Es una de las modelos españolas más internacionales. Vive en Nueva York, el epicentro de la moda, pero sus motivaciones siempre han ido más allá. Por eso no es extraño que Rocío Crusset se haya lanzado al diseño de joyas y que se haya escapado a Madrid para mostrar sus piezas y, por qué no, para asistir a la Semana de la Moda de la capital. Un viaje en el que la modelo se ha sincerado especialmente y ha revelado que hubo un momento, hace dos años, en que se saturó, que quiso dejarlo. Una confesión, entre otras muchas, sobre su relación sentimental con Maggio Cipriani, que marcha “viento en popa”; la boda de su padre, el periodista Carlos Herrera, con Pepa Gea, y la reacción de su madre, Mariló Montero —”una campeona”—, que, según cuenta la modelo, se alegró de la felicidad de su ex, porque “solo quiere lo mejor para él”.
Precisamente, en la ciudad de los rascacielos, Crusset asistió al enlace “secreto” de su padre con Pepa Gea, una ceremonia que, según Crusset, fue casual porque están muy enamorados y quisieron rubricar su relación: “Están en todo su derecho a ser felices así”.