La serie The Last of Us , basada en el famoso videojuego de zombies infectados, se ha convertido en todo un fenómeno televisivo. De esta forma, su protagonista, Pedro Pascal, ha logrado consagrar una carrera que ya había cimentado anteriormente al participar en otras ficciones de culto: dio vida al príncipe Oberyn Martell de Juego de Tronos, se metió a la crítica en el bolsillo con su interpretación del agente Peña, en Narcos ; y también conquistó el universo de Star Wars como protagonista de The Mandalorian . Pero, al margen de arrasar con todas estas series, Pascal cuenta con una historia personal que perfectamente podría ser el guión de un gran taquillazo.
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En las primeras semanas de 1976, cuando Pedro sólo tenía nueve meses, su familia abandonó su Chile natal para instalarse en Estados Unidos. Sus lazos con Salvador Allende fueron el motivo de tal drástica decisión: un primo de la madre del actor estaba casado con una hija del expresidente socialista, que había sido derrocado tres años antes en un golpe militar. De esta forma, los Pascal terminaron mudándose a la ciudad de San Antonio, en Texas.
Nieto de inmigrantes españoles –su abuelo era vasco y abuela, mallorquina–, Pedro también vivió una temporada en España, aunque unos cuantos años después. Fue en 1996, durante su etapa de universitario en Nueva York, cuando el protagonista de The Last of Us vino a Madrid para realizar un estudio de Antropología. Tan a gusto se encontró en la ciudad que, al terminar el curso académico, decidió alargar su estancia todo el verano.
Gracia a su amistad con el coreógrafo argentino Dani Panullo, que terminaría convirtiéndose en uno de los creadores más efervescentes de la artes escénicas en España, Pascal empezó a trabajar en la sala Morocco. Eran los tiempos en los que esta mítica discoteca, próxima de la Gran Vía, ya estaba gestionada por la cantante Alaska y se había convertido en lugar de encuentro para los amantes de la escena clubber en el Madrid de los noventa.
Pedro entró a trabajar en la sesión House of Devotion y, sorprendentemente, ejerció de gogó con David Delfín . No eran los únicos nombres llamativos que frecuentaban el local. Allí también se daban cita Bimba Bosé, Antonia San Juan, Pedro Alonso (La casa de papel). Mariola Fuentes o Lluvia Rojo (Cuéntame), entre muchos otros nombres que ahora nos resultan conocidos.
Pedro se hizo muy amigo de Antonia San Juan, quien solo tres años más tarde saltaría al estrellato como chica Almodóvar, en Todo sobre mi madre . Como señalábamos antes, también de David Delfín, que entonces era un veinteañero que soñaba con abrirse camino en el mundo de la moda y llamaba la atención con su aspecto: llevaba cara llena de piercings, sus cejas afeitadas y su pelo multicolor. Claro que el look de Pascal tampoco dejaba indiferente a nadie, porque muchos le recuerdan con el cabello plateado cuando se subía al escenario de la sala Morocco para bailar con David Delfín.
A pesar de los buenos momentos vividos en aquel verano de 1996, Pedro terminó perdiendo contacto con el recordado diseñador malagueño, con Antonia San Juan y con el resto de sus amigos españoles. Fue algo inevitable, puesto que era una época en la que ni existían las redes sociales ni se usaba el correo electrónico. No obstante, el actor de The Last Of Us jamás se olvidó de sus compañeros de batallas en la noche madrileña. De hecho, siempre ha recordado aquellos maravillosos días al coincidir con otros intérpretes españoles. Por ejemplo, cuando Javier Cámara o Miguel Ángel Silvestre se incorporaron al reparto de la serie Narcos.
Igualmente, Pascal pudo revivir momentos cuando regresó a España este verano pasado. Sin embargo, no vino de vacaciones, sino a ponerse a las órdenes de Pedro Almodóvar. Junto a Ethan Hawke, se fueron para Almería para rodar el cortometraje Extraña forma de vida durante varias semanas de agosto. A pesar de que se ha rumoreado con tiranteces entre el reparto y el cineasta manchego durante el rodaje, lo cierto es que el actor chileno acudió con Almodóvar al concierto que Rosalía ofreció a finales de julio en Madrid. De ese mismo verano, Pascal también guarda muy buenos recuerdos con Paco León, con quien hizo muy buenas migas. Quizá vuelva a tomar la noche madrileña cuando se presente el nuevo cortometraje del manchego, aunque la fecha de estreno es todavía una incógnita.