ho4097 esther acebo

Esther Acebo, ‘Estocolmo’ en La Casa de Papel, nos habla de su momento más difícil: ‘Sufrí bullying por mi aspecto’

La actriz se sincera con ¡HOLA!


7 de febrero de 2023 - 13:08 CET

Esther Acebo había pensado en tirar la toalla muchas veces. Llevaba un año trabajando como reportera en una cadena de televisión sabiendo que ese no era su lugar y haciendo malabares para poder seguir subiéndose al escenario los fines de semana en pequeñas salas cuando   La casa de papel   llamó a su puerta. “De ahí salí, de hecho, para hacer la primera prueba”. ¿Quién podría imaginar el fenómeno en el que se convertiría la serie? Pasó de actuar ante cien personas a ser reconocida en todo el mundo, de tener trescientos seguidores a ser millones. “Instagram fue como una ventana que nos mostró la repercusión que esto estaba teniendo a nivel mundial porque es que nos reventaron las cuentas de Instagram”, nos dice la actriz, que ha posado en ¡HOLA! con joyas de Pomellato.

Para ti que te gusta

Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte

Navega de forma ilimitada con nuestra oferta

1 año por 49€ 9,80€

Este contenido es solo para suscriptores.

Celebramoscon un 80% de descuento.

Suscríbete 1 año por 49€ 9,80€

TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE CADA MES POR ESTAR REGISTRADO.

Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.

“Muy al principio,  cuando se estrenó la primera temporada en Antena 3,  no éramos conscientes de lo que iba a suponer, y sin embargo empezaban a pasar cosas que ya las he normalizado, pero en mi vida anterior, que también era actriz aunque con proyectos mucho más chiquititos, nunca había vivido algo así. Recuerdo ir a comer con una amiga después de haber visto ese primer capítulo y de repente en el restaurante el camarero me dije: ‘Tú eres actriz’. Y a mí como que se me aceleró el corazón. Yo actuaba en salas de teatro para cien personas y de repente te pasa esto y dices ‘qué locura’. Y a partir de ahí ha sido un crecimiento meteórico loquísimo”, prosigue.

“Y ya cuando entró a jugar Netflix literalmente un día me reventó el móvil con las notificaciones, tuve que quitármelas de redes sociales porque fue una locura. Ya no hay un lugar en que podamos resguardarnos, digamos, y eso es para bien o para mal. Trabajar en un proyecto que se ve en todo el mundo es increíble. Ahora, de repente, pueden llegarte opciones de trabajo de cualquier lugar, pero al mismo tiempo ya no hay un lugar donde seas anónima y es verdad que esto hay que vivirlo, hay que pasarlo, hay que respirarlo y tener los pies en la tierra para no volverte loquita. Porque es verdad que ahí es donde se notan los cambios. En no ser anónima. Es verdad que yo soy muy celosa de mi intimidad y de repente ahora es complicado mantenerla”.

Una fama, asegura Esther, que ha traído muchas luces y algunas sombras. “Hay una cosa maravillosa en que la gente te pare por la calle y te diga que le encanta tu trabajo, pero también hay algo que da mucho vértigo de entrar en una tienda y que vengan diez personas a la vez. Da un poco de vértigo, pero al mismo tiempo al menos hasta el día de hoy, rescato siempre lo positivo que nos ha dado este proyecto”. Una situación que le ha hecho sentir vulnerable porque, explica, “hay siempre un millón de ojos sobre ti. Es como tener la sensación de que te resulte muy difícil generar intimidad más allá de tu casa. Soy muy disfrutona de los placeres muy normales, pero te vas al campo con los perros y tu familia e incluso en la sierra viene alguien que te reconoce, que te hace un vídeo, que hace una foto… hay gente muy respetuosa y maravillosa que aplaude tu trabajo y es super bonito, pero luego hay personas igual menos empáticas que igual trasgreden ciertos límites. Es verdad,  la fama te hace muy vulnerable ”.

La actriz, que fue madre en marzo del pasado año, también nos habla del síndrome del impostor. “Sí, lo he sentido, muchas veces. Creo que va ligado a todo lo artístico. De hecho, rodando ya la tercera o cuarta temporada le contaba al director que en realidad mi pesadilla, cada vez que me llega una secuencia que a mí me parece difícil de rodar, es como llegar un día al set y que me dijera el director: “nos confundimos al cogerte a ti, teníamos que haber cogido a otra”. Es que es algo totalmente subjetivo, siempre va ligado a esta sensación de querer encontrar algo tan perfecto que probablemente es difícil de encontrar y por el camino tienes de repente un día que te dices “no soy suficientemente buena, si es que yo a lo mejor no estoy haciendo esto bien” y creo que la única manera de combatirlo, que no sé si de vencerlo, es practicar y practicar. Si no estás trabajando vete a un laboratorio de interpretación… se trata de seguir trabajando con el instrumento interpretativo, que somos nosotros”.

A sus cuarenta años recién cumplidos en un momento en el que se siente “absolutamente feliz y plena”, con otro proyecto a las puertas como es  Operación Marea Negra , Esther nos habla también del   bullying   que sufrió de niña  y cómo lidió con ese momento tan difícil. Su preciosa melena rizada, hoy una de sus señas de identidad, fue objeto de burlas en el pasado. “Soy muy tímida, tengo muchas vergüenzas e imagínate eso en versión adolescente. O sea…terror. Y además, agradezco que me digan que soy guapa y que me cuido, pero claro, mi belleza, sea cual sea, no es clásica, entonces en el cole y en el instituto no es que fuera el patito feo, he sido objeto de  bullying  en más de una ocasión. Ten en cuenta que tengo un pelo que ninguna de mis amigas tenía y que nadie tenía en el cole y en ese momento, en que lo único que quieres ser es igual a los demás,   es difícil ser diferente  . Era más alta que todas y encima no me gustaban las cosas que le gustaban a muchas niñas. A mí me gustaba hacer deporte e ir al cine. Ser distinto, que a día de hoy me parece enriquecedor y maravilloso, sea por mi pelo o por mis gustos, cuando tienes trece años es duro. No acababa de encajar y que te hiciera bromas por tu aspecto físico es complicado. Ahora mismo estoy más segura de mí misma, más fuerte, más mayor y, por supuesto, más empoderada y plantaría cara a algunos comentarios, pero en ese momento, básicamente bajaba mi cabecita y seguía caminando”.  El teatro fue su refugio . “sí, ahí ya estaba el grupo de teatro y encontré que ese era mi lugar porque me sentía libre. Así que lidié buscando esas cosas en las que te sientes libre y feliz y da igual porque nadie va a entrar y te va a decir Marge Simpson, o Patty y Selma, o actor secundario Bob o fregona… cosas un poco feas que me llamaron. Ahí no había espacio para eso, era el espacio donde yo me sentía libre y podía jugar y crear. Y de ahí un poco mi enganche y mi amor por el teatro”.