Isabel Preysler nunca ha tenido tantos frentes abiertos y al mismo tiempo. De su ruptura con Mario Vargas Llosa, que continúa copando titulares, a la entrevista póstuma de Laura Boyer, que ha despertado dudas sobre cómo fue el reparto de la herencia de Miguel Boyer.
Hace apenas dos semanas que la hija del exministro falleció en Madrid, a los 57 años, víctima de un cáncer; y, desde entonces, Isabel no ha dejado de estar en el foco mediático. “Me ha dolido, claro que me ha dolido... Las cosas no fueron así, ni mucho menos. Sin embargo, no estaría bien que yo respondiera a esa entrevista cuando ella ya no está. Nunca he hablado mal de ella y no lo voy a hacer ahora”, nos asegura. Y es que de lo que no cabe duda es de que la situación es desigual: con una persona fallecida no se puede argumentar, debatir o razonar.
Pero, aunque no quiera replicar a las acusaciones vertidas sobre su persona, según sus allegados, tendría ‘pruebas’ de sobra para desmentir cualquiera de las incriminaciones hacia ella.
La herencia de Miguel Boyer
Aunque parecía un tema olvidado, la herencia de Miguel Boyer se rescató en esa última entrevista. “Me pedían dinero y me daban un busto y unas guías de Madrid”, relató Laura. Pero, ¿quién se lo ofreció? Según ella, la propia Isabel Preysler. Tal y como explica Javier Ruiz Paredes, abogado de Isabel desde hace más de treinta años, el busto del que habla es un Benlliure: “Creo que tiene una buena cotización en el mercado del arte”, y añade: “Laura renunció a la herencia, a mi juicio mal asesorada”.
El abogado revela datos, hasta el momento desconocidos, sobre el reparto de la herencia de Miguel Boyer, en el que Isabel queda -documentalmente probado- exenta de cualquier decisión. “El reparto de los bienes fue totalmente equilibrado”. Sobre este asunto, también hablamos con Purificación Pujol, abogada de la familia Boyer en aquel momento, quien corrobora: “Había que cumplir el testamento y hacer lo que decía la ley. Estaba todo muy claro y el señor Boyer dejó todo perfectamente establecido”, asegura.
La hija rebelde
Con sus padres mantuvo una relación muy complicada y Laura siempre culpó a Isabel Preysler sobre el origen de todos sus problemas con su padre, Miguel Boyer. Tal y como desvelan personas que vivieron de cerca con ellos aquella época, estos “conflictos” ya los tenía antes de conocer a Isabel, porque la relación con sus padres siempre estuvo llena de altibajos.
Aunque Miguel intentó estar al lado de su hija en los momentos complicados y difíciles, la apoyaron en todo lo que pudieron. Es más, la hija del exministro estuvo viviendo con ellos una temporada en la casa familiar de Puerta del Hierro. La relación entre Miguel e Isabel, que nació de manera clandestina durante los años ochenta y que posteriormente se convirtió en una gran historia de amor, hasta darse el ‘sí, quiero’ y permanecer juntos durante veintiséis años, le ocasionó a Laura una fractura en la relación padre e hija.
Laura Boyer opinó que Isabel no estuvo al lado de su padre cuando sufrió el derrame cerebral: “En mi opinión, ella no le cuidó nada. Le puso un montón de gente para cuidarle, pero ella no le cuidó”. El entorno de Isabel, que vivió en primera mano la vida en la casa de Puerta de Hierro, específica que le puso todo lo que tenía al alcance, desde un logopeda, enfermero, fisioterapeuta hasta un neuropsicólogo… Toda la atención médica que ayudase al exministro de Hacienda en su recuperación, para ofrecerle mayor calidad de vida.