Laura Valenzuela, de nacimiento Rocío Laura Espinosa López-Cepero, hija de José María, un piloto de aviones jerezano, y de Laura, que era malagueña, vino al mundo en Sevilla el 18 de febrero de 1931. Se sentía muy madrileña, dado que, con un año, la trajeron a Madrid, pero, a la vez, muy andaluza, muy de La Macarena de Sevilla, y muy de Marbella, de Málaga, donde disfrutó tantos veranos. Era la mayor de tres hermanos y estudió interna durante tres años en un colegio del sur de Francia.
También residió en París antes de regresar a Madrid. Aunque de niña no aspiraba a ser artista, sino cirujana —se dedicaba a escayolar y poner vendas a sus muñecas, montando un improvisado hospital en su casa—, estudió Comercio, Mecanografía y Francés, preparándose para trabajar de secretaria o administrativa. Y ese fue su primer trabajo, de mecanógrafa, hasta que empezó de modelo y el cine la contrató como actriz. “No era lo mío, me equivoqué al meterme en esos estudios, me aburría soberanamente en la oficina”, contaba sobre aquella época.
Se casó con el productor de cine José Luis Dibildos el 27 de marzo de 1971 en Illescas (Toledo), el mismo lugar donde se casaron dos meses antes Julio Iglesias e Isabel Preysler
En su adolescencia, recordaba en alguna que otra ocasión: “No encontraba a un novio de mi estatura, todos los chicos a los que conocía eran más bajitos que yo. Pero mi altura me sirvió para que me contrataran como modelo”. Fue una amiga suya, propietaria de una tienda de ropa, quien la contrató como dependienta y la animó para desfilar. Su paso por el establecimiento acabó el día en que apareció por allí la duquesa de Alba, con tan mala suerte que Laura le dio una prenda para probar con la percha puesta. Doña Cayetana se enfureció tanto que Valenzuela fue despedida de inmediato. Por aquel entonces, la futura artista había encontrado su amor platónico en un joven pianista al que todos los días veía desde la ventana de su casa, interpretando la melodía Ojos negros.
De barrer platós a afinar pianos
En el mundo de la interpretación, empezó con papeles muy suyos: modelo, en Sucedió en Sevilla y Alta costura , y secretaria, en El pescador de coplas, cinta protagonizada por Marujita Díaz y Tony Leblanc. Del cine pasó muy pronto a lo que entonces era un nuevo invento: la televisión. Un año clave fue 1956, se ponía en marcha TVE en unos estudios del Paseo de la Habana y a Laura le sugirieron que se presentara a unas pruebas de imagen y comunicación que superó con éxito. Su sueldo, 380 pesetas al mes, que a los cinco meses, pasó a 400. Laura recordaba que, en sus inicios en la tele, hacía de todo: “Recuerdo que hasta me convertí en imagen de una marca de neveras. Presentaba concursos, cantaba en programas musicales, era una especie de chica para todo. En más de una ocasión, tuve que barrer el plató. Cobraba 400 pesetas y me daban 40 duros más en concepto de afinadora de pianos”.
En 1957 fue galardonada con el premio Ondas como reconocimiento a su labor en Televisión Española en el primer año que se galardonó a los profesionales que trabajaban en la pequeña pantalla. Ante las cámaras, encontraría el medio que la convertiría en pionera (con Blanquita Álvarez), en estrella, en la cara más popular de España y en una de las más queridas. Locutora, presentadora, entrevistadora y actriz... en la década de los sesenta y los setenta fue protagonista de programas como Cantamos contigo y Galas del sábado con el inolvidable Joaquín Prat, junto a quien formó una mítica pareja.
Para la historia queda también la espléndida imagen de Laura, para muchos, Laurita, presentando el Festival de Eurovisión de 1969 en el Teatro Real de Madrid, con la sorpresa de cuatro canciones ganadoras por empate de votos, una de ellas, Vivo cantando, interpretada por Salomé. Dos años después, en 1971, participó en la película Españolas en París, de Ricardo Bodegas, por la que fue galardonada con el premio a la mejor actriz del Círculo de Escritores Cinematográficos. Aquella fue su última actuación como actriz y no volvió a trabajar hasta casi veinte años después.
Uno de los mejores momentos de su vida fue cuando su hija, Lara, le dio el ‘sí, quiero’ al exjugador de baloncesto, Fran Murcia
El hombre de su vida
En la década de los noventa, Laura Valenzuela, que fue proclamada ‘Lady España’ en 1989, pasó a la televisión privada al frente de Tele 5, ¿dígame?, Se acabó la siesta, con Agustín Bravo; Las mañanas de Tele 5, con José María Íñigo, y Mi querida España. Incluso presentó las campanadas de Fin de Año de 1990 y 1991. Y en 1996 volvió a TVE con Mañanas de primera, que presentó junto a su única hija, Lara Dibildos, con la que también se puso al frente de Entre tú y yo. TVE volvió a contar con Laura Valenzuela para presentar la gala de los 50 años con Anne Igartiburu y Paula Vázquez.
En su larga carrera televisiva siempre fue feliz, le gustaba decir. A diferencia de su trabajo en el cine, medio en el que solo lo fue rodando Españolas en París, porque era mi última película». Pese a esa sensación de infelicidad, su filmografía es larga, puesto que intervino en unas cuarenta películas, en algunas, al lado de figuras como Alain Delon, en El tulipán negro, y Sofía Loren, en Madame Sans-Gene. Además, en el cine encontraría al hombre de su vida, el productor y guionista José Luis Dibildos.
Los peores momentos
Curiosamente, Dibildos contrató a Valenzuela para la película Ana dice sí. Él no la había descubierto, sino que fue una recomendación de su padre, que la admiraba por guapa, elegante y simpática, viéndola en televisión y como secretaria en una empresa de automóviles. Surgió el amor entre ellos y el contrato fue para toda la vida. Dibildos y Laura, tras trece años de noviazgo bastante moderno para la época —cada uno vivía en su casa y tenía sus propios proyectos profesionales—, se casaban en Illescas (Toledo) el 27 de marzo de 1971, curiosamente, el mismo lugar en el que Julio Iglesias e Isabel Preysler se habían dado el ‘sí quiero’ dos meses antes. “No creo que haga ya más cine ni televisión, aspiro a ser ya solo la señora de Dibildos”, declaraba en una entrevista de la época. Fruto de ese amor es su única hija, Lara Paula Dibildos Espinosa, nacida el 23 de septiembre de 1971.
Llevó su popularidad, su fama, con la admirable naturalidad con la que se desenvolvía ante las cámaras, convirtiéndola en extraordinaria comunicadora. Nunca perdió la sonrisa. Ni en los peores momentos vividos por el cáncer de tiroides que le diagnosticaron a su hija, Lara, en 1991, superado por fortuna, y el suyo propio, un cáncer de mama, del que fue operada en Houston (Estados Unidos), donde coincidió con la cantante Rocío Jurado, también enferma. Una eterna sonrisa que perdió con el fallecimiento de su marido, el 12 de junio de 2002, y que esbozó al anunciar su retirada definitiva en el año 2012 para disfrutar de sus nietos, Fran y Álvaro: “Ya he decidido que me quiero acostar pronto, quiero descansar. Lo que me apetece son comidas, meriendas y cenas con la familia y los amigos más íntimos y ya. Y no quiero maquillarme”.
“Ya he decidido que me quiero acostar pronto, quiero descansar”, dijo al anunciar su retirada en el año 2012