¿Quién dijo que suegras y nueras no pueden ser mejores amigas? Hace una semana que Jordania desplegaba su alfombra champagne para celebrar la boda de la princesa Imán, hija de los reyes Abdalá y Rania, con el financiero venezolano Jameel Alexander Thermiotis en el Palacio Beit Al Urdun. Un día cargado de emociones que nos ha dejado imágenes de lo más entrañables de la Familia Real jordana.
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A pesar de no tener la misma sangre, Rania de Jordania y la princesa Muna volvieron mostrar la buena relación que existe entre ellas, inseparables, como si de dos mejores amigas se tratase. No son pocas las mujeres que confiesan no tener una relación fluida con las madres de sus parejas, pero ellas han roto todo tipo de clichés sobre las rivalidades que pueden llegar a existir entre suegras y nueras.
Desde que Rania pasara a formar parte de la Familia Real jordana siempre ha estado arropada por Muna, la madre de su marido, como han mostrado públicamente en varias ocasiones, como en la boda de la reina Letizia y Felipe VI en 2004, a la que acudieron juntas.
Sin embargo, la vida de Muna, llena de renuncias, -incluso a su original nombre, (Antoniette Avril Gardiner)- no siempre ha sido de color de rosas. La inglesa no adquirió el título de princesa hasta que no nació su hijo Abdalá II, heredero al trono de Jordania. Ni siquiera llegó a ser reina aún cuando estaba casada con Hussein, quién adquirió ese título al cumplir 18 años ya que su madre, Zein al-Sharaf, continuaba siendo la reina regente.
Sin embargo, Muna supo encontrar su sitio en la corte, volcándose en numerosas causas sociales, como el papel de la mujer o el desarrollo de la enfermería en su país natal -una faceta solidaria que también ha ‘heredado’ Rania-. De hecho, durante su matrimonio con Hussein siempre quiso mostrar una imagen mucho más renovada y revolucionaria de la monarquía de Jordania. Sin embargo, tras una década casados y cuatro hijos en común, Hussein y Muna ponían punto y final a su historia de amor con todo lo que ello suponía para la madre del heredero al trono: pasar a un segundo plano en la realeza jordana.
Años después, la historia volvió a repetirse. Llegaba entonces a escena Rania que, al igual que su suegra, era extranjera y tampoco tenía sangre azul. Unos lazos que las unió desde el comienzo convirtiéndose en grandes cómplices. Desde ese momento la relación entre ambas ha sido inquebrantable e indestructible y siempre se han mostrado muy unidas incluso en los momentos más tensos de la familia real de Jordania. Y es que ambas son el claro ejemplo de que las suegras y las nueras pueden llevarse a las mil maravillas.