manuela velasco hola4098© Andrés Gar Luján

Manuela Velasco, a escena: sueños incumplidos, un amor de cine y una gran familia

La actriz posa espectacular con joyas de Cartier


11 de febrero de 2023 - 12:16 CET

Creció entre bambalinas. Asomándose por una esquinita del telón para ver a la gran Concha Velasco, sobre las tablas, deslumbrada por las candilejas, soñando con subirse a un escenario en algún momento. Y lo logró, más allá de apellidos y parentescos, porque Manuela Velasco solo ha grabado una pequeña escena con su tía. Y fue en Velvet, cuando ya había logrado su sueño a base de estudio, trabajo y mucha constancia. En 2007 logró un Goya como mejor actriz revelación por Rec, la saga que la catapultó. Si hoy, a sus cuarenta y siete años, apretara el ‘rec’ de su cámara para grabar, inmortalizaría las reuniones en familia, su mayor tesoro. Manuela posa espectacular con las joyas de Cartier, y nos habla de su ilusión por su nuevo proyecto laboral, de su carrera y del momento vital que está atravesando.

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“No cambiaría haber trabajado con mi tía por haber vivido todo lo que he vivido desde dentro, de ver los mimbres del oficio, el engranaje, las costuras. De ver el camerino, el entre cajas, el entre función y función, el estudio, el entusiasmarse con algo y llevarlo a cabo”, asegura. A escena, Manuela Velasco.

“Sí, estaba totalmente predestinada a ser actriz. Salía del colegio y lo único que quería hacer era irme al teatro y mi tía me tenía metida en el camerino todos los fines de semana”
Manuela Velasco HOLA4098© Andrés Gar Luján
© Andrés Gar Luján
Arriba, la actriz brilla con anillo y collar ‘Panthere de Cartier’, en oro amarillo ónix, peridotos y laca negra, y pulsera ‘Panthere de Cartier’, de oro amarillo, granates ‘tsavoritas’, ónix y laca negra. Manuela Velasco posa como modelo de excepción con espectaculares joyas de Cartier. En esta imagen, lleva pendientes ‘Clash de Cartier’, de oro rosa tamaño XL; anillo ‘Clash Picot de Cartier’, de oro rosa, diamantes y ónix, y collar, pulsera y brazalete ‘Juste un Clou’ de oro amarillo.

—Manuela, ¿en qué estás ahora inmersa?

—Justo en el proceso más desconocido pero también más bonito, que es el de estudiar. Voy a hacer La violación de Lucrecia en el Teatro de la Zarzuela. Es una ópera barroca, y como el texto era complicado le han pedido a Rosa Montero que haga el libreto, y ha hecho una revisión entre el mito y el personaje histórico de Lucrecia. Y es precioso, porque hay un diálogo entre la actriz que soy yo y la Lucrecia cantante. Lo dirige Rafael Villalobos. Es mucho estudio, es verdad, porque se han reducido todos los personajes que hablan a una sola persona, que es Lucrecia, entonces tengo veintidós monólogos… Mucho, mucho texto. Yo soy la única actriz, las demás son todas cantantes. Estoy emocionada.

—Sobrina de Concha Velasco; tu padre, Manuel, cámara de cine; tu madre, modelo… ¿Crees que estabas predestinada a ser actriz por tu familia?

—Sí, totalmente. Yo salía del colegio y lo único que quería hacer es irme al teatro y mi tía me tenía ahí metida en el camerino todos los fines de semana las dos funciones. Yo la recuerdo encantada de la vida, pero a lo mejor pensaba: “¡Qué pesada!”—ríe—. Qué va, porque venían mucho mis primos también y nos metíamos por todas partes, nos encantaba todo… Verla en escenario, estar entre cajas, meternos por los telares. Entre función y función, cuando los técnicos salían a merendar y ella estaba en el camerino, me iba al escenario, miraba al patio de butacas y decía: “Un día estaré aquí”.

—¿En algún momento te ha pesado el apellido? Por esto de que te comparen con Concha Velasco, que se piense que has podido tener alguna ventaja…

—No que me comparen, porque mi tía es única, irrepetible e incomparable, eso no. En mi caso, ha ido variando con la edad. Al principio, me rebelaba mucho porque sentía que generaba un interés que no era por mi trabajo ni por mí, sino por la gracia o la curiosidad del parentesco. No me gustaba generar interés por eso, así que trataba de no hablar de ello, ni trabajar con mi tía ni ir a ninguna parte con ella.

“He pasado una crisis vital en la que un montón de cosas se han tenido que recolocar, profesionales y personales, y ahora entiendo dónde estoy”
© Andrés Gar Luján
© Andrés Gar Luján

—De hecho, tardaste muchos años en compartir una escena con ella. 

—La gente no sabe cómo es esta carrera, pero es muy difícil, dura, tienes mucha exposición y dependes del gusto de la gente, quieres gustar y hacerlo bien. Y, cuando no gustaba, siempre lo que usaban era: “Está aquí porque es una enchufada”, y me parecía muy doloroso e injusto, porque no he trabajado jamás con mi tía hasta  Velvet  , donde hicimos una secuencia juntas. ¡Una!, y porque se lo supliqué a los creadores, a Teresa y a Ramón. Les dije: “Jamás hemos trabajado juntas mi tía y yo, ¿cómo que va a entrar en Velvet y no nos vamos a cruzar? Por Dios, me muero”. Y entonces escribieron una secuencia que coincidíamos en un ascensor, ella subía y yo bajaba. Te cuesta tanto cuando te lo has peleado tanto…Porque a mí me costó, desde que comencé a hacer castings, figuraciones, publicidades…hasta que llegó mi Rec fueron diez años.

—¿Ahora ya te da igual? 

—Ahora me da exactamente igual que lo digan, y si genero interés porque soy sobrina, pues sí, a mucha honra. Es grandísima, es un icono cultural, claro. Pero, qué va, el apellido no me ha pesado nunca más que por cómo me lo he tomado yo y tiene mucho que ver con las inseguridades de la juventud.

‘Mi tía recibe todas las visitas’

—Manuela, ¿qué tal está tu tía? ¿Sigue recibiendo tantas visitas?

—A ver, físicamente está delicada y necesita asistencia para muchas cosas y, a parte de eso, pues, de repente, “me duele esto, o aquello”… Pues vamos al hospital a ver qué pasa. Esta Navidad estaba ingresada, mi teléfono sonando, las teles conectando, yo angustiadísima, y le digo a Manu: “Dime cuando salga del hospital y esté en la residencia, porque quiero ir a verla”. “Vale, yo te aviso”. Y Manu no me dice nada y sigo con mucha angustia de lo que veo en la tele, como que no se corresponde con la información que yo tengo. Así que le pregunto a mi primo si puedo ir a verla al hospital y voy en el que se supone que es el momento crítico. Entro y me dice mi tía: “Se acaba de ir no sé quién con su marido y la niña pequeña y antes ha estado aquí Teresa y tal”. ¡Y esto eran las doce de la mañana! Y al día siguiente coincidí con Paula Echevarría, las dos allí. Es verdad que está encantada, recibe a todas las visitas y, cuando quiere que te vayas, te lo dice y ya está.

“No soy madre no porque no quiera, sino porque no he podido. Hemos intentado todo, no lo hemos conseguido y despedirme de eso ha sido y sigue siendo lo más doloroso con lo que he tenido que lidiar”
© Andrés Gar Luján
En esta imagen, Manuela, con collar ‘Clash de Cartier’, en doble hilera de oro rosa; pendientes ‘Clash de Cartier’, de oro rosa tamaño XL, y anillo y pulsera ‘Clash Picot de Cartier’, de oro rosa, diamantes y ónix.

—¿En qué momento vital te encuentras ahora? 

—La pandemia y la salida de la pandemia fue como un momento que me ayudó a cerrar y colocar un montón de cosas que tenían que colocarse. Creo que mi asunto más importante o doloroso con el que he tenido que lidiar ha sido no haber podido ser madre. No soy madre porque no quiera, sino porque no he podido. Sin ninguna causa específica, soy de esos casos de “no te pasa nada, a tu pareja tampoco”, pero no lo hemos conseguido. Hemos hecho todo y, entonces, despedirme de eso ha sido y sigue siendo doloroso. Hacer las paces con eso, con que no va a ser. También eso te enfrenta a tu edad. Y luego justo coincide con que es verdad que se produce una bajada en cuanto al trabajo que se te ofrece a partir de que vas cumpliendo años. Es verdad que trabajo menos, pero las cosas que van saliendo me fascinan, me llenan muchísimo.

—Has tenido que lidiar con muchas cosas importantes a la vez. 

—Sí, muchas cosas vitales importantes. Después de muchos intentos, ya te dicen quizás de intentar una fecundación, y la primera vez que vas, a mí me pasó, te dicen que eres biológicamente mayor. Entonces, yo me enfadé mucho y dije: “¿Esto por qué no nos lo cuentan?”. También entré en mucho conflicto con esto que nos venden todo el rato de los cuarenta son los nuevos treinta, los treinta son los nuevos veinte… Eso es mentira, la biología es la que es. Estamos un poco desconectadas de lo que pasa en nuestro cuerpo con la apariencia externa y está muy bien todo lo que vamos conquistado, pero que nos cuenten las cosas.

 —¿Qué le diría la Manuela de hoy a la Manuela de los veinticinco años?

—Diría que la vida es un suspiro y que no me dejase nada, que no dejase de hacer nada que quiero hacer.

“Rafa (Castejón) y yo nos conocimos trabajando en 2002 y, desde entonces, estamos juntos. Me encanta hacer teatro con él, es buenísimo y, si vamos de gira, es como estar de luna de miel”
© Andrés Gar Luján
Con collar ‘Agrafe Mariage’, de Cartier en oro blanco y diamantes; pulsera ‘Essential Lines’ de oro blanco y diamantes; solitario ‘1895’ de platino, engastado con un rubí talla oval, y alianza ‘Étincelle’ de oro blanco y diamantes. Todo, de Cartier.

—¿Has necesitado apoyo?

—¿Terapia? Sí, mucha. Sí. Me ha ayudado mucho con todo el asunto de la maternidad. Entré en una cosa muy autodestructiva de pensamiento, de mucho rechazo, de por qué no era yo capaz de generar vida o preservar vida y estas cosas. Sí, me ayudaron mucho, pero yo ya iba. En general, voy a terapia siempre y no solo porque tenga un problema puntual, sino porque me ayuda a ir gestionando el paso del tiempo y mi estado.

—Hablemos de momentos felices. ¿Cómo recuerdas el día que te dieron el Goya a mejor actriz revelación?

—Recuerdo más el mes de nominación. Porque realmente en los Goya lo pasé fatal. No había ido nunca a ninguna alfombra y de repente aquello fue muy fuerte para mí, me sentía fuera de lugar, me sentía horrorosa que me había equivocado con todo, que no sabía posar. Estaban mis padres, mi hermana y mi pareja, pero no había equipo de la peli que se alegrara por ti (ríe). Fue una alegría enorme, cuando oí el nombre, no me lo podía creer, y solo pensaba en que me tenía que ir rápido del escenario y no podía hablar mucho porque me habían dado veinte segundos. Pero, sobre todo, mi imagen más clara es que, cuando salí de allí con el Goya en la mano, no te dejan irte a abrazar a tus padres, yo miré y no conocía a nadie. Nadie. Vi a Amenábar, que lo conocía porque era Amenábar. Y le dije: “¿Me puedes dar un abrazo? Es que me han dado un Goya y no conozco a nadie. Y tú me suenas”. Y me dio un abrazo, pero él es muy tímido (ríe) y entonces no fue muy entusiasta… Fui a todas las entrevistas, pero yo quería irme a mi casa —ríe—, pero que me encantó y me hizo mucha ilusión, aunque no es como te imaginas.

Manuela Velasco, a escena

Velvet fue todo un éxito también a nivel internacional. 

Velvet fue increíble. Para mí fue alucinante porque me dio la oportunidad de tener un trabajo continuado durante varios años, que eso es muy difícil en nuestra profesión, y, además, hacer un desarrollo de personaje alucinante y ser la antagonista, que generalmente es más interesante. Y luego, durante todos esos años tuve la oportunidad de trabajar con actores que son un sueño. Sacristán, Ángela Molina, Aitana Sánchez Gijón, mi tía, aunque no nos cruzamos mucho. Yo le debo a Velvet haber conocido a Amaia Salamanca, que para mí es una de las personas más buenas que hay.

© Andrés Gar Luján
© Andrés Gar Luján

—¿Cuál es tu gran tesoro?

—Mi familia. Mis padres, mi hermana, Rafa y los perros —ríe—.

—Con Rafa (Castejón), tu pareja, trabajaste en la pandemia en un capítulo de Relatos con-fin-a-dos. ¿Era la primera vez?

—Qué va, nos conocimos trabajando en Géminis, venganza de amor, en 2002, y desde entonces estamos juntos. Hemos trabajado juntos varias veces. Me encanta hacer teatro con él, claro. Es que Rafa es buenísimo y, aparte, si hacemos teatro juntos y vamos de gira juntos es muy guay. Es como estar de luna de miel —ríe—.

—¿Te sientes una nueva Manuela?

—Un poco sí. Como colocada en otro sitio. Yo creo que he pasado una crisis vital en la que un montón de cosas se han tenido que recolocar, profesionales y personales y ahora entiendo dónde estoy, entiendo las reglas del juego y tengo ganas de jugar.

© Andrés Gar Luján
TextoMarta Gordillo
FotosAndrés Gar Luján
JoyasCartier
EstilismoBeatrice Moreno de la Cova
RealizaciónMaría Parra
AgradecimientosGran Hotel Inglés
Asistente de producciónMaría lópez Rey y Geles Soutelo
Asistente de estilismoLaura Díaz y Diego Serna
Asistente de fotografíaRocío Rudilla
Maquillaje y peluqueríaDavid Bello
EdiciónJosé Antonio Carrascoso

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.