Ha pasado más de un año desde que se desencadenó la tormenta mediática. La imagen de Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia cogidos de la mano cambió por completo sus vidas y, también, la de la infanta Cristina.
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La infanta que había renunciado a todo por amor había sido traicionada. Aunque las fotografías más comprometidas de Iñaki no la pillaron por sorpresa, pero cuando las recibió y pudo verlas con sus ojos su mundo se vino abajo.
Tras la tormenta, llegó la decisión más difícil. Semanas después se emitía un comunicado en el que comunicaban la interrupción de su relación matrimonial en enero, intentando que fuera de mutuo acuerdo. Sin embargo, al ser Irene menor de edad, doña Cristina no quería llegar a un convenio expreso de guardia y custodia y se optó por esperar a que cumpla los dieciocho años. La más pequeña de la casa los celebrará el 5 de junio y ya solo quedaría fijar la fecha para disolver su matrimonio. Fuentes cercanas a las dos familias apuntan a ¡HOLA! que no tiene que ser esta primavera y que, con un verano de por medio, es posible que esperen a septiembre.
Firmarán el convenio regulador en España, entre junio y septiembre, después de que Irene cumpla dieciocho años y con el consentimiento de los cuatro hijos
Todo blindado
Lo que sí parece que está decidido es que firmarán el convenio regulador en España (no en Suiza) y necesariamente con el consentimiento de sus hijos, al ser los cuatro dependientes. Cuando hay hijos menores, todo debe pasar obligatoriamente por un juzgado, pero de esta forma, siendo ya todos mayores de edad, no está descartado que lo hagan ante notario. Al tratarse de un acuerdo privado, todo quedaría blindado, consiguiendo así otro objetivo: evitar que haya filtraciones y que no trasciendan detalles del acuerdo de divorcio.
Para Iñaki se abrirá una nueva etapa. Ya libre, será el momento de tomar la decisión de si se va a vivir con Ainhoa, que estos días desmentía desde Vitoria los rumores de embarazo.
Para doña Cristina, sin embargo, no habrá cambios. Continuará viviendo en Ginebra, viajará a España con frecuencia —puede teletrabajar— y haciéndose cargo de todo, porque las aportaciones nunca podrían ser igualitarias. La hermana del Rey tiene dos sueldos como cargo de alta dirección en la Fundación La Caixa y en la Fundación Aga Khan, mientras que Iñaki sigue sin trabajo.
En abril de 2022, Urdangarin abandonó Imaz & Asociados, donde conoció a Ainhoa. Fue un trabajo temporal, después de una década sin actividad laboral por el caso Nóos y su ingreso en prisión. Desde entonces, aunque aspiraba a convertirse en coach y gestor deportivo, máster que hizo durante su reclusión en Brieva, sigue sin solucionar su vida laboral. Vive con su madre, Claire Liebaert; cuenta con el apoyo de sus hermanos, y tiene una “ayuda familiar” de doña Cristina, quien le cubre los viajes —paga los billetes y las estancias de su todavía marido— cuando este visita a sus hijos. A ello apuntan las mismas fuentes, añadiendo además que, en ningún caso, está “financiando su vida”.
Como el gran padre que es, siempre tendrá el apoyo de la infanta y, por supuesto, de sus hijos, que lo quieren muchísimo, lo echan de menos, lo entienden y están deseando verle recuperar las riendas de su vida, aunque marcando límites con su mundo privado. Son mayores, no hay imposiciones y Ainhoa no está en sus vidas por respeto a su madre, doña Cristina, ante todo.