Trabajo, amor, familia... Jordi Cruz no se ha dejado nada en el tintero. El cocinero y jurado de MasterChef se ha sincerado sobre ciertos aspectos de su vida durante su viaje a Grecia con Jesús Calleja. Ha hablado de la presión que le genera su trabajo. "Llevo un par de años trabajando el tema del estrés porque tuve un estrés superbestia, estuve medicado. Y una de las cosas malas que me ha generado el estrés que cuando voy a situaciones demasiado tranquilas me sobreviene", ha contado. De hecho, ha recordado el ataque de ansiedad que sufrió en una escapada y que al principio llegó a confundir con un infarto.
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- ¿Puede la ansiedad desembocar en un ataque de pánico?
El chef también ha hablado de lo feliz que le hace su chica, Rebecca Lima, con quien sale desde hace cuatro años. Su relación es tan maravillosa que la pareja se plantea tener hijos o pasar por el altar, que es la mayor ilusión de Rebecca. "Ella tiene una obsesión con la piedra y el anillo, todo ese rollo, casarse. Hay un protocolo, con una brasileña hay que ir a su padre y decirle: 'Señor, ¿podría conquistar a su hija? Hay que dar un anillo... Hay un protocolo", ha explicado.
Jordi conoce a los padres de su novia y tiene el visto bueno, pero el catalán, a pesar de tener 44 años, se siente muy joven todavía. "Me ha pasado el tiempo tan rápido y me lo he pasado tan bien que yo creo que tengo 25 años", ha bromeado. Lo que ha dejado claro es que no es ningún "golfo" como se rumorea. El cocinero es de parejas estables. "Estuve con una chica 14 años, con otra chica ocho... yo no he sido un golfo. Ahora llevo cuatro años con mi pareja", ha matizado.
Por útlimo, el dueño del restaurante ABaC ha confesado la difícil relación que mantuvo con su padre, Federico, que falleció hace años. "Tenía un carácter así maluco y no era el padre más cariñoso del mundo, pero siempre entendí sus negatividades, sus cosas malas. Siempre entendí que de pequeño, con 12 años, había estado en una fábrica, que había vivido una guerra, que perdió a muchos hermanos de joven, en definitiva, que vivió muchas cosas que no le dejaban ser feliz", ha resumido.
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Jordi ha lamentado que su padre nunca le dijera te quiero y que él se lo dijera por primera vez dos horas antes de morir. "Siempre pensé que mi padre no se fuera sin habérselo dicho. Él tenía un Alzheimer bestial y el hecho de que esa mirada ya no contenía nada me facilitó la tarea", ha explicado. "Mi padre no era una persona cariñosa, tenía poca capacidad para expresar sus sentimientos, no sabía hacerlo y no puedes echarle nada en cara. Pero cuando murió, en su despachó encontré una carpeta con recortes de periódicos míos", ha señalado.
Con quien mantiene una excelente relación es con su madre Roser y sus cinco hermanos. "Somos una familia capaces de lo mejor y de lo peor. Nos criamos asilvestrados. Mi hermana Eva está muy loca, somos variopintos, me llevo bien con todos", ha finalizado.