Fedez y las polémicasEl Sanremo que ha revolucionado un país y ha hecho dudar a Chiara Ferragni de su matrimonio¿Benidorm Fest un eurodrama? Bah, peccata minuta. Nada comparable a Sanremo porque lo que acontece en el país de la ópera, del barroco o maquiavelo acontece siempre está a años luz. Allí sí que saben cómo montar un buen pollo. Quizás porque hablar de Sanremo supone utilizar palabras mayores. Todo es a lo grande así que, si las polémicas de por sí tienen onda expansiva, en Italia la repercusión es estratosférica. Bomba de Hiroshima tirando por lo bajo. Por alcance, que no vamos a quitarle importancia a los hechos, pero también por carácter. Que si en la península ibérica todo bascula entre el esperpento de Valle Inclán y la furia española de la selección, los de la bota se bastan y se sobran con un Fellini hiperbólico y un Monicelli y un Dino Rissi y suma y sigue… Sanremo es el festival de los festivales de música aunque solo sea porque, como en casi todo, el italiano es el primero. O sea, el más antiguo. Eurovisión y su estructura, vaya, se basó en Sanremo y, desde 1951, paraliza un país. Durante una semana. Y no es una exageración. No me quiero autocitar que es hortera a tope pero como ya contamos en los albores de este drama -sí, muy heavy, este drama que vamos a contar tiene antecedentes con una entrada en HOLA+- Sanremo es un fenómeno social y un fenómeno económico. Las discográficas lanzan sus mayores apuestas discográficas del año con sus estrellas más potentes, éste 2023, 26 en total, y estos se baten durante cinco jornadas -o sea, cinco noches en prime time- en unas galas de audiencias millonarias gracias a que, las 26 estrellas son de lo más variopintas, porque responden a todos los públicos. Desde grandes damas y caballeros de la canción a estrellas en su máximo apogeo pasando por las últimas revelaciones musicales por muy iconoclastas que éstas sean. A ver, que todo este rollo es para que se entienda la importancia de este certamen local, más allá de que, si queremos darle entidad internacional, basta con dar alguna cifra. Centrémonos, por ejemplo, en lo musical: el segundo clasificado de la final, el rappero Lazza, ha conseguido 10 millones de reproducciones en Spotify en 12 horas entrando en el top10 mundial. Como… Shakira… Y ahora, utilizando un símil a la española. La competición sería algo así como ver luchando por alzar el trofeo a Raphael con Alaska, Rigoberta Bandini, Bisbal, Rosalía, Natalia Lacunza, Alejandro Sanz, CTangana, Julio Iglesias, Cariño, Guitarritadelafuente y las Hinds con su propuesta musical para el año… Ni que decir tiene que estamos en Italia y todos van vestidos de Valentino Haute Coutere para arriba. O Gucci. O Dior. O Balenciaga. O Versace. Por supuesto, con diseños de sus colecciones crucero, o sea, que aún no están en tienda por lo que, desde el momento en que uno de estos ídolos transalpinos salen en pantalla con unas botas, camiseta de tirantes o una chaqueta de tal o cual firma, éstas se convierten en un “must to have” para millones de telespectadores. Sin olvidar, tampoco, los make ups y los hairstyles, perfectos para convertirse en virales para todas las redes… En resumidas cuentas, Sanremo tiene lo justo y necesario para que televisiones, periódicos, radios y revistas offline y online nos volvamos locos con galerías de fotos, entrevistas, tutoriales de belleza… Una fuente inagotable de material y, por supuesto, una maravillosa máquina de hacer dinero. Fin. Puestos en contexto, sigamos. Parecía que la polémica se había desinflado. En noviembre la contábamos. Que la megastar del mundo influencer, Chiara Ferragni iba a ser una de las co presentadoras del Festi y que, “por su culpa”, su partner, padre de sus hijos y también megastar de la música italiana, o sea, Fedez, no podía participar en la gran cita de la música italiana como era su intención con un temazo con el que, adelantaba, quería revolucionar el verano de 2023 como suyo fue ya el tormentone (“la canción del verano”) del 2022 con el tema “La dolce vita”. No es que hubiera unas normas escritas que se lo impidieran, pero había un ¿cómo decirlo? “conflicto de intereses” entre ser participante y “esposo” de una presentadora. Fedez acudiría como artista invitada, al igual que Depeche Mode, y presentaría su hit(azo) como… ¿Premio de consolación? Sea como fuere, problema resuelto. Es más, en la rueda de prensa con la que la RAI, la cadena pública italiana, mostraba las novedades del año del espectáculo -no nos olvidemos que es un programa de televisión-, esa controversia era agua pasada y, aunque los focos se posaban sobre las mismas cabezas -especialmente en Chiara-, ya estábamos en “otra pantalla” ¿Cuál? La del empoderamiento femenino. Chiara, tal y como contábamos esta semana en nuestra vista en papel, dio un golpe de gracia a la mentes masculinas -y retrótradas- con un discurso en el que no dejó títere sin cabeza -incluso, con mensajito a esu ex- y unos looks -de Dior y Schiaparelli- con mensaje feminista. “Ser mujer no es ningún límite”, leía la creadora de contenido por antonomasia en una carta -potente y conmovedora- dirigida a su yo niña en donde le habla sobre ser mujer, ser madre, tener éxito y sobre todo junto a la vez. Venga, vamos a glosar el discurso que ha sido noticia around the world: “Los retos más importantes siempre están en tu cabeza y son siempre contigo misma (...) Llora, grita sí quieres: forma parte de ti y de tu recorrido (...) El miedo, esa terrible sensación de la que intentamos zafarnos siempre, te acompañará tantas veces que perderás la cuenta. ¿Sabes qué he aprendido? Que si una cosa da miedo es justo la que tienes que hacer: solo arriesgando se gana (...) Muchas veces te sentirás culpable por tener otros sueños más allá de ser madre o de tener familia. Cuando te conviertes en madre, tomas una nueva identidad. ¿Cuántas veces la sociedad te ha hecho sentirte culpable porque pasas un montón de tiempo trabajando o lejos de tus hijos? Y sin embargo, ¿cuántas veces has visto que a los hombres se les juzgue por lo mismo? Jamás. Pero te digo una cosa: si haces lo mejor para tus hijos, libérate de dudas: seguro que eres una una buena madre. Quizás no perfecta, pero si lo suficiente (...)” Y sobre el cuerpo femenino o las redes, también se despachó a gusto:“Si lo escondes, eres una monja. Si lo muestras, en cambio, una zorra. Leerás muchos comentarios de un sexismo increíblemente normalizado. Lucha contra ellos y no tengas miedo. Lucha por cambiar las cosas cada día. No dudes de lo que sabes. Todo saldrá bien. Estoy orgullosa de ti”. Muy bien. Sobresaliente. Digo de portada. En solitario. Pero tuvo que compartirla. ¿Por? Porque llegó Blanco con la furia destructiva de un animal -macho- y con él “habemus” nuevo sobresalto. Era la primera noche. Aún quedaban cinco más. ¿Que qué pasó? Pues que Blanco es una rutilante estrella que aún no ha cumplido ni los 20. Que Blanco, el año pasado, junto con otro rey de la música urbana, Mahmood, ganaba el Festival con “Brividi”, el temazo que Italia llevó a Eurovisión y que es la canción hasta la fecha más escuchada y reproducida del festival. Y que Blanco volvía al Teatro Ariston de la ciudad de la Costa Azul italiana -el Dorothy Chandler Pavillion de Sanremo para entendernos- para presentar su último single. Cuando, de repente, ¡zacatún! Se vuelve loco. Y, a patadas, destrozaba en directo y en medio de su actuación, el escenario, las luces, los micros, los bouquets de flores ¡tutto! Frente a más de 20 millones de italianos que estaban viendo la tele en ese instante. ¿Y bien? Pues nada, que el de Brescia subió a cantar su último sencillo, “L’isola delle rose”; se encuentra con que tiene problemas con el retorno; flipa; deja de cantar; y, ante el desconcierto de todo el mundo y el suyo propio, pierde la cordura y, como un toro desbocado, la emprende con todo lo que le rodea. Y la cosa, no queda ahí porque cuando todo se para, y el presentador y director de todo el sarao, le reprende y busca una respuesta a tanta violencia, la joven estrella del rock le contesta “... A ver, es que no funcionaba nada, sentía la voz lejos y… total que decidí divertirme igual y hacer, de todo, un caos”. Los silbidos, los insultos y los abucheos que explotaron ipso facto casi lo sepultan vivo. Eso, para empezar porque, la repercusión del después está a punto de costarle la carrera… Tanto que, obviamente, el muchacho ha tenido que pedir perdón porque el debate estaba llegando a todas las esferas. Desde el Parlamento a los colegios. Desde las columnas de los periódicos a los magazines de tarde con tertulianos. A sazón: ¿Se deben consentir idas de pinza de este calibre a las estrellas del rock porque el mero hecho de que lo sean o, precisamente por eso, por ser ídolos para jóvenes y adolescentes, son aún más reprobables? La imagen de Blanco se hace viral y llega a los confines internacionales. Bueno, pues seguimos para Bingo porque esto sucedía tan solo el primer día. Vamos al segundo. ¿Se acuerdan que les decía que Fedez iba a reaparecer en el festival con un premio de consolación? Pues ahí vamos porque a partir de aquí Fedez ha ido del bracero de las polémicas todo el rato. Abordamos la política en un plis plas aunque en realidad sea la más trascendente, para explayarnos después en el salseo que es más divertido. Vamos.Día dos. El marido de Chiara sale en pantalla. Dos canciones a falta de una -cuota de pantalla importante para el segundo finalista del gran año de Maneskin-, “Problemi con tutti” y “Freestyle”, y mientras canta el tema en el que recuerda su cáncer de pancreas, el milanés despliega una foto del viceministro de infraestructuras Galeazzo Bignami, de hace 20 años, con un brazalete nazi a lo Harry de Inglaterra. Sí. Todo muy rollo Sinead O’Connor y su “Nothing compares to you” rompiendo en pedazos la foto de Juan Pablo II. Y dice: “Si Rosa Chemical va a Sanremo, estalla la bronca. Quizás sea mejor un viceministro disfrazado de Hitler. Desafortunadamente, el aborto es un derecho. No lo dije yo, lo dijo un ministro”. ¡ZAS! Otro pollo. Explicamos. Porque la RAI es como la TVE pero all’ italiana y 48 horas después ya estaba el partido del Gobierno -de Giorgia Meloni-, Fratelli d’Italia, pidiendo cabezas en las altas instancias. “La letra no había sido anunciada al personal de la RAI. Asumo toda la responsabilidad”, saca pecho Fedez. Pero ¿a qué se refería el cantante con Rosa Chemical? ¿De qué hablaba? Empieza lo diver. La cosa ya coleaba de antes y, fíjense por dónde, se creía que con elle llegaría la polémica. Rosa Chemical es un cantante de rock no binario famoso porque tiene un estilazo alucinante, pero, aparte, porque sus letras -y sus “outfits”- son más que explícitas sobre la libertad sexual. Un tipo bastante desprejuiciado que llevaba al festival el tema “Made in Italy” en el que se ríe de los tópicos masculinos italianos, sociales, políticos y religiosos que, sin embargo, forman parte del ideario conservador de la curia gubernamental italiana. Entre ellos, por supuesto, de los intentos de reabrir el melón del aborto, algo que, desde los 70, está regulado y es legal en Italia. Total, que la sola presencia de Rosa Chemical había levantado la polémica entre las facciones más conservadoras de la organización del festival, los medios de comunicación etc frente a la otra facción, la de los más progresistas que, con el discurso de Chiara, defendiendo la libertad y los derechos de todo hijo de vecino frente a las sociedades patriarcales, iban en avanzadilla. Bueno, pues con la guerra abierta, con ministros blandiendo venganza en el Parlamento y en los telediarios por los ataques personales de Fedez, con el presidente de la RAI1 (Stefano Coletta), rebatiendo al Gobierno y blandiendo la libertad de expresión como espada mientras piden su despido, el responsable de Sanremo, el sancto sanctorum del periodismo televisivo italiano, Amadeus, decide mantener el guión previsto porque el espectáculo debía continuar y las invitaciones estaban enviadas. Es decir, que Fedez, pese a su metáfora tiranicida con la foto famosa, podría volver al Teatro y sentarse en el patio de butacas para estar aplaudiendo a su mujer como presentadora de la noche más importante de la televisión transalpina. Y es entonces cuando pasa. Estamos en la última jornada. Sí. Menos mal. Y llega el momento de la actuación de Rosa Chemical que, como Ferragni, llevaba los pezones al aire y estos eran los verdaderos. Empieza a deambular entre las butacas y los invitados. Se para en primera fila, coge de la mano a Fedez, se lo lleva al escenario y, bajo cientos de focos, después de haber hecho un poquito de twerking, planta al rappero un beso en todos los morros. Y ¿Qué hace Fedez ante ese pico? ¡Fedez abre la boca! Y ¿Qué hace el realizador de la gala? Capta la imagen ojiplática de su mujer asomada, congelada, desencajada y nívea viva. Y no para ahí la cosa porque acto seguido, Chiara tenía que darle un ramo de flores a Rosa y 1) no puede mirarle a la cara y 2) se limita a sonreír como si a) no se lo esperara o b) lloviera sobre mojado. Hagan checkbox en donde les guste más. Pero el caso es que, una vez que se van a publicidad, un móvil como siempre indiscreto capta cómo la influencer llama desde el backstage a su marido pidiendo, entre exclamaciones y gesticulaciones hiperbólicas, -a ver, que el movimiento de las manos en un italiano, tampoco quiere decir nada- unas explicaciones. ¿Qué le dice? Mmmm no sabemos pero Fedez escapa con cajas destempladas. Chiara lo intenta coger del brazo del tipo “oye, a ver, para que no es para tanto” y, cuando Amadeus llega para amansar a las fieras, que tela festival se ha pasado este señor, la pareja intenta mantener las formas. ¿Ha dicho algo el tercero en discordia? O sea, ¿Rosa Chemical? “El que se haya escandalizado por un beso entre dos amigos es cosa suya… Fedez estaba avergonzado, pero la vergüenza del cantante más famoso de Italia es algo divertido. Real e incluso bonito. Que el beso entre dos amigos haya provocado que se discuta sobre la traición de un hombre casado a su mujer en el escenario más importante de Italia es una locura. Es evidente que no podemos ocultar que la libertad en este país no existe…”.
¿Benidorm Fest un eurodrama? Bah, peccata minuta. Nada comparable a Sanremo porque lo que acontece en el país de la ópera, del Barroco o Maquiavelo siempre está a años luz. Allí sí que saben cómo montar un buen pollo. Quizás porque hablar de Sanremo supone utilizar palabras mayores. Todo es a lo grande así que, si las polémicas de por sí tienen onda expansiva, en Italia la repercusión es estratosférica. Bomba de Hiroshima tirando por lo bajo. Por alcance, que no vamos a quitarle importancia a los hechos, pero también por carácter. Que si en la Península Ibérica todo bascula entre el esperpento de Valle Inclán y la furia española de la selección, los de la bota se bastan y se sobran con un Fellini hiperbólico y un Monicelli y un Dino Rissi y suma y sigue… Sanremo es el festival de los festivales de música aunque solo sea porque, como en casi todo, el italiano es el primero. O sea, el más antiguo. Eurovisión y su estructura, vaya, se basó en Sanremo y, desde 1951, paraliza un país. Durante una semana. Y no es una exageración.
No me quiero autocitar, que es hortera a tope, pero como ya contamos en los albores de este drama -sí, muy heavy, este drama que vamos a contar tiene antecedentes con una entrada en ¡HOLA! +- Sanremo es un fenómeno social y un fenómeno económico. Las discográficas lanzan sus mayores apuestas discográficas del año con sus estrellas más potentes, este 2023, 26 en total, y estos se baten durante cinco jornadas -o sea, cinco noches en prime time- en unas galas de audiencias millonarias gracias a que las 26 estrellas son de lo más variopintas porque responden a todos los públicos. Desde grandes damas y caballeros de la canción a estrellas en su máximo apogeo pasando por las últimas revelaciones musicales por muy iconoclastas que éstas sean.
A ver, que todo este rollo es para que se entienda la importancia de este certamen local, más allá de que, si queremos darle entidad internacional, basta con dar alguna cifra. Centrémonos, por ejemplo, en lo musical: el segundo clasificado de la final, el rapero Lazza, ha conseguido 10 millones de reproducciones en Spotify en 12 horas entrando en el top10 mundial. Como… Shakira… Y ahora, utilizando un símil a la española. La competición sería algo así como ver luchando por alzar el trofeo a Raphael con Alaska, Rigoberta Bandini, Bisbal, Rosalía, Natalia Lacunza, Alejandro Sanz, C. Tangana, Julio Iglesias, Cariño, Guitarritadelafuente y las Hinds con su propuesta musical para el año… Ni que decir tiene que estamos en Italia y todos van vestidos de Valentino Haute Coutere para arriba. O Gucci. O Dior. O Balenciaga. O Versace. Por supuesto, con diseños de sus colecciones crucero, o sea, que aún no están en tienda por lo que, desde el momento en que uno de estos ídolos transalpinos salen en pantalla con unas botas, camiseta de tirantes o una chaqueta de tal o cual firma, éstas se convierten en un must to have para millones de telespectadores. Sin olvidar, tampoco, los make ups y los hairstyles, perfectos para convertirse en virales para todas las redes… En resumidas cuentas, Sanremo tiene lo justo y necesario para que televisiones, periódicos, radios y revistas offline y online nos volvamos locos con galerías de fotos, entrevistas, tutoriales de belleza… Una fuente inagotable de material y, por supuesto, una maravillosa máquina de hacer dinero. Fin. Puestos en contexto, sigamos.
Parecía que la polémica se había desinflado. En noviembre la contábamos. Que la megastar del mundo influencer, Chiara Ferragni iba a ser una de las co presentadoras del Festi y que, “por su culpa”, su partner, padre de sus hijos y también megastar de la música italiana, o sea, Fedez, no podía participar en la gran cita de la música italiana como era su intención con un temazo con el que, adelantaba, quería revolucionar el verano de 2023 como suyo fue ya el tormentone (“la canción del verano”) del 2022 con el tema La dolce vita. No es que hubiera unas normas escritas que se lo impidieran, pero había un ¿cómo decirlo? “conflicto de intereses” entre ser participante y “esposo” de una presentadora. Fedez acudiría como artista invitada, al igual que Depeche Mode, y presentaría su hit(azo) como… ¿Premio de consolación? Sea como fuere, problema resuelto. Es más, en la rueda de prensa con la que la RAI, la cadena pública italiana, mostraba las novedades del año del espectáculo -no nos olvidemos que es un programa de televisión-, esa controversia era agua pasada y, aunque los focos se posaban sobre las mismas cabezas -especialmente en Chiara-, ya estábamos en “otra pantalla” ¿Cuál? La del empoderamiento femenino.
Chiara, tal y como contábamos esta semana en nuestra vista en papel, dio un golpe de gracia a la mentes masculinas -y retrótradas- con un discurso en el que no dejó títere sin cabeza -incluso, con mensajito a su ex- y unos looks -de Dior y Schiaparelli- con mensaje feminista. “Ser mujer no es ningún límite”, leía la creadora de contenido por antonomasia en una carta -potente y conmovedora- dirigida a su yo niña en donde le habla sobre ser mujer, ser madre, tener éxito y sobre todo junto a la vez. Venga, vamos a glosar el discurso que ha sido noticia around the world:
“Los retos más importantes siempre están en tu cabeza y son siempre contigo misma (...) Llora, grita sí quieres: forma parte de ti y de tu recorrido (...) El miedo, esa terrible sensación de la que intentamos zafarnos siempre, te acompañará tantas veces que perderás la cuenta. ¿Sabes qué he aprendido? Que si una cosa da miedo es justo la que tienes que hacer: solo arriesgando se gana (...) Muchas veces te sentirás culpable por tener otros sueños más allá de ser madre o de tener familia. Cuando te conviertes en madre, tomas una nueva identidad. ¿Cuántas veces la sociedad te ha hecho sentirte culpable porque pasas un montón de tiempo trabajando o lejos de tus hijos? Y sin embargo, ¿cuántas veces has visto que a los hombres se les juzgue por lo mismo? Jamás. Pero te digo una cosa: si haces lo mejor para tus hijos, libérate de dudas: seguro que eres una buena madre. Quizás no perfecta, pero si lo suficiente (...)”.
Y sobre el cuerpo femenino o las redes, también se despachó a gusto:
Era la primera noche. Aún quedaban cinco más. ¿Que qué pasó? Pues que Blanco es una rutilante estrella que aún no ha cumplido ni los 20. Que Blanco, el año pasado, junto con otro rey de la música urbana, Mahmood, ganaba el Festival con Brividi , el temazo que Italia llevó a Eurovisión y que es la canción hasta la fecha más escuchada y reproducida del festival. Y que Blanco volvía al Teatro Ariston de la ciudad de la Costa Azul italiana -el Dorothy Chandler Pavillion de Sanremo para entendernos- para presentar su último single. Cuando, de repente, ¡zacatún! Se vuelve loco. Y, a patadas, destrozaba en directo y en medio de su actuación, el escenario, las luces, los micros, los bouquets de flores ¡tutto! Frente a más de 20 millones de italianos que estaban viendo la tele en ese instante. ¿Y bien? Pues nada, que el de Brescia subió a cantar su último sencillo, L’isola delle rose; se encuentra con que tiene problemas con el retorno; flipa; deja de cantar; y, ante el desconcierto de todo el mundo y el suyo propio, pierde la cordura y, como un toro desbocado, la emprende con todo lo que le rodea. Y la cosa, no queda ahí porque cuando todo se para, y el presentador y director de todo el sarao, le reprende y busca una respuesta a tanta violencia, la joven estrella del rock le contesta “... A ver, es que no funcionaba nada, sentía la voz lejos y… total que decidí divertirme igual y hacer, de todo, un caos”. Los silbidos, los insultos y los abucheos que explotaron ipso facto casi lo sepultan vivo. Eso, para empezar porque, la repercusión del después está a punto de costarle la carrera… Tanto que, obviamente, el muchacho ha tenido que pedir perdón porque el debate estaba llegando a todas las esferas. Desde el Parlamento a los colegios. Desde las columnas de los periódicos a los magazines de tarde con tertulianos. A sazón: ¿Se deben consentir idas de pinza de este calibre a las estrellas del rock porque el mero hecho de que lo sean o, precisamente por eso, por ser ídolos para jóvenes y adolescentes, son aún más reprobables? La imagen de Blanco se hace viral y llega a los confines internacionales.
Bueno, pues seguimos para Bingo porque esto sucedía tan solo el primer día. Vamos al segundo. ¿Se acuerdan que les decía que Fedez iba a reaparecer en el festival con un premio de consolación? Pues ahí vamos porque a partir de aquí Fedez ha ido del bracero de las polémicas todo el rato. Abordamos la política en un “plis plas” aunque en realidad sea la más trascendente, para explayarnos después en el salseo que es más divertido. Vamos.
Día dos. El marido de Chiara sale en pantalla. Dos canciones a falta de una -cuota de pantalla importante para el segundo finalista del gran año de Maneskin-, Problemi con tutti y Freestyle, y mientras canta el tema en el que recuerda su cáncer de pancreas, el milanés despliega una foto del viceministro de infraestructuras Galeazzo Bignami, de hace 20 años, con un brazalete nazi a lo Harry de Inglaterra. Sí. Todo muy rollo Sinead O’Connor y su Nothing compares to you rompiendo en pedazos la foto de Juan Pablo II. Y dice: “Si Rosa Chemical va a Sanremo, estalla la bronca. Quizás sea mejor un viceministro disfrazado de Hitler. Desafortunadamente, el aborto es un derecho. No lo dije yo, lo dijo un ministro”. ¡ZAS! Otro pollo.
Explicamos. Porque la RAI es como la TVE pero all’ italiana y 48 horas después ya estaba el partido del Gobierno -de Giorgia Meloni-, Fratelli d’Italia, pidiendo cabezas en las altas instancias. “La letra no había sido anunciada al personal de la RAI. Asumo toda la responsabilidad”, saca pecho Fedez. Pero ¿a qué se refería el cantante con Rosa Chemical? ¿De qué hablaba? Empieza lo diver.
La cosa ya coleaba de antes y, fíjense por dónde, se creía que con elle llegaría la polémica. Rosa Chemical es un cantante de rock no binario famoso porque tiene un estilazo alucinante, pero, aparte, porque sus letras -y sus outfits- son más que explícitas sobre la libertad sexual. Un tipo bastante desprejuiciado que llevaba al festival el tema Made in Italy en el que se ríe de los tópicos masculinos italianos, sociales, políticos y religiosos que, sin embargo, forman parte del ideario conservador de la curia gubernamental italiana. Entre ellos, por supuesto, de los intentos de reabrir el melón del aborto, algo que, desde los 70, está regulado y es legal en Italia. Total, que la sola presencia de Rosa Chemical había levantado la polémica entre las facciones más conservadoras de la organización del festival, los medios de comunicación etc frente a la otra facción, la de los más progresistas que, con el discurso de Chiara, defendiendo la libertad y los derechos de todo hijo de vecino frente a las sociedades patriarcales, iban en avanzadilla.
Bueno, pues con la guerra abierta, con ministros blandiendo venganza en el Parlamento y en los telediarios por los ataques personales de Fedez, con el presidente de la RAI1 (Stefano Coletta), rebatiendo al Gobierno y blandiendo la libertad de expresión como espada mientras piden su despido, el responsable de Sanremo, el sancto sanctorum del periodismo televisivo italiano, Amadeus, decide mantener el guión previsto porque el espectáculo debía continuar y las invitaciones estaban enviadas. Es decir, que Fedez, pese a su metáfora tiranicida con la foto famosa, podría volver al Teatro y sentarse en el patio de butacas para estar aplaudiendo a su mujer como presentadora de la noche más importante de la televisión transalpina. Y es entonces cuando pasa. Estamos en la última jornada. Sí. Menos mal.
Y llega el momento de la actuación de Rosa Chemical que, como Ferragni, llevaba los pezones al aire y estos eran los verdaderos. Empieza a deambular entre las butacas y los invitados. Se para en primera fila, coge de la mano a Fedez, se lo lleva al escenario y, bajo cientos de focos, después de haber hecho un poquito de twerking, planta al rappero un beso en todos los morros. Y ¿Qué hace Fedez ante ese pico? ¡Fedez abre la boca! Y ¿Qué hace el realizador de la gala? Capta la imagen ojiplática de su mujer asomada, congelada, desencajada y nívea viva. Y no para ahí la cosa porque acto seguido, Chiara tenía que darle un ramo de flores a Rosa y 1) no puede mirarle a la cara y 2) se limita a sonreír como si a) no se lo esperara o b) lloviera sobre mojado. Hagan checkbox en donde les guste más. Pero el caso es que, una vez que se van a publicidad, un móvil como siempre indiscreto capta cómo la influencer llama desde el backstage a su marido pidiendo, entre exclamaciones y gesticulaciones hiperbólicas, -a ver, que el movimiento de las manos en un italiano, tampoco quiere decir nada- unas explicaciones. ¿Qué le dice? Mmmm no sabemos pero Fedez escapa con cajas destempladas. Chiara lo intenta coger del brazo del tipo “oye, a ver, para que no es para tanto” y, cuando Amadeus llega para amansar a las fieras, que tela festival se ha pasado este señor, la pareja intenta mantener las formas.
¿Ha dicho algo el tercero en discordia? O sea, ¿Rosa Chemical? “El que se haya escandalizado por un beso entre dos amigos es cosa suya… Fedez estaba avergonzado, pero la vergüenza del cantante más famoso de Italia es algo divertido. Real e incluso bonito. Que el beso entre dos amigos haya provocado que se discuta sobre la traición de un hombre casado a su mujer en el escenario más importante de Italia es una locura. Es evidente que no podemos ocultar que la libertad en este país no existe…”.
24 horas de silencio de Fedez después, que parece difícil creerlo después de todos los charcos en los que este chico se ha metido en cinco días porque también contó en podcast que Tiziano Ferro se ha cogido un globo con él y lo tiene bloqueado en el whatsapp, que tildara a Ana Oxa, una de las grandes damas de la canción italiana -leyenda los 80- de maleducada por cómo la había visto comportarse con los músicos y tramoyistas del festival… el rappero escribía un mensaje en redes para cerrar el caso: “Que qué nos dijimos. Cosas nuestras”. Es decir, que la Casa de Los Ferragnez tiene razones que la razón no entiende pero que la Casa sigue en pie. O algo así si leemos entre líneas. Para, después, compartir una galería de fotos y un mensaje: “Estoy orgulloso de ti. Te amo”. El mismo tuit que ya escribió la noche de inauguración de Sanremo. Ahora bien, era la mañana del 14 de febrero. Y la tarde. Y la noche y… San Valentín, una de las fiestas más celebradas por la pareja, de repente. NA-DA. Ni flores, regalos, viajes… Pero ¿la Casa de los Ferragnez hospeda a los Ferragnez? Si la vida son las redes y las redes son su vida, Fedez por ahora, ni está ni se le espera.