Isabel Preysler vuelve a estar soltera y afronta esta nueva etapa de su vida con las ideas muy claras, a pesar del gran revuelo que ha causado su ruptura con Mario Vargas Llosa. “Al final, las cosas siempre pasan por algo. Yo, no sólo he pasado página, sino que he cambiado de libro”, comentó respecto a esta cuestión hace dos semanas en ¡HOLA!. Vamos, cristalino. ¿Se puede decir tanto con tan pocas palabras? Isabel dio una nueva lección de clase y saber estar, sin necesidad de pasar por una academia.
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Se la puede considerar la primera influencer de nuestro país. Lleva décadas ocupando el podio de la elegancia —así lo atestiguan diversas encuentas—, su magnetismo, su poder de seducción, y hasta sus secretos de belleza, son míticos. A sus 72 años, Isabel sigue fascinando y siendo objeto de leyendas, algunas muy peregrinas. Nada más conocerse que había dejado al escritor peruano, muchos empezaron a especular con la identidad de su nueva pareja. Incluso se llegó a mencionar a un aristócrata y diplomático sevillano como nueva ilusión de la ‘reina de corazones’. Nada más lejos de la realidad. El “implicado”, de 51 años, está disfrutando de una faceta en la que acaba de estrenarse: la paternidad.
No es extraño que a Isabel le atribuyan novios un día sí y al otro también. Así ha sido toda la vida. Hace años, por todo Madrid corrían como la pólvora los rumores que aseguraban que la madre de la actual marquesa de Griñón tenía un affaire con Jorge Valdano, con Florentino Pérez, con... Leyendas y más leyendas que hubieran enriquecido aún más a los dueños de las casas de apuestas.
Y todo tiene una explicación: desde su primera boda, Isabel apenas ha estado soltera. Tras divorciarse de Julio Iglesias en 1978, meses después, Carlos Falcó, grande de España, se convirtió para ella en el hombre que le hizo olvidar su fracaso matrimonial. En 1980, se casó con el marqués de Griñón y en el verano de 1985 anunciaron su separación. El 2 de enero de 1988, Isabel escribió otro gran capítulo de su vida al contraer matrimonio con Miguel Boyer, toda una bomba en la España de ese momento. Su romance, que comenzó de manera clandestina y, después, siguió como un secreto a voces, era la comidilla de toda reunión social. Pero Isabel y el entonces hombre más poderoso de la economía española protagonizaron una sólida historia de amor —“la más importante de mi vida”, ha dicho Isabel muchas veces— que duró 26 años, hasta que el ex ministro falleció en septiembre de 2014.
Meses más tarde, en mayo de 2015, otra nueva bomba hizo tambalear los salones de la jet-set: su relación sentimental con el premio Nobel, que ese mismo mes había celebrado sus bodas de oro con su mujer, Patricia Llosa, junto a sus hijos y sus nietos en Nueva York. Pero esa historia es de sobra conocida, lo mismo que, después de ocho años de convivencia con el escribidor, Isabel está de nuevo soltera.
“Quiero vivir tranquila con mis hijos y mis nietos, disfrutando de ellos, que es lo que más ilusión me puede hacer”, aseguró a ¡HOLA! en pleno huracán mediático, tras su separación del autor peruano. Y en esas está Isabel, además de organizando un montón de planes. El más inmediato y fundamental, ayudar a su hija Tamara en los preparativos de su boda con Íñigo Onieva, que será el próximo 8 de julio, en el Palacio de El Rincón. La aristócrata ha confesado que está muy estresada ante la ingente tarea de organizar la celebración con tan poco tiempo —como se recordará, tras reconciliarse con Íñigo, la pareja volvió a comprometerse a finales de enero—, pero cuenta con la inestimable ayuda de su madre, toda una experta en el arte de recibir y en grandes eventos.
A Isabel también le encanta hacer planes con sus amigas íntimas, entre las que se encuentran Miriam y Cari Lapique, Elena Cue —mujer de Alberto Cortina—, Nuria González —casada con Fernando Fernádez-Tapias—, Amalia Amusátegui, Tita Torrabadella y la artista Bárbara Pan de Soraluce, por citar a algunas. Junto a ellas pronto retomará, seguramente, sus buenas tardes de toros —afición que no descubrió junto a Vargas Llosa, como muchos piensan— o conciertos en el Teatro Real o el Auditorio Nacional; también disfrutará de cenas en los restaurantes clásicos más top de Madrid y en su propia casa. Sí, porque una de las distracciones preferidas de Isabel es quedar con sus amigas los viernes para dar la noche libre a las dietas y darse un homenaje gastronómico. Es la noche de las hamburguesas, perritos calientes, patatas fritas, tarta de chocolate... y el plan más divertido: comer sin parar mientras ven películas.
Si la organización de la boda se lo permite, otro de los “pasatiempos” favoritos de Preysler es viajar. Recientemente, vivió unas vacaciones de ensueño con sus dos hijas pequeñas, Tamara y Ana, su yerno Fernando Verdasco y sus nietos Miguel y Mateo, en Maldivas. De vez en cuando, también le encanta escaparse a Miami, donde viven sus tres hijos mayores, Chábeli, Julio y Enrique Iglesias, y cinco de sus nietos. “La llaman ‘Lala’ y está como loca con sus nietos. Como madre era mucho más estricta. Ahora está relajadísima, con todo. Le digo: ‘¿Pero qué te ha pasado?’. Se nota que los niños le sacan siempre una sonrisa con sus ocurrencias”, contaba Ana Boyer, recientemente sobre la faceta de abuela de su madre.
Icono de estilo y de belleza, Isabel no acusa el paso del tiempo y mantiene una figura impresionante. Por eso, todo es posible, el amor podría llamar de nuevo a su puerta y vivir el romance definitivo. Quién sabe, pero, más allá de la mera especulación, lo que es toda una certeza es que ya disfruta plenamente de esta etapa diferente de su vida y de los capítulos de su nuevo libro.