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Delphine de Bélgica: su valiente confesión sobre su lucha ‘de vida o muerte’ contra la anorexia

‘Casi muero. Los médicos le advirtieron a mi madre que mi corazón fallaría’, explica la hija de Sybille de Selys Longchamps


24 de marzo de 2023 - 19:30 CET

La vida de Delphine de Bélgica no ha sido fácil. A sus 55 años, ha estado marcada por el ‘secreto’ y su lucha contra la anorexia. Cuando tenía 17 años, la vida de la escultora belga cambió para siempre al descubrir que su padre biológico era el rey Alberto II de Bélgica, con quien su madre había mantenido una relación durante casi dos décadas. Sin duda, un giro de 180 grados que hizo que su vida tambalease. Pero, otro episodio que marcó su adolescencia fue la dura lucha ‘de vida o muerte’ contra un trastorno de la conducta alimentaria, al que tuvo que hacer frente.

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La princesa vivió sometida a la inestabilidad física y emocional que genera este trastorno alimentario y, que como ella explica en su documental Delphine: mi historia, le ha marcado “para siempre”. “Casi muero. Los médicos le advirtieron a mi madre que mi corazón fallaría”, explica la hija de Sybille de Selys Longchamps. Delphine cuenta su obsesión por la comida, la que controlaba sin parar: “Tuve anorexia. Podía controlar lo que comía. Lo que recuerdo es que odiaba estar tan flaca, solo se trataba de control”. Midiendo 1,74 metros, llegó a pesar tan solo 30 kilos, con un único objetivo: desaparecer y para conseguirlo dejó de comer.

© GTres

“Tuve anorexia. Podía controlar lo que comía. Lo que recuerdo es que odiaba estar tan flaca, solo se trataba de control”, explica la escultora belga.

En el documental que consta de tres capítulos emitidos por el canal VTM, narra cómo empezó este calvario para ella. Todo comenzó con trece años, una edad bastante común para desarrollar problemas con la comida en los adolescentes, aunque no significa que todos ellos lo experimenten. Además, cuando parecía que su peso remontaba y trataba de hacer vida normal, el peso volvía a disminuir, porque Delphine estaba inmersa en un episodio de tristeza. En esta etapa “me sentía muy sola”, pero consiguió resurgir y ahora se encuentra totalmente recuperada. Pero, nunca olvidará que fue un tratamiento “muy largo y costoso”.

La relación con su progenitor

Sin embargo, su vida cambió cuando supo la identidad de su padre y encontró en el arte una tabla de salvación. Cabe recordar que la princesa pasó su infancia en Londres y fue a los 17 años cuando su madre, que estaba casada con el aristócrata Jacques Boel, le reveló un secreto: el padre de Delphine no era el hombre que ella creía, sino que era el príncipe Alberto II de Bélgica.

Ella había conocido a Alberto como amigo íntimo de su madre, por lo que tenía buenos recuerdos junto a él. Como cuentan ella y Sybille en el documental, su nacimiento fue fruto de un romance que duró casi dieciocho años, cuando la pareja se conoció a través del padre de Sybille, el difunto embajador Michel Francois de Selys Longchamps.

“Tuve anorexia. Podía controlar lo que comía. Lo que recuerdo es que odiaba estar tan flaca, solo se trataba de control”
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Delphine junto a Alberto de Bélgica.

Lucha por ser reconocida

Como Delphine contaría más tarde a la prensa, actuó como “un soldadito”, negándose a revelar la identidad de su verdadero padre a nadie -incluso al terapeuta que la trató hasta tres veces por semana durante su batalla contra la anorexia-. Su objetivo siempre fue proteger a su padre, porque venía de un entorno “muy católico” y podría haber sido un gran escándalo, arriesgándose a perder el trono. “Sabía que tenía que guardar el secreto. Pero no es sano”, afirma.

Su relación con la Familia real belga no ha sido fácil, puesto que, a pesar de haber tenido algunos encuentros en privado con los que el monarca, quien parecía estar conforme, al publicarse la noticia, decidió negar su paternidad. Este gesto decepcionó a Delphine que empezó a luchar por sus derechos. Finalmente en el año 2020 logró ser reconocida como hija legítima, llegando a obtener un título real.

© GettyImages

A los 17 años su madre, que estaba casada con el aristócrata Jacques Boel, le reveló que su padre era el príncipe Alberto II de Bélgica.