El pasado sábado 11 de marzo, Vicky Martín Berrocal cumplió cincuenta años. La diseñadora lo celebró sabiendo que se encuentra en su momento de mayor plenitud, habiendo asimilado su cuerpo y vencido a todos sus miedos e inseguridades. Así lo refleja en su libro La felicidad ni tiene talla ni edad, donde ella misma relata su lucha contra su peso a lo largo de este medio siglo. “Toda la vida me han llamado gorda. De pequeña, me llamaban gorda y tenía miedo a saltar a la comba, jugar, tirarme de cabeza a la piscina… Cosas que han limitado mi vida”, recuerda ante ¡HOLA! “La báscula ha sido un problema en mi vida, una lucha constante. He llorado mucho frente al espejo y al vestirme”, nos confiesa.
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Pero fue hace casi tres años cuando se produjo un punto de inflexión en la vida de Vicky. “Me di cuenta de que tenía obesidad”, nos afirma con rotundidad y crudeza. Concretamente, durante unas vacaciones en el Caribe junto a João Viegas Soares, el empresario portugués con el que la diseñadora mantuvo una relación entre finales de 2018 y principios de 2022. “Estábamos en República Dominicana en Fin de Año con mi familia y la suya. Me tumbé en la playa y, cuando quise darme un baño, necesité la mano de mi madre y la de João para levantarme de la hamaca. No era capaz ni de cruzar las piernas”, declara la creadora, que se topó en ese preciso instante con su dura realidad: “La vida me limitó”.
En ese momento, Vicky se sentía deseada y apoyada por el que era su pareja. “João me dio la mano igual que me la dio mi madre”, manifiesta a ¡HOLA! Sin embargo, ella misma decidió entrar a la acción y poner solución a su problema. “Empiezo a entender que tengo que sacar tiempo para mí, que yo soy lo más importante que tengo. Si no estoy bien, no puedo estar con nadie”, nos cuenta. “Con esa presión social, la mujer es muy de dejarse para el final: ser la mejor madre, ocuparse del niño, de la casa, del trabajo… Entonces te abandonas. Pero no, tú eres lo más importante. Si quieres ser feliz, lo tienes que conseguir sola”, nos explica.
Entonces, Vicky pesaba “casi noventa y seis quilos. Ahora estoy en setenta y dos”. Por tanto, ha perdido casi “veinticinco kilos” a lo largo de estos casi tres años. Habiendo resuelto este problema, la diseñadora se muestra más radiante que nunca. Eso sí, nos aclara que no se siente así únicamente por haber trabajado su cuerpo. “He llorado con una talla cuarenta mirándome al espejo y he llorado con una talla cuarenta y seis. No era una cuestión de peso, sino de mente. Eran inseguridades”, nos asegura. “Me ha costado cincuenta años sacar mi mejor versión en todo: como madre, como hija, como amiga, como profesional, como mujer…”, nos añade Vicky, que ha logrado el mejor regalo al alcanzar su medio siglo de vida.