“Siempre he sido de ideas muy fijas, no he ido cambiando, al revés, me gusta trabajar, hacer cosas que me hacen mejor persona”, asegura, con esa sonrisa que va siempre por delante. Famoso desde la cuna, su apellido, excelencia y universalidad en el mundo de la música, es su mayor orgullo: “Qué me va a pesar”, nos dice Julio Iglesias, Jr. “Es maravilloso venir de la familia que vengo. La gente te dice “qué difícil ser hijo de…”. Y es lo más fácil del mundo ser hijo de una persona querida, buena, que la gente adora y respeta. Siempre he admirado a mi padre muchísimo y soy su “fan” número uno”. El 25 de febrero sopló las velas de su 50 cumpleaños y con motivo de una fecha tan redonda y especial, repasamos con el cantante, que acaba de lanzar su cuarto disco, su vida nada normal y sí peculiar, como él mismo afirma: desde su infancia a la separación de sus padres, Julio Iglesias e Isabel Preysler, la difícil marcha de España tras el secuestro de su abuelo, el doctor Iglesias Puga, su divorcio de Charisse Verhaert a su nuevo amor, Vivi di Domenico , la relación con todos sus hermanos y las anécdotas más desconocidas de su mediática familia. “No me falta nada, estoy feliz, estoy 100% satisfecho”.
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—Julio, has cumplido 50 años, una cifra redonda. ¿Cómo lo has celebrado?
—Toda mi familia, desde primera hora de la mañana del sábado me llamó para felicitarme, no ha faltado nadie. Y mis mejores amigos de Miami me prepararon una fiesta sorpresa increíble junto a mi novia Vivi, en la que lo pasamos genial. Habrá una segunda parte en Madrid, el 16 de marzo.
—¿Qué tal te encuentras a estas alturas de la vida?
—Me encuentro muy bien. Siempre le digo a la gente que me conoce que, si me llega a pasar algo, Dios no quiera, he vivido una vida bastante peculiar y bonita, he podido viajar, disfrutar, aprender, he podido conocer a muchísima gente que me ha aportado mucho… La verdad, no me puedo quejar y soy una persona feliz.
“He vivido una vida bastante peculiar y bonita, he podido viajar, disfrutar, aprender, he podido conocer a muchísima gente que me ha aportado mucho… No me puedo quejar y soy una persona feliz”
—¿Cómo llevas cumplir 50 años?
—50 años son 50 años, no se cumplen todos los días. Es una cifra seria, ¿eh? Los tiempos han cambiado, ya no es como hace 40 años, ahora la gente se cuida, hace deporte y se mantiene mejor. Pero hombre… yo lo noto, ya no corro tanto como antes en la pista de tenis, ya me levanto y me duele un poquito más la espalda, el brazo… ¡Eso es lo que más me fastidia! —ríe—.
—Bueno, pero tú te mantienes bien, muy juvenil. ¿Cómo te ves en el espejo?
—Me veo más mayor, normal, ¿no? Se que la gente me ve joven y yo digo: ¡igual se piensan que me he quedado todo el día en la cama! Y no. He viajado prácticamente por el mundo entero. Lo único que no he pisado es Australia. La verdad es que no he parado. Obviamente no me siento como cuando tenía 30, pero no me puedo quejar. Te diría que de los 35 a los 45 años es cuando mejor me he sentido en mi vida.
—¿Cuáles son tus mayores ambiciones hoy en día?
—Seguir haciendo lo que me gusta, que es cantar. Acabo de sacar un disco hace 3 días, y estoy feliz. Seguir con mi música, continuar viajando y haciendo conciertos hasta que el cuerpo aguante.
—¿Qué te queda por conseguir?
—Lo que puedo decir es que he encontrado un estilo de música que va mucho conmigo, que es este Big Band que estoy haciendo ahora con Rudy Pérez, mi productor.
—¿Cómo es tu día a día hoy?
—La misma vida que he tenido siempre. Cuando hay trabajo, hay que viajar. He empezado a hacer promoción de mi nuevo disco; por otro lado, tengo la gran suerte de vivir en Miami, casi siempre tenemos buen clima y, cuando tengo tiempo, puedo hacer ejercicio al aire libre. Me gusta mucho jugar al tenis, los deportes acuáticos como el windsurf o el kite para mantenerme en forma. Me encanta el mar y nadar, también jugar al fútbol… Soy una persona que siempre tiene algo que hacer. ¡Aburrirme es imposible!
“Hacía que no veía a mi padre un tiempo, pero he estado ahora con él 15 días en Punta Cana y la verdad es que esta igual que siempre, de simpático, de agradable. Lo hemos pasado muy bien”
—¿Qué te hace feliz?
—Poder hacer lo que me gusta, tomarme una cerveza con un amiguete, ir a un partido de fútbol… muchas cosas. Estar en un estudio y grabar una canción, y luego llegar a casa y escucharla y decir: “Qué bien me ha salido, qué bonita suena”.
Los últimos acontecimientos
—Esta felicidad se ha podido ver empañada por los últimos acontecimientos que ha vivido tu madre, su ruptura con Mario Vargas Llosa. ¿Te lo esperabas o te ha pillado por sorpresa?
—He conocido a Mario porque he estado bastante en España, sobre todo este año, el pasa do y el anterior, justo después de la covid, y la verdad es que yo veía a mi madre muy bien. Pero las relaciones empiezan y terminan, y hay que quedarse con lo bueno. Yo lo que quiero es que mi madre esté feliz y que Mario esté feliz, que los dos estén bien, y que se queden con los buenos momentos. Eso es lo mas importante. Y les deseo lo mejor, sobre todo a mi madre, que la quiero mucho y es mi madre.
—Por otro lado, Tamara se ha reconciliado con Íñigo y se casan. ¿Cómo te enteraste?
—Me enteré por la prensa. Tamara es muy buena persona y le ha perdonado. Yo espero que les vaya bien y que, al final, tengan una relación sana y bonita; es lo más importante.
—¿Alguna opinión sobre Íñigo?
—No, es que lo conozco muy poco, le he visto dos o tres veces en mi vida. Con tal de que Tamara esté feliz, yo estoy feliz por ella.
—Después de un divorcio, ¿crees en las segundas oportunidades?
—Sí, porque yo he tenido también segundas oportunidades en mis relaciones, he tenido muchas y todas han sido bastante largas. Hay que analizar todo y pensarlo bien y si uno está enamorado o enamorada, las segundas oportunidades son más fáciles de pensar.
“¿Cuándo me di cuenta de que mis padres se habían separado? Cuando veo a otro hombre en casa, lo digo así, pero… Sí, cuando conocí al padre de Tamara. No fue un trauma, ni un shock”
—¿No se te pasó nunca por la cabeza dártela con Charisse?
—Estuvimos juntos casi 18 años, casados más de 8 y nos separamos hace 2. La adoro, nos queremos mucho, tenemos una relación maravillosa, somos familia y lo seremos siempre. Tuvimos una conversación muy larga, de muchas horas, y pensamos que lo bonito para el resto de nuestras vidas sería esto. Y creo que como amigos estamos hasta mejor.
—Os casasteis en El Rincón, donde precisamente se va a casar Tamara. Pisar de nuevo ese escenario te traerá recuerdos...
—Me acabo de enterar el otro día de que Tamara se casa ahí. Siempre me traerá recuerdos, claro que sí. Pero como yo acabé mi relación tan bien, son recuerdos muy agradables. El sitio es muy bonito, lo pasamos muy bien. Me acuerdo como si fuese ayer, fue un momento muy feliz de mi vida.
—Parecíais la pareja ideal. ¿Qué falló en tu matrimonio?
—Charisse empezó a viajar mucho, su madre se puso enferma y pasaba mucho tiempo en Bélgica. Yo estaba viajando, de repente no nos veíamos en 3 meses. Hubo un poquito de distancia cuando más necesitábamos estar juntos, y eso es prácticamente lo que pasó, esa es la verdad.
—Has rehecho tu vida, ¿ Y ella?
—No se lo pregunto, de eso no se habla, y no me preguntes por qué, porque no lo sé.
“Vivimos juntos”
—Si volvieras a dar el paso de casarte, ¿qué errores no repetirías?
—Imagínate, casarme… No lo tengo ni pensado lo de casarme, no sé si son errores… A mí lo que sí me gustaría es tener hijos. Eso es algo que sí me haría feliz.
“El cambio a vivir en Miami fue brusco… Dejas a tu madre en España, mi padre casi nunca estaba aquí y vivíamos prácticamente con ‘la Seño’”
—Llevas unos meses de relación con Vivi di Domenico. ¿Entra en tus planes formar una familia?
—Sí, claro que me encantaría, y a Vivi también le gustaría tener hijos, aunque hay que conocerse un poquito más, ¿no?. Llevamos juntos 7 meses, pero si las cosas van como van, ¡sí me encantaría!, ¿por qué no?
—¿Pensáis en iros a vivir juntos o ya habéis dado ese paso?
—Vivimos juntos desde prácticamente el día que nos conocimos. Yo soy de los de “aquí te pillo aquí te mato” —bromea—.
—¿Qué has encontrado en Vivi para rehacer tu vida sentimental?
—Conocí a Vivi hace 8 meses, aquí en Miami. Me cayó muy bien, es una chica fantástica. Salimos unas cuantas veces, nos empezamos a conocer y ahora tenemos una relación muy bonita. Nos gustan prácticamente las mismas cosas, nos gusta hacer deporte, viajar, y además me acompaña a muchísimos sitios donde tengo que ir, y yo a ella también. He tenido la suerte de conocer a una persona como ella.
—Tu madre ya dijo qué le parecía Vivi. ¿Tu padre la ha podido conocer? ¿Se la has presentado?
—Sí, mi padre ha conocido a Vivi, porque hemos pasado estas Navidades con él y con la familia, y a todo el mundo le cae muy bien. Están encantados con ella, es una chica maravillosa.
“Llegar a España y ver a tu madre… era siempre muy bonito. Y después de 2 o 3 meses, cuando nos teníamos que volver, era un drama, todos llorando…”
—Hablando de relaciones, ¿has sufrido mucho por amor?
—Claro, no conozco a nadie que no haya sufrido por amor. Es que es imprescindible para aprender… Y si no has sufrido por amor hay algo raro, a lo mejor no has estado nunca enamorado o nunca has querido de verdad.
—Tu padre siempre ha sido un seductor…
—Sí, pero eso no se puede decir…Es broma —ríe—.
—¿A ti también te envían cartas de amor como le sucedía a él?
—Cartas de amor… En mi época…Parece que hablo de antes de la Guerra Civil —ríe—. He tenido mucha suerte, he conocido a mujeres maravillosas y no borraría nada de lo que he vivido, and I have zero regrets.
“Estábamos de vacaciones con mi madre en Suiza. Y nos dio la noticia de que habían secuestrado al abuelo. Fue un momento duro para toda la familia, lo pasamos mal y con mucha tristeza”
—¿Te ha contado algo divertido que le ocurriera con alguna de las mujeres que pasaron por su vida?
—¿Mi padre? ¿Aventuras? No ha tenido ninguna, tonterías, todo mentira —ríe de nuevo bromeando—. Sí, puedo contar una anécdota muy graciosa. Sería el año 90 o 91, estaba con él en Las Vegas, donde actuaba 7 noches seguidas; me presta una chaqueta, porque tenía frío, y llego a la habitación, meto la mano en el bolsillo y digo: “¿Esto qué es?”. Y saco una carta de amor… y lo sé porque me la tragué entera —ríe—, la leí completa… Y era increíble esta mujer lo que le decía, con qué amor… y pensé: “¡Vaya, a ver si me pasa esto a mí también!”. Dije yo: “Guau, fíjate, ahí tienes al señor Iglesias”. Me parece muy bien, porque mi padre tiene un don para la seducción y para ser simpático y buena persona. ¡Que suerte, la verdad que sí!
—Llevamos tiempo sin verlo, lo cual siempre ha desatado rumores sobre su salud. ¿Cómo está? ¿Lo ves muy a menudo?
—Hacía que no lo veía un tiempo por la Covid, porque mi padre le tiene muchísimo respeto, pero he estado ahora con él 15 días en Punta Cana y la verdad es que esta igual que siempre, de simpático, de agradable. Lo hemos pasado muy bien. Hemos hablado mucho y hemos podido compartir momentos que hacía tiempo que no compartíamos, prácticamente desde que me fui de gira con él, en 2014-2015.
—¿La retirada ideal sería una actuación de Julio Iglesias con sus dos hijos? ¿Nunca se ha llegado a plantear en vuestra familia?
—Fíjate que lo hemos hablado los 3 cuando hemos estado en la cena de Navidad. Yo creo que algún día surgirá, tiene que ser algo muy bonito cantar con mi padre y con mi hermano. Creo que a muchísima gente le gustaría, porque me lo dicen.
“Claro que me acuerdo de su mujer, Ronna, pero a los niños, que son mis tíos, nunca los he vuelto a ver, no sé absolutamente nada de ellos”
Recuerdos de infancia
—Enrique y tú habéis compartido mucho en Miami...
—Sí, mi hermano vive a 3 kilómetros de donde vivo yo. Nos llevamos muy bien, hacemos deporte juntos. A él le gusta mucho jugar al tenis, siempre le gano —ríe—, aunque está mejorando. Tengo una relación magnifica con él.
—¿Quién de los dos era el más ligón?
—Enrique siempre ha sido más tímido y reservado que yo, aunque tiene también sus momentos. Cuando teníamos 11, 12, 13 años… yo llevaba el pelo diferente, mi madre siempre le decía: “No tienes que llevar el pelo como tu hermano”. Y Enrique le contestaba: “Pero, ¿por qué no? ¡Si Julio liga mucho!”.
—¿Cómo lo ves como padre de 3 hijos ahora?
—Es un padre maravilloso, está feliz con sus niños y eso me hace feliz a mí. Nunca me imaginé que de repente Enrique tuviera 3 hijos, yo que soy mayor que él.
“Sí, Chábeli en alguna ocasión ejerció de madre, y lo sigue haciendo. La llamamos “la madre Teresa” porque es la que nos da consejos y está pendiente”
—No tuviste una infancia, digamos, habitual. ¿Cuáles son tus mejores recuerdos?
—Tuve una infancia muy bonita. Viví en España unos años maravillosos de niño, cuando mi madre estaba casada con Carlos Falcó. Me acuerdo de esa vida de campo los fines de semana en la finca, que me encantaba, porque me gustan mucho los animales. También iba mucho al fútbol a ver a mi Real Madrid, vivíamos muy cerca del estadio Santiago Bernabéu e iba andando con el guardaespaldas. Era una vida muy diferente a la que llevamos cuando nos vinimos a vivir a Estados Unidos por el secuestro de mi abuelo.
—¿Y los que guardas de vuestra vida con tus padres antes de que se separasen?
—Yo era muy pequeño cuando ellos se divorciaron, tenía 5 o 6 años, y no tengo muchos recuerdos de mi madre y mi padre juntos. Me acuerdo de cuando íbamos a Lanzarote, que había unas cuevas y unos cangrejitos, de pasar veranos en Guadalmar, en Málaga, y de los pescadores sacar las redes. Me encantaba la playa…
—¿Y cuando te diste cuenta de que se habían separado?
—Cuando veo a otro hombre en casa, lo digo así, pero… Sí, cuando conocí al padre de Tamara. Obviamente aunque seas niño, uno se da cuenta de las cosas, y me di cuenta de que mis padres ya no estaban juntos, pero tampoco era un drama, no fue un shock.
—¿Qué crees que falló en el matrimonio de tus padres?
—Ni idea, eso lo saben solamente ellos. Nunca me han comentado nada, ni se habló del tema. Sé que mi padre en esa época no paraba y pasaba muy poco tiempo en casa, eso lo sabe todo el mundo.
—¿Alguna vez te contaron cómo se enamoraron?
—Me han llegado muchas historias. Creo que mi padre conoció a mi madre en una fiesta, se gustaron y empezaron a hablar y empezaron a salir, como se hacía en esa época. Era todo más sencillo —ríe—.
“He conocido a Mario porque he estado bastante en España. Yo veía a mi madre muy bien, pero las relaciones empiezan y terminan. Les deseo lo mejor, sobre todo a mi madre, a quien quiero mucho y es mi madre.”
—Sois todos mayores y no tienen que estar tan en contacto, pero, ¿suelen hablar con frecuencia?
—Mis padres se llevan de maravilla, pero muy bien, de verdad, y hablan a menudo, porque mi madre me dice “he hablado con tu padre”. Cualquier cosa que pasa en la familia, el primero en llamar es mi padre a mi madre o viceversa.
Nueva vida en Miami
—A raíz del secuestro de tu abuelo, como decías antes, tus padres toman la decisión de que os vayáis a vivir a Miami por vuestra seguridad. ¿Te costó asimilarlo?
—Al principio es un cambio brusco porque dejas a tu madre en España. La única razón por la que nos dejó venir a Estados Unidos es porque vino con nosotros “la Seño”, la señora que nos cuidó toda la vida y nos educó desde que teníamos 4 años. El cambio es brusco… Para empezar mi padre casi nunca estaba aquí, estaba viajando más que nunca y vivíamos prácticamente con “la Seño”. Yo pensaba que España era el único país del mundo. De repente llegamos a Miami, no hacía frío nunca, era como otro planeta, un colegio americano, acostumbrarme a no ir al fútbol… Es complicado, pero luego te acostumbras, hice nuevos amigos y amigas, tuve mi primera novia… Aunque, claro, echas mucho de menos a la familia que se queda en España, mi madre y mi hermana Tamara… Porque las veíamos solo en verano y en Navidad.
“Me enteré por la prensa de que Tamara se había reconciliado con Íñigo. Es muy buena persona y le ha perdonado. Yo espero que les vaya bien y que al final tengan una relación sana y bonita. Es lo más importante”
—¿Cuáles eran vuestras referencias en esas ausencias de tu padre?
—Nos criamos con “la Seño”, nos enseñó todo lo que sabemos, modales… Nos teníamos que hacer la cama, teníamos que rezar, ir a misa todos los domingos, nos educó de una manera muy estricta cuando aquí, en Estados Unidos, era diferente. Los martes, cuando libraba, lo pasábamos de maravilla, porque era el día que podíamos acostarnos a las 10, en lugar de las 9, y teníamos un poquito más de libertad. Ella era muy española. Ya desde Madrid nos crió así. Yo me fui a la universidad en el año 91 y eso siguió así, sí, sí, a rajatabla.
—¿En qué momentos echabas más de menos a tu padre?
—Desde que nací, mi padre siempre estaba trabajando fuera. Nos acostumbramos a que venía una vez al mes. No era algo que fuera diferente, porque siempre fue así. Era lo normal, mi padre es cantante alrededor del mundo y lo vemos una vez al mes.
“Mis padres se llevan de maravilla, pero muy bien de verdad, y hablan a menudo, porque mi madre me lo dice. Cualquier cosa que pasa en la familia, el primero en llamar es mi padre a mi madre o viceversa”
—¿Cómo eran esos reencuentros con tu madre, Julio?
—Llegar a España y ver a mi madre… era siempre muy bonito. Y después de 2 o 3 meses, cuando nos teníamos que volver a Estados Unidos era siempre un drama, mi madre llorando, los niños llorando… Me acuerdo de eso perfectamente. Cada vez que teníamos que despedirnos de nuestra madre, no era el momento más agradable.
—¿Chábeli se convirtió en alguna ocasión casi en una madre para vosotros?
—Sí, lo sigue siendo, la llamamos “la madre Teresa”, porque es quien nos habla, nos da consejos… Es siempre la que nos llama: “Bueno, venid a casa a ver a los niños, venid a cenar, a almorzar…”. Es muy buena persona mi hermana Chábeli, es fantástica, he estado en Navidad con ella. Vive un poco más lejos que Enrique y yo, más al sur, es muy casera y lleva una vida muy familiar. Enrique y yo nos reímos de ella: “Chábeli, es que no sales” —ríe—. No sabe lo que pasa ahí fuera, le tenemos que informar nosotros de lo que está sucediendo en el mundo.
Días difíciles
—A tu abuelo lo secuestraron el 29 de diciembre de 1981. Eras muy niño, pero, ¿cómo lo viviste?
—Estábamos de vacaciones con mi madre en Suiza, porque nos gustaba mucho hacer esquí alpino. Y ella nos dio la noticia a mi hermano, mi hermana y a mí. Nos contó que al abuelo lo habían secuestrado. Regresamos a España inmediatamente, fue un momento duro para toda la familia, lo pasamos mal y con mucha tristeza. La liberación fue un momento de muchísima alegría para todos.
“Estaba con mi padre en Las Vegas, en el año 90 o 91, me dejó una chaqueta. Al llegar a la habitación metí la mano en el bolsillo y ¡saqué una carta de amor! Pensé: ‘¡A ver si me pasa a mí también!’ —ríe—”
—Fue una figura importante en España como médico, un personaje de gran relevancia. ¿Cómo era en el día a día contigo?
—Mi abuelo era muy simpático, una persona a quien le podías preguntar cualquier cosa, un tío muy sabio, muy deportista, siempre tenía una sonrisa… Mi padre me habla mucho de su padre con adoración. He tenido mucha suerte de tener un abuelo como él.
—¿Te ves teniendo hijos a la edad que los tuvo él?
—No, hay que tenerlos antes, no se puede esperar tanto. Lo he visto con mis hermanos Enrique y Ana, a los niños les hace falta pasar tiempo con sus padres, hay que estar con ellos, jugar, hacer deporte y para eso hay que tener muchísima energía.
“Qué pique ni qué pique… Cada uno tenemos diferentes personalidades, pero mi padre ve a mi hermano Enrique las veces que yo lo veo. Somos una familia que nos queremos mucho”
—Por cierto, ¿mantienes algún contacto con Ronna, su mujer, y con sus hijos Jaime, que cumple 19 años, y Ruth, que cumplirá 17, es decir tus tíos?
—No tengo ninguna relación con ellos, no. Obviamente me acuerdo de Ronna, pero a los niños nunca los he vuelto a ver, no sé absolutamente nada de ellos. Son mis tíos, claro, el hermano y la hermana de mi padre. Increíble, sí. Pero como digo, no se nada de ellos.
—Después de su divorcio, tu madre rehizo su vida con el marqués de Griñón. ¿Cómo fue vuestro trato?
—Fantástico. Él era un hombre maravilloso, le encantaba el campo y era muy sabio, podías preguntarle cualquier cosa. A mí me encantaba ir al campo y el hecho de que tuviera un «safari park» con animales…Era otro tipo de vida la que he vivido desde niño, tantos momentos bonitos y tan diferentes, que me encanta haberlos vivido.
—¿Llegaste a conocer en aquellos años a los hermanos de Tamara por parte de padre?
—Claro, yo con ellos viví muy poco porque era justamente el momento en que nosotros nos veníamos a vivir a Estados Unidos, pero me acuerdo perfectamente de Manolo y Sandra en aquella época.
—¿Y como fue tu relación con Miguel Boyer, cómo lo recuerdas?
—Tuve una relación maravillosa con Miguel. Era un hombre muy sabio, muy inteligente, con fama de ser muy serio, que lo era, pero al mismo tiempo, en casa era muy simpático. De repente soltaba un chiste, y yo la verdad es que me llevaba muy bien con él.
“¡Díselo tú!”
—¿Quién de los dos, Enrique o tú, tenía claro desde niño que iba a ser cantante?
—Ninguno de los dos. Nos gustaba la música, pero eso que de repente con 6 años dices “Quiero ser cantante”, no. A nosotros lo que nos encantaba era el deporte. Cuando yo me voy a la universidad, en el año 91, es cuando Enrique empieza a escribir canciones y a meterse en un estudio. Recuerdo que me enseñó la primera canción que hizo en un vuelo.
“Claro que me encantaría formar una familia y a Vivi también le gustaría tener hijos. Llevamos juntos 7 meses, pero si las cosas van como van, ¿por qué no?”
—¿Y pensaste entonces que iba llegar tan lejos como ha llegado?
—Fue en un vuelo Madrid-Miami e íbamos con “la Seño”. Enrique me enseñó la maqueta, creo que era de Si tú te vas, y pensé: “¡Mira este qué bien!”, porque lo tenía muy escondido y me sorprendió para bien, me gustó.
—En ese momento tú no pensabas en cantar.
—No, en esa época estaba en la universidad. Después, al año o año y medio, me fui a estudiar actuación a México para hacer televisión y novelas, y tras regresar a Miami, en el año 96, me metí en el estudio con un productor a ver qué tal sonaba, animado por el manager que tenía entonces. Hice una demo muy bonita que le enseñé a mi padre y le gustó mucho.
—¿Es fácil la convivencia de tantos músicos en una misma familia?
—Claro que es fácil, es genial, es bonito que la gente reconozca lo que haces y que Iglesias signifique música, eso es maravilloso, y que cada uno tengamos nuestro estilo y nuestro show.
—Si hay muchos egos, eso puede llevar a conflictos. ¿Los ha habido?
—Mi padre lo ha hecho todo, lo ha ganado todo, lo ha visto todo y lo ha vivido todo, mi hermano va por ahí, y yo también. Entonces ¿egos?. Es al revés, es apoyo y hacer las cosas que a uno le gusten lo mejor que pueda, con cariño y seriedad, y ya está.
“¿Todos juntos? No hay sitio, imposible, nos hemos reunido la mitad de la familia, pero toda es casi imposible”
—Siendo de diferentes generaciones, seguro que habrá distintos puntos de vista profesionales. ¿Ha habido discusiones por eso?
—Mi padre me dice: “Me encanta tu último disco, esa canción que has hecho de Stevie Wonder es muy buena... Y tu voz se parece mucho a la mía”. La verdad es que le gusta lo que hago, igual que mi hermano. Lo que pasa es que lo de mi hermano fue diferente, porque fue el primero en salir. Mi padre siempre nos había dicho que el mundo de la música es muy complicado, que es una carrera muy difícil, él nunca hubiera imaginado que nos íbamos a meter en este mundo. A lo mejor creía que uno iba a ser abogado y el otro doctor. Enrique era más tímido en esa época, tenía 18 o 19 años y se sintió un poquito… “¿Cómo se lo voy a contar ahora a mi padre, qué difícil, cuando lleva diciéndonos toda la vida que es complicado?”. Es que mi hermano fue el primero y ¡díselo tú!, es normal esa timidez de hijo a padre, sobre todo cuando tu padre lleva tanto tiempo diciendo lo complicada que es esta carrera.
—Pero desde que Enrique empezó en la música, casi no se le ha visto con vuestro padre; con la mano en el corazón, Julio, ¿cuántos piques ha habido entre ellos?
—Qué pique ni qué pique… Como es normal, cada uno tenemos diferentes personalidades, pero mi padre ve a mi hermano las veces que yo lo veo. Y, aunque no sean muchas, los tiempos que pasamos son muy bonitos, somos una familia que, gracias a Dios, nos queremos mucho.
—¿Te hubiera gustado llegar tan lejos como él? ¿Te has sentido alguna vez a su sombra?
—No es fácil, en el sentido de ser el tercero… Imagínate la carrera de mi padre, lleva 50 años en el mundo de la música, mi hermano, que ha encontrado ese hueco donde le va de maravilla, y luego yo… Creo que es ahora, a los 50 años, cuando estoy haciendo ese estilo de música que a mí me gusta mucho. Y en los shows alrededor del mundo, canto muchísimas canciones de mi padre: Manuela, Hey, Me olvidé de vivir, Abrázame, Momentos, Natalie, Lo mejor de tu vida… ¡Menudo repertorio tengo para cantar! Me encanta, porque crecí escuchándolas, y mi padre está encantado porque dice que no hay nadie mejor que yo para cantar esas canciones.
“Me parezco mucho”
—¿En qué te pareces más a tu padre?
—En todo. Sí, me parezco mucho, es normal, ¡soy su hijo!
—Como cualquier otro, cuándo han venido mal dadas profesionalmente, ¿a quién has pedido ayuda?
—No soy de los que pide ayuda, me ayudo a mí mismo mentalmente. Soy bastante fuerte y siempre tengo un plan para salir adelante como sea.
—¿Ni siquiera has pedido consejos a tu madre?
—Hombre, ha habido momentos donde sí le he pedido consejos a mi madre, pero tampoco he sido muy de eso.
—¿Y tú a ella en qué te pareces? ¿Qué admiras de Isabel?
—Yo creo que me parezco en el color de la piel. Mi madre también tiene un sentido del humor bastante peculiar, y cuando está con nosotros tiene ese lado cómico y gracioso. Yo le agradezco mucho a mi madre por darme la piel que tengo, y sobre todo a mi abuela Beba, que era una persona maravillosa. Incluso mi padre lo dice “lo mejor de la familia”, y la echamos mucho de menos.
—Parece que nunca pierde la calma, pero seguro que en algún momento le has hecho rabiar o se ha enfadado contigo.
—Mi madre no se enfada conmigo, lo que me dice es que no le gustan mis tatuajes y yo le digo “y a mi tampoco me gusta tu corte de pelo”, ¡no, es broma! Yo me río mucho con ella, me gusta tomarle el pelo.
—Por otro lado, ¿ves a menudo a tus hermanos pequeños, los hijos de tu padre y Miranda?
—Tengo una relación muy buena con ellos, aunque no los veo mucho. Hemos pasado ahora las Navidades juntos. Como viven en Punta Cana, España y Bahamas, los veía muy poco, ahora sí los empiezo a ver un poquito más. Tengo más relación con Miguel, el mayor, que tiene ya 25 años, y con Rodrigo, que tiene 23.
—Hemos hablado de cómo fue tu relación con el marqués de Griñón y con Miguel Boyer. ¿Y con Miranda?
—Muy buena, me llevo muy bien con ella; el otro día estuvimos comentando, llevan ya más de 30 años juntos. Imagínate, conozco a Miranda desde que era muy joven.
—Por su discreción, es una gran desconocida. ¿Qué tiene para que se haya convertido en la mujer definitiva de tu padre?
—Es una mujer que con mi padre se lleva de maravilla, se complementan muy bien, se quieren muchísimo, se ayudan el uno al otro, y lo que he visto de los dos es que tienen una relación estupenda.
—Cuando empezaron a tener hijos, ¿no dijiste “¡Papá, para!”?
—No —ríe—, mi padre que haga lo que quiera, y al final cuantos más mejor, porque es bonito tener una familia grande, que todos nos llevemos bien y que en un futuro, cuando ellos tengan hijos, nos podamos reunir todos también.
—¿Os habéis conseguido reunir alguna vez todos?
—¿Todos juntos? No hay sitio, imposible, nos hemos reunido la mitad de la familia, pero toda la familia es casi imposible.
—Continuando con tus hermanos, ¿qué crees que tiene Tamara que conquista a todo el mundo?
—Que es muy simpática y espontánea. Es muy lista Tamara. Quizá no se sabía, pero ha sido siempre muy simpática, tiene esa chispa diferente que atrae y gusta. Me encanta que por fin la gente le haya conocido como es.
—Con Ana, que parece la más independiente de todos los hermanos, ¿qué trato tienes?
—Me llevo fenomenal con ella y también con Fernando, juego al tenis con él, me da unos cuantos «tips» para ser mejor jugador y me encanta que mi hermana esté casada con él, es muy buen tío. Fui el padrino de su boda, que fue muy bonita, fui con mi exmujer y lo pasamos muy bien. Y adoro a sus dos hijos, mis sobrinos Miguel y Mateo, acabo de estar en Madrid con ellos.
¡Es lo que hay!
—Te voy poner en un apuro: ¿a quién estás más unido de todos?
—A mi sobrino Alejandro, el hijo de mi hermana Chábeli, porque tiene 19 años; me llevo muy bien con él, es muy simpático, está ya en la universidad. Mis sobrinos por parte de Ana y de Enrique son muy pequeños.
—¿Cuáles son las personas que han marcado tu vida?
—Definitivamente mi padre, desde que era muy pequeñito tuve la oportunidad de verle cantar en estadios, ver la manera en que la gente le miraba estando sobre el escenario. Lo admiro porque tiene algo especial. “La Seño”, porque nos crió desde que éramos pequeños, y mi madre, por supuesto, porque es una persona maravillosa que siempre ha estado ahí y la quiero muchísimo.
—¿Qué es lo más vergonzoso que te han pillado haciendo?
—Es que yo soy un sinvergüenza, entonces a mi nada me da vergüenza, así que cualquier cosa, me da igual, ¡es lo que hay!
—¿Tienes algún talento oculto?
—Tengo muchos talentos ocultos, soy mecánico, electricista, fontanero, jardinero, limpio mi casa de arriba abajo, en mi casa no entra nadie a arreglar nada porque todo lo arreglo yo. Me subo a las palmeras y bajo los cocos… Soy multifacético. Me gusta hacer de todo y todo lo he aprendido observando.
—¿Te consideras una persona con éxito?
—Yo sí. Cuando voy por la calle y la gente me dice: “qué bien me caes, qué simpático eres, que buena energía tienes”, me da muchísima satisfacción. Que la gente sienta que trasmites buena energía, es superpoderoso y superbonito.