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La felicidad de Andrés Iniesta y Anna Ortiz es plena. Tras convertirse enpadres por quinta vez de una niña llamada Olympia, y con la tranquilidad de que la pequeña se encuentra en perfecto estado, el matrimonio regresaba a su hogar, donde están viviendo unos días mágicos ya como familia de siete. El jugador del Vissel Kobe de Japón y la empresaria están muy emocionados por la conexión que se ha creado entre la recién nacida y sus hermanos mayores. Así queda reflejado en una foto que ha compartido el futbolista, la primera en la que vemos juntos a sus cinco hijos.
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"Qué afortunada eres. Cuidando de su hermanita", ha dicho el autor del gol que dio a España la Copa del Mundo de 2010. En la instantánea de Iniesta vemos cómo Valeria (11 años), Paolo (8), Siena (5) y Romeo (3) están colocados alrededor de la cuna en la que descansa su hermana, a la que acarician con ternura sin dejar de observarla atentamente. A juzgar por los gestos que dedican a Olympia, están encantados de cuidar a la recién nacida y de haber sumado un nuevo miembro a su numerosa familia.
Para Iniesta y Anna, la paternidad es una experiencia única de la que disfrutan en Japón, donde llevan a cabo una vida muy tranquila desde su mudanza en 2018. El cambio fue grande y echan de menos a los seres queridos y amigos que viven en España, pero en Asia han encontrado mucha calma y una cultura milenaria que admiran. La agenda del jugador le permite además hacer planes con los niños y disfrutar mucho en su hogar, donde no es considerado como una estrella de fútbol. De puertas para adentro es solo Andrés, el papá y marido. El matrimonio considera que esta experiencia es un auténtico regalo especialmente para sus hijos, quienes poco a poco van familiarizándose con el idioma ya que acuden diariamente a clases de japonés. Su primogénita, de hecho, ya lo habla.
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Un flechazo y la importancia de Japón
Iniesta y Annase casaron el 8 de julio de 2012 en el castillo de Tamarit, en la localidad de Altafulla (Tarragona), pero son inseparables desde 2007. Fue entonces cuando sus caminos se cruzaron por casualidad al coincidir en un bar de Mataró al que el jugador entró con un amigo, estando ella de camarera. El flechazo para el centrocampista fue instantáneo, pero conquistar a la que hoy es su mujer no fue fácil. Ortiz se dio cuenta de que estaba enamorada tiempo después, cuando quedaron en una gasolinera para que Andrés le diera una carta y un detalle que adquirió durante una gira que hizo con el Barça por Japón. Dieciséis años más tarde, curiosamente, el país nipón es su hogar.
