Este sábado 11 de febrero, la firma Antonio García estará presente en la ceremonia de los Premios Goya por partida doble. Por una parte, una destacada actriz desfilará por la alfombra roja del Palacio de Congresos y Exposiciones FIBES de Sevilla llevando una de las creaciones de los hermanos Antonio y Fernando García, el binomio de directores creativos de la marca hispalense.
Por otra, Fernando vuelve a ser candidato al Goya al Mejor Diseño de Vestuario —galardón que ya obtuvo en 2015 por La isla mínima— por su trabajo en Modelo 77, el thriller carcelario dirigido por Alberto Rodríguez que hace referencia a la mítica cárcel barcelonesa y al año en el que tienen lugar los hechos reales en los que se inspira. Con 16 nominaciones, la película parte como una de las favoritas de esta edición, junto con As bestas, de Rodrigo Sorogoyen, que tiene 17.
“Todavía no podemos decir quién es la actriz a la que vestimos. Nos han pedido que guardemos el secreto hasta el momento de la gala”, advierte el nominado al otro lado del teléfono, desde el estudio en Sevilla. Fernando compagina su faceta de figurinista con el día a día de la firma de moda que comparte con su hermano. Mientras se prepara para asistir a la ceremonia —con el discurso escrito, por si acaso—, sigue atendiendo y probando a sus clientas en el estudio. “Estamos en plena temporada de novias, que son nuestro fuerte”, aclara Fernando, quien junto a su hermano mayor crea cada año también una colección de costura para madrinas, invitadas y celebrities... La última, Olivia Palermo, que impactó con un vestido camisero de los andaluces para inaugurar la feria flamenca SIMOF.
—Fernando, ¿cómo estás? ¿Muchos nervios?
—Es mi quinta nominación ya. Me lo tomo de otra forma, pero a medida que se va acercando el día, sí que me voy poniendo más nervioso. He hecho un buen trabajo, la verdad, y sé que hay posibilidades de ganar. El año pasado, que también era candidato por El buen patrón, sabía que estaba bien, pero no para ganar. Tenía todas mis esperanzas puestas en Alberto Valcárcel, que estaba nominado por El amor en su lugar, pero al final tampoco él se llevó el Goya... Es una lotería, la verdad.
En diez años me han nominado cinco veces. No sé, tengo sensaciones encontradas: no tengo muchas esperanzas en ganarlo, pero tampoco las pierdo”
—En tu tierra ya te han premiado. El pasado fin de semana te dieron el Premio Carmen del cine andaluz. ¿puede ser premonitorio?
—Quién sabe. Estamos muy contentos, fue una noche muy emocionante... Aunque suene a tópico, para mí, el premio ya es la nominación al Goya, porque de las 198 películas que han valorado, al final han escogido a seis —en la categoría de Mejor Vestuario ha habido un empate que la Academia de Cine no ha querido desvelar— y estoy en una de ellas. Lo estoy disfrutando muchísimo, desde que se conocen las nominaciones, son casi dos meses de mucho ajetreo, la cena de los nominados, entrevistas… Somos seis muy diferentes. Mi trabajo ha sido muy sobrio, muy de los años 70, siempre que se trata de un vestuario de época, se valora mucho más. En diez años me han nominado cinco veces, trabajo con directores muy buenos y cuento muy buenas historias… No sé, tengo sensaciones encontradas: no tengo muchas esperanzas en ganarlo, pero tampoco las pierdo.
El gran reto ha sido vestir a los 80 actores que intervienen en la película... A Miguel Herrán, además, que tiene una anatomía muy moderna, hubo que construirle un montón de prendas”
—¿Cuál ha sido para tí el mayor reto al que has enfrentado en Modelo 77?
—El gran volumen que cogió la película. Los protagonitas eran tres, Miguel Herrán, Javier Gutiérrez y Jesús Carroza, pero en total, en la película intervienen 80 actores y yo tenía que vestir a todos. La acción transcurre durante tres años, así que tuve que hacer como 300 looks. Llegué a tener un equipo de 19 personas porque si no, era imposible. Había que recrear aquella Barcelona de los 70, hay muchos pantalones de campana, cuellos pato con familias, presos, uniformes, políticos, gente cotidiana por la calle, había que reflejar las diferentes clases sociales... Construimos muchas piezas y alquilamos mucha ropa en empresas como Peris Costumes... A Miguel y a Javier les tuve que hacer los trajes a medida, porque no existían. Miguel además tiene una anatomía muy moderna y hubo que construirle un montón de prendas porque el director quería “taparle” un poco la musculatura. Los uniformes de la cárcel también los hemos hecho, porque no existían… Ha sido un trabajazo, había días que probaba a 40 personas y yo no daba a basto.
—Un día estás diseñando novias y al otro, uniformes de un prisión, ¿cómo lo compaginas?
—Desde pequeñito soñaba con trabajar en la moda y en el cine. Disfruto tanto de una cosa como de la otra. En el cine yo se lo propongo al director y al actor, que no es como un modelo que se lo pones y ya. El actor se tiene que ver con la ropa por lo que también tienes que tener una parte de psicología para convencerle de que se le ve bien. La moda es la belleza, es un momento en concreto. Es muy diferente, para mí es mucho más difícil contar una historia en el cine, pero es más agradecido... Disfruto mucho de las dos. Ahora estreno la serie La chica invisible, acabo de terminar la película de Todos los nombres de Dios con Luis Tosar e Inma Cuesta y dirigida por Daniel Calparsoro... pero también estamos haciendo el vestido de novia de Teresa Baca, estamos preparando el look para un próximo evento de Eva González...
—Si tuvieras que elegir, ¿con qué te quedarías?
—Me quedaría con el cine, como decía, a día de hoy es mucho más agradecido. Hay tanta, tanta moda que se está vulgarizando… Hoy todo el mundo estudia moda. ¿A nadie le da ahora por ser abogado?
—¿Cómo es trabajar junto a tu hermano Antonio, a cuatro manos?
—Antonio es el capitán de la marca y yo lo he aprendido todo de él. El es más técnico, yo le doy ideas, pero la parte del taller me cuesta más. Lo que sí que me gusta es recibir a las clientas, tratar con ellas. Antonio y yo estamos muy contentos, llevamos muchísimos años y lo difícil es mantenerse, tenemos una carrera consolidada pero muy natural. Apostamos por las prendas, por los tejidos de calidad, por que la moda no cambie tanto. Lo nuestro es atemporal, de hecho, tenemos prendas que sacamos en todas las colecciones, como el camisero, porque se trata de que nuestro trabajo tenga un hilo conductor. No es un producto low cost, sino que es algo duradero.
—¿Cómo fue el momentazo Olivia Palermo de hace unos días?
—Nos llamaron de una agencia de Madrid, le mandamos una serie de propuestas y a ella le encantaron. Ya la habíamos vestido hace diez años, cuando vino a hacer una campaña para la firma de joyería Carrera y Carrera. Llevó dos looks nuestros. Olivia Palermo está muy bien, pero como decía, llevamos muchos años, y en nuestra carrera hemos tenido muchos momentazos inolvidables, por ejemplo, cuando vestimos a Inma Cuesta para la alfombra roja de Cannes, en la premiére de Julieta. Estaba guapísima.