Nunca debemos olvidar quiénes somos y de dónde venimos, la vida da muchas vueltas y podemos regresar siempre al mismo lugar. Es el caso de Jordi Amat, un futbolista catalán de treinta años que ha pasado de jugar en algunos de los estadios más importantes de la Primera División española en las filas del Español, Betis y Rayo Vallecano a convertirse, por sorpresa, en príncipe de Siau, una de las islas más grandes de Indonesia .
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Nacido en Canet de Mar, municipio situado en la maresma del Maresme, en la provincia de Barcelona, Amat había despuntado en sus comienzos en los terrenos de juego, vistiendo incluso la camiseta de la selección española en sus categorías inferiores, pero su auge se fue disipando con el paso de los años por lo que decidió probar suerte como futbolista en Bélgica, Inglaterra y, actualmente, en Malasia.
Fue, en este país asiático, donde volvió a reconectar con sus orígenes, los cuales le recordaron que por sus venas corría “sangre azul”. Su abuela no es una mera ciudadana en la isla, sino que ostenta el título de princesa. Este cargo, que se transmite de forma hereditaria de forma descendiente, es ostentado por su familia desde que su tatarabuelo fue proclamado rajá, privilegio nobiliario equivalente a rey. “Cuando era pequeño, mi abuela me contaba la historia de que yo era el príncipe heredero de una región de Indonesia y ahora estamos a la espera de que me den el documento para poder certificar el título”, confirmaba el jugador en el programa Tot es mou de TV3.
Aunque el catalán se ha convertido en uno de los setenta rajás de Indonesia , el archipiélago más grande del mundo con 17.508 islas y más de 250 millones de habitantes, considera que esta novedad “no le cambiará mucho la vida” y asegura que su idea es combinar su título con el fútbol en el Johor Danul Takzim de Malasia y en la selección de su país. “Mi ilusión ahora es hacer carrera en Asia. Soy muy joven, me siento bien tanto física como mentalmente y me apetece mucho este reto”, contaba en septiembre en el diario As. Dos meses después, juraba bandera en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Indonesia y obtenía la nacionalidad del país en el que nació su abuela.
Ahora, al estar nacionalizado, ha podido pedir el cargo ante las instituciones correspondientes y, según ha informado el Consejo Real del Sultanato de Nusantara, Amat ya ha recibido el título de príncipe heredero de forma oficial, tal como mostró en sus redes sociales.”Estoy muy contento y orgulloso de ser ciudadano indonesio y también lo está mi familia. No tengo palabras para describir mis sentimientos ahora mismo”, expresó el deportista, que, en la actualidad, se encuentra inmerso en una etapa de gran formación, puesto queha comenzado a recibir clases para tratar de dominar el idioma bahasa para poder comunicarse con los habitantes de la isla.
De esta manera, prueba las ganas de cumplir con sus funciones nobiliarias, que, pese a que llegaron a su vida de manera completamente inesperada, ha supuesto para él una etapa llena de ilusión y retos. “Ahora mismo, mi misión es trabajar por el pueblo y hacer alguna aportación económica porque hay que hacer muchas cosas en la isla”, relata el defensa. El enclave es paradísiaco. Las playas de arena blanca de Siau, donde abundan también las aguas termales, están coronadas por uno de los volcanes más activos del archipiélago con una altura de alrededor de 1.800 metros.
Al adquirir la nacionalidad, Jordi Amat ha conseguido dejar de ocupar plaza como jugador ajeno a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiátiuco en el Johol y ha pasado a ser seleccionable con Indonesia. De hecho, el pasado veintitrés de diciembre, ya debutó con su nuevo país en un duelo ante Camboya que se saldó con la victoria de los primeros por dos goles a uno.
Amat no es el único miembro de la realeza con pasado en la Liga española. A finales de la década de los noventa del siglo pasado, otro príncipe, el nigeriano Peter Rufai, pasó por las filas del Hércules y del Deportivo de La Coruña, con el que conquistaría el campeonato en la temporada 1999-2000. A pesar de que era príncipe heredero de Idimu, una región que forma parte de Lagos, decidió renunciar al trono tras la muerte de su padre ese mismo año.