el desgarro en el alma, y cada sonrisa que conseguía dibujar era fruto de un esfuerzo sobrehumano de la voluntad, pero ahora, tal y como mostramos en nuestra última portada de ¡HOLA! ha vuelto a recuperar la ilusión
La pequeña vino al mundo el lunes 20 de marzo en Miami, donde Ana ha alquilado un apartamento con vistas al mar para pasar estos primeros días
Estaba sola. Con muchas personas a su alrededor, pero sola. No había sido capaz, por ejemplo, de vaciar la habitación de Aless de sus objetos personales. El tiempo se había detenido en esa casa, donde su hijo había nacido y crecido, y después enfermado. Donde había mirado de frente al cáncer, con valentía y sin drama.
Pasaban los días, los meses y los años. Daba angustia. Ana era una madre inconsolable. La sombra de Ana. Y los amigos, los hermanos, los seres queridos intercambiaban suspiros y preocupaciones. ¿Qué se puede hacer ante una desolación como esta, que no encuentra consuelo?
Lo imposible
Entonces la historia da un giro inesperado. Impensable. Ana es fotografiada a la salida de un hospital de Miami, con un bebé en sus brazos y la sonrisa más tierna, más ancha de este mundo. La felicidad se desborda, su alegría lo dice todo.
Solo Ana; sus hermanas, Celia y Amalia, y Alessandro Lequio, el padre de su hijo, Aless, sabían que el proceso estaba en marcha. El embarazo se produjo en junio de 2022, el mismo mes en que Aless habría cumplido 30 años
Abandona el hospital en una silla de ruedas que lleva un cartel en el que pueden leerse tres palabras mágicas: ‘Mother Baby Chariot’ (carrito para madre y bebé). Es el protocolo del Memorial Regional Hospital de Miami, que considera responsabilidad del centro asegurarse de que tanto la madre como el recién nacido abandonan sus instalaciones en perfecto estado. Una enfermera acompaña a Ana y a la bebé hasta el coche en el que ambas parten hacia su nueva vida.
Ana viste de blanco. Chaqueta y vaqueros, deportivas, gafas de sol. La niña está envuelta en una mantita blanca, arropada por una toquilla rosa y con la cabecita bien abrigada dentro de una capota de punto rosa. En algunas imágenes se puede ver una mano diminuta y unos patucos que se escapan de la manta. En la muñeca de Ana, todavía está la cinta de plástico que la identifica como madre (en este caso, adoptiva), la que le pusieron en el hospital esa misma mañana.
El 16 de marzo, sin nadie que la acompañara y sin explicar a nadie el destino de su viaje, Ana partió en un vuelo comercial hacia Miami
Suben al coche en el que ya está instalada la silla portabebés. La enfermera las despide con cariño y el coche recorre las calles de Miami hasta el edificio de apartamentos que será el primer hogar de la pequeña.
Ana ha alquilado un bonito piso con vistas al mar, con grandes ventanas por donde entra la luz, el aire y la brisa del mar. Allí pasa los primeros días junto a su niña, acostumbrándose a la nueva rutina de los biberones y los pañales, las noches en vela, las canciones de cuna, las promesas de felicidad que las madres les hacemos a nuestros bebés cuando los acunamos en nuestros brazos.
Un proceso llevado en total secreto
Solo Ana; sus hermanas, Celia y Amalia, y Alessandro Lequio, el padre de su hijo, Aless, sabían que el proceso estaba en marcha. El embarazo se produjo en junio de 2022, el mismo mes en que Aless habría cumplido treinta años.
Ana supo que la mujer gestante se encontraba bien de salud y que el bebé estaba en camino. Estos meses, imaginamos, habrán sido de nervios e ilusión para Ana. El sistema de ‘vientre de alquiler’ es legal en Estados Unidos, tanto para parejas como para familias monoparentales. Por fin, el 16 de marzo, sin nadie que la acompañara y sin explicar a nadie el destino de su viaje, Ana hizo las maletas más ilusionantes de su vida y partió en un vuelo comercial hacia Miami. Se instaló, como decimos, en un apartamento de la zona turística de la ciudad, y se dispuso a esperar el feliz acontecimiento.
El sábado 18 de marzo, Ana cumplió 68 años, sola, en Miami. El teléfono no paró de sonar en todo el día. Sus amigos y familiares la felicitaban, sin imaginarse dónde y en qué circunstancias celebraba ella este aniversario
Durante cuatro días permaneció sola, dando largos paseos para meditar, haciendo algunas compras y escribiendo los últimos párrafos del libro que comenzó a escribir su hijo, Aless, y ella está terminando, con la idea de presentarlo dentro de un mes.
El sábado 18 de marzo, Ana cumplió 68 años sola en Miami. Su teléfono no paró de sonar en todo el día. Sus amigos y familiares la felicitaban, sin imaginarse dónde y en qué circunstancias celebraba ella este aniversario. Comió con la persona que la ha estado ayudando en este proceso, ya muy nerviosa por la inminente llegada al mundo de la niña. En sus redes sociales colgó algunas fotos de Punta Cana, y todos dieron por hecho que había viajado a República Dominicana para tomarse unos días de descanso.
La niña que cambiará su vida para siempre
A las ocho de la mañana del lunes 20 de marzo, Ana, con un vestido blanco, zapatillas de deporte y una bolsa en la que portaba algunos objetos personales, llegaba al hospital, al norte de Miami, para esperar el nacimiento de la pequeña.
Todo salió bien. La niña nació sana y llena de vida. Durante tres días, Ana permaneció en el hospital, sin separarse ni un minuto de su niña, hasta que el miércoles 22 descansó unas horas en su apartamento y salió de nuevo, esta vez con pantalones blancos, para recoger a la recién nacida y llevarla a casa.
Durante tres días, Ana permaneció en el hospital, sin separarse ni un minuto de su niña, hasta que el miércoles 22 pudo, por fin, llevarla con ella a casa
Las imágenes de este reportaje son las primeras de Ana y su niña, al comienzo de su nueva vida. Pronto, en cuanto finalicen los trámites para registrar a la pequeña y conseguir la documentación necesaria, Ana regresará a España con su niña en brazos.
La niña que le ha devuelto la alegría de vivir. Lo impensable. Lo imposible. La vida 2.0. El giro de 180 grados. La llave de judo a la fatalidad.