Los entresijos de su ruptura con Mario Vargas Llosa , la entrevista póstuma de Laura Boyer (que ha sembrado dudas sobre cómo se repartió la herencia del exministro), la acusación de que no dejó que se cumpliera la última voluntad de la hija de Miguel Boyer, su posición en la ruptura de su hija Tamara con Íñigo Onieva, su supuesta mala relación con su futura consuegra… Isabel Preysler nunca tuvo tantos frentes abiertos y al mismo tiempo.
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
“Se están diciendo cosas que no son verdad. Y lo peor es que se ponen en boca de una persona ya fallecida, y no se puede rebatir a una persona que ya no está”, asegura Javier Ruiz Paredes, abogado de Isabel desde hace más de treinta años
Llegado el momento de poner las cosas en su sitio, Isabel se encuentra con que nunca podrá contestar a algunas de estas acusaciones por el hecho de que esa entrevista sea póstuma. Una situación de total desventaja porque no se puede argumentar, debatir o razonar con una persona fallecida, como tampoco se le puede afear la conducta, calificar, ni actuar judicialmente… Por eso Isabel ha decidido no rebatir las acusaciones de esa entrevista. No va a entrar en una guerra de pruebas o desmentidos. Además, en esta situación tan desigual, sus palabras siempre serían cuestionadas y no tendrían la misma credibilidad.
Testigos de primera mano
Por eso hemos buscado a personas que sí que vivieron aquella época a su lado, testigos de primera mano, hasta ahora mudos, de muchos asuntos controvertidos y cuestionados, que regresan hoy a la actualidad, casi diez años después de la muerte de Miguel Boyer.
Laura Boyer murió a los cincuenta y siete años después de padecer durante dos años un cáncer. No obstante, ella tenía problemas desde hacía tiempo. Se casó dos veces y tuvo cuatro hijos de dos matrimonios, y vivió una vida con altibajos. Con sus padres mantuvo una relación complicada y ella achaca el origen de todos sus problemas a la relación de Miguel Boyer con Isabel Preysler.
“Laura renunció a la herencia, a mi juicio mal asesorada. El busto del que habla es un Benlliure, creo que tiene una buena cotización en el mercado del arte”
Estamos hablando de los ochenta, de aquel romance que convulsionó a España. Fue un momento épico en el que la reina social y el hombre más poderoso de la economía española unieron sus destinos. Al principio, de manera clandestina. Luego, como un secreto a voces. Después, dieron el paso definitivo que fue una bomba social en la España de aquel momento. Entonces, Miguel tenía dos hijos de su matrimonio con Elena Arnedo: Miguel y Laura; e Isabel aportaba cuatro, de sus matrimonios con Julio Iglesias y Carlos Falcó: Chábeli, Julio, Enrique y Tamara. Lo que nació como un romance rompedor y deslumbrante se convirtió en una sólida historia de amor . Un matrimonio fuerte y unido durante veintiséis años, hasta que Miguel falleció. De esa unión nació Ana, la hija pequeña de los dos, que se convirtió en la absoluta debilidad de sus padres.
“Hay que perdonarla”
La revista Semana ha publicado en estos días una entrevista póstuma a Laura Boyer , en la que hace unas durísimas declaraciones, especialmente contra Isabel. Ante la gravedad de las acusaciones, le preguntamos si tiene algo que decir al respecto, pero, efectivamente, Isabel nos dice que es impensable responder a una persona fallecida. “Me ha dolido, claro que me ha dolido... porque las cosas no fueron así, ni mucho menos. Sin embargo, no estaría bien que yo respondiera a esa entrevista cuando ella ya no está. Yo sé que estaba mal, que tenía problemas desde hacía muchísimos años, pero no he hablado mal de ella nunca y no lo voy a hacer ahora. Evidentemente, ella quería hacerme daño, pero hay que perdonarla”.
Isabel: “Me ha dolido, claro que me ha dolido... Las cosas no fueron así, ni mucho menos. Sin embargo, no estaría bien que yo respondiera a esa entrevista cuando ella ya no está. Nunca he hablado mal de ella y no lo voy a hacer ahora”
En esa última entrevista rescata un tema controvertido que parecía ya olvidado: la herencia de Miguel Boyer . Sobre este asuntocuenta Laura: “Me pedían dinero y me daban un busto y unas guías de Madrid”. “¿Y eso quién te lo ofrecía? ¿Isabel Preysler?”. “Sí, un busto que pesaba más de lo que valía”, termina contando.
Javier Ruiz Paredes, abogado de Isabel Preysler desde hace más de treinta años, ha vivido a su lado este y muchos otros momentos cruciales que le han llevado a conocerla perfectamente, tanto personal como profesionalmente: “Se están diciendo cosas que no son verdad. Y lo peor es que se ponen en boca de una persona ya fallecida, y no se puede rebatir a una persona que ya no está”, comienza contándonos en una apreciación personal sobre lo que ha ocurrido en estos días.
La partición de la herencia
“Miguel decidió repartir sus bienes de la forma más habitual y común en los matrimonios: a la viuda, el usufructo que legalmente le correspondía, además del tercio de libre disposición; y a sus tres hijos los dos tercios restantes de la herencia, a partes iguales, sin mejoras ni diferencias entre ellos. El hermano de Miguel Boyer, Christian, fue designado en el testamento para los cargos de albacea y de contador-partidor por un plazo de cinco años, y se tenía que hacer lo que determinase porque en el testamento Miguel prohibió la intervención judicial”, nos revela Javier antes de continuar con su relato: “Durante el tiempo de la enfermedad de Miguel hubo una gran cantidad de gastos, especialmente por los honorarios de los sanitarios que intervinieron en su recuperación física. El dinero que tenía Miguel se fue gastando en todo esto, hasta que se gastó del todo. Entonces, Isabel intervino sufragando todos los gastos de rehabilitación. Sin embargo, Isabel me pidió que comunicara al albacea que sacara los gastos de recuperación pagados por ella. Nunca quiso que se los devolvieran, nunca los reclamó. Jamás pidió nada a los hijos de Miguel ni a su propia hija. Esto fíjate que nunca se ha dicho y es importante que se conozca”.
“Al final, las cosas siempre pasan por algo. Yo, no solo he pasado página, sino que he cambiado de libro”, comenta sobre su ruptura con Vargas Llosa
—Entonces ¿qué quiso decir Laura al asegurar que renunció a la herencia porque tenía que pagar?
—Esto no es exactamente así. Los únicos gastos que figuraron en la partición fueron los relativos a la propia herencia (tasaciones de bienes, notario, etc.) y, si no, que se lo pregunten a sus hermanos, Miguel y Ana.
—¿Y lo que dice de que recibió un busto que pesaba más de lo que costaba, parece que en referencia a un reparto desigual?
—El reparto de los bienes fue totalmente equilibrado. De hecho, el albacea contrató a una empresa para que hiciera las valoraciones de los bienes. La mayoría eran libros, pues Miguel era un apasionado de la investigación científica, de la historia y del arte. Si no recuerdo mal, había más de seis mil libros. Se hizo un reparto equitativo del inventario. No es cierto que los mejores libros se los quedara Isabel, eso es una falacia. Se hicieron lotes según la valoración de los tasadores. Laura no se llevó nada porque renunció a la herencia, a mi juicio mal asesorada.
—¿Qué tenía que recibir Laura?
—El busto del que habla Laura es un Mariano Benlliure; creo que tiene una buena cotización en el mercado del arte. Pero además a cada heredero le correspondieron más de dos mil libros, entre otros bienes. Por eso yo creo que Laura, al renunciar, no estuvo bien asesorada.
—¿Hubo otros problemas con Miguel y Laura?
—Creo recordar que Laura pidió algunas cosas antes del reparto de la herencia. Isabel me consultó entonces y le dije que no, que ella no podía dar nada ya que incluso podría estar cometiendo una infracción. La única persona que podía repartir y disponer de la herencia en aquel momento era Christian Boyer, su tío y albacea. Hubiera sido una irregularidad. Tú no puedes dar nada a nadie aunque las cosas estén en tu domicilio familiar porque te puedes meter en un lío, como le dije entonces.
—En esa entrevista, Laura califica a Isabel de fría y calculadora.
—Conozco a Isabel desde hace más de tres décadas y puedo dar fe de que es todo lo contrario. Además de cercana y amable es, como te decía, una persona extremadamente generosa y desprendida. Me consta que Laura fue a pedirle ayuda en alguna ocasión e Isabel le ayudó en lo que pudo. Y cuando necesitó orientación jurídica, le dio mi teléfono para que yo le ayudara. Así fue en una ocasión, todavía en vida de Miguel.
—¿Crees que Isabel y Miguel eran una pareja enamorada, por lo que tú viviste con ellos?
—Como abogado he trabajado mucho con Isabel y con Miguel, les he tratado mucho profesional y personalmente, y puedo decir que eran una pareja superenamorada. Después del fallecimiento de Miguel he escuchado a Isabel decir que Miguel ha sido el amor de su vida. Y por la parte que yo he vivido puedo decir que Isabel no separó a Miguel de sus hijos; ellos se separaron solos. Desafortunadamente, esto pasa muchas veces en los divorcios, cuando se toma partido por un lado o por el otro.
“El señor Boyer dejó todo perfectamente establecido. Isabel simplemente obedeció la voluntad del testamento. Fue una mandada. No decidió nada porque no podía”, declara Purificación Pujol, abogada de la familia Boyer en aquellos días
Habla la abogada de la familia Boyer
Sobre este mismo asunto hablamos también con Purificación Pujol, consejera de Montero Aramburu y abogada de la familia Boyer en aquellos días. “Había que cumplir el testamento y hacer lo que decía la ley. Estaba todo muy claro y el señor Boyer dejó todo perfectamente establecido. Isabel simplemente obedeció la voluntad del testamento. Fue, por decirlo de alguna manera, una mandada. Isabel no decidió nada porque no podía”, nos cuenta como testigo de primera mano de aquel momento.
—Lo que se desprende de algunos comentarios es que ese reparto benefició a Isabel.
—El reparto se hizo con una regularidad te diría que incluso excesiva. Isabel quería que todo quedara clarísimo. Se contrató incluso a peritos especialistas en libros antiguos. Todo escrupulosamente bien hecho y Christian cumple lo que ponía el testamento. No puedo desvelar el contenido, pero no había lugar a discusión.
“Isabel, sola, pagó la parcela (de Puerta de Hierro). Pagó el solar con su dinero y luego la casa, y se puede demostrar ya que así figura en el registro. Todo el mundo sabe que Miguel no era un hombre rico”, apunta la abogada
—Otra polémica cuestión: ¿El domicilio de Puerta de Hierro se tenía que haber puesto a nombre de los dos?
—Ella sola pagó la parcela. Pagó el solar con su dinero y luego la casa, y se puede demostrar ya que así figura en el registro. Todo el mundo sabe que Miguel no era un hombre rico.
Dejando por un momento a un lado su papel como abogada de los Boyer en el reparto de la herencia, Purificación habla desde el corazón sobre Isabel, a la que conoce desde hace más de veinticinco años: “Isabel es exquisita, generosa, y es injusto que esto ocurra. No creo, de verdad, que se lo merezca. Me consta que cuando Isabel pudo atendió a Laura y también cuidó de que se integrara en la familia”.
Una relación complicada
La relación de Miguel con su hija Laura, como decíamos y tal y como nos desvelan personas que vivieron de cerca con ellos aquella época, era complicada. Tenía altibajos, pero Miguel intentó estar a su lado en sus momentos más difíciles. De hecho, en un momento en el que realmente lo necesitaba, Laura estuvo viviendo en la casa familiar de Puerta de Hierro con Miguel e Isabel.
“Isabel sufragó todos los gastos de rehabilitación de Miguel. Estaban casados en separación de bienes, pero asumió tales gastos como una obligación moral. Nunca los reclamó. Jamás pidió nada a los hijos de Miguel ni a su propia hija”, relata Ruiz Paredes
Cuando Miguel sufre el derrame cerebral, cambia totalmente. Su vida se rompe. El ictus le dejó secuelas y comienza una lenta y dura recuperación, que nunca llegó a ser completa, pero sus capacidades mentales eran plenas. Sobre este asunto Laura Boyer opina que Isabel no estuvo a la altura: “En mi opinión, ella no le cuidó nada. Le puso un montón de gente para cuidarle, pero ella no le cuidó”. “No era un montón de gente. Era todo aquello que estaba a su alcance y podía proporcionarle para su mejoría: un logopeda, un enfermero, un fisioterapeuta, un neuropsicólogo… todo lo que creía que mejoraría su calidad de vida”, nos cuentan personas que conocen de primera mano la vida en la casa de Puerta de Hierro en aquellos días.
“No hemos vuelto a hablar”
En el capítulo de Mario Vargas Llosa y su ruptura, Isabel ya nos dijo lo que tenía que decir: “No paso por que se metan con mis hijos”. Isabel actualmente no mantiene ninguna relación con Mario —“no hemos vuelto a hablar”— y el Nobel ya sacó todas su pertenencias (decenas de cajas acumuladas en ocho años de convivencia). “Al final, las cosas siempre pasan por algo. Yo, no solo he pasado página, sino que he cambiado de libro”, concluye Isabel. No se puede decir más con menos palabras.