“Estoy en una nube”. Con estas palabras describe Ana de Armas cómo se siente tras recibir su primera nominación al Oscar. No lo tiene fácil, con Cate Blanchett y Michelle Yeoh turnándose un premio tras otro esta temporada, pero pase lo que pase el próximo 12 de marzo, en el Dolby Theatre de Los Ángeles, la actriz cubano-española ya ha hecho historia. La Academia reconoce el talento que encierra su Marilyn Monroe en Blonde, a pesar de polémicas y críticas por su acento.
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Su mayor defensor ha sido Brad Pitt, productor de la cinta, su gran valedor y, por lo tanto, también muy “responsable” de guiar a la actriz a lo más alto. “Está fenomenal en el papel”, ha dicho el famoso actor. Hay que ser muy valiente para interpretar al mayor icono estadounidense. Y Ana de Armas lo fue . Durante este proceso, se sintió identificada en muchos puntos con la protagonista de Los hombres las prefieren rubias. Con ella aprendió lo dura que es esta industria: “Si no tienes una base fuerte con tu familia, es realmente difícil lograr ciertas cosas (en Hollywood), muy difícil”.
“Estoy en una nube”, dice la actriz tras lograr su primera nominación al Oscar por dar vida a Marilyn Monroe, un triunfo en el que Brad Pitt también tiene que ver
Cuando salí de Cuba
Cuando Ana de Armas abrió el cajón para coger su pasaporte español, tenía dieciocho años, mucha ilusión y trescientos dólares en el bolsillo. Así llegó a nuestro país, también el suyo, por sus abuelos maternos, de Guardo (Palencia) y Valverde de Balboa (León). Poco antes había trastocado —literalmente—los planes del director Manuel Gutiérrez Aragón al presentarse, en La Habana, al casting para Una rosa de Francia. El cineasta llegó incluso a interrumpirla en mitad de la prueba para decirle que el papel era suyo. “En Cuba creces pensando que lo que tienes es todo lo que necesitas, pero yo siempre fui muy curiosa y, por qué no decirlo, ambiciosa. No teníamos amigos o parientes en Miami, España era mi única opción para salir de Cuba”, contaba hace un tiempo en una entrevista en La Vanguardia.
En reiteradas ocasiones ha hablado de cómo fue vivir con una cartilla de racionamiento para recibir alimentos, la escasez de combustible y los continuos cortes de luz. Pese a todo, recuerda aquellos años como “los mejores de mi vida”, rodeada de su familia —adora a sus padres y a su hermano— y con lo justo para poder vivir: “Se iba la luz. Comíamos huevo frito, arroz y, alguna vez, pollo”, contaba en Mujerhoy. “Mi padre ha trabajado en todo lo que te puedas imaginar, desde teniente de alcalde de un pueblo a director de un banco, pasando por profesor, director de escuela... Y mi madre siempre se ha dedicado a los recursos humanos. Son gente muy preparada y muy culta”. Aun así sufrieron los estragos de un país en crisis.
Su llegada a España marcó la primera parte de su carrera. En menos de un mes la seleccionaron para El internado y se convirtió en un ídolo juvenil junto a sus compañeros de reparto Elena Furiase, Yon González, Blanca Suárez y Martiño Rivas, entre otros. Luego habría otros proyectos, como Hispania, pero llegó el segundo punto de inflexión en su vida y en su trayectoria. En 2014, después del éxito y su fallido matrimonio con Marc Clotet —se casaron en 2011, cuando tenía veintitrés años, y él confirmó la ruptura en los Goya de 2013—, se marcha a Estados Unidos para comenzar casi de cero sin hablar inglés. En poco más de ocho años ha logrado su sueño.
Su actual pareja es Paul Boukadakis, vicepresidente de Tinder; vivió un mediático romance con Ben Affleck, y estuvo casada casi dos años con Marc Clotet cuando tenía veintitrés
Pero nadie dijo que convertirse en una de las actrices más solicitadas y con más proyección de la meca del cine fuera fácil. Lidió con el idioma; lidió con la soledad tras dejar atrás a su “familia” española, con Elena Furiase y Lolita a la cabeza, y lidió —sigue haciéndolo— con los papeles “tradicionalmente” reservados a los latinos. “Empezar allí no fue fácil, fue más difícil de lo que yo imaginé. Pero, al mismo tiempo, fue muy emocionante también, porque lo hice queriendo, fui a por todas y, aunque fue muy duro, le puse todo el empeño y también tuve mucha suerte”, decía hace un tiempo.
Se presentó a sus primeras audiciones sin saber inglés, aunque logró captar la atención de guionistas, productores y directores, que incluso llegaron a adaptar papeles para ella. Rodó las primeras películas hablando fonéticamente mientras asistía a clases de inglés seis horas al día. Con este carisma y talento consiguió también que sus compañeros de reparto, y hoy amigos, Keanu Reeves y Daniel Craig la recomendaran para el siguiente filme. Así pasó de Knock Knock a Exposed y de Puñales por la espalda a 007: sin tiempo para morir.
Tras una relación con el pintor Alejandro Pineiro, vivió su relación más mediática con Ben Affleck. Se convirtieron en la pareja más buscada tras enamorarse en el rodaje de Deep Water, en otoño de 2019. Su romance se afianzó en los meses más duros de la pandemia, pero en los inicios de 2021 se anunció la ruptura. Para aquel entonces, la actriz decidió marcharse de Los Ángeles: “Ese no era un lugar para mí. La constante atención de los medios ha sido horrible”, y se mudó a Nueva York, donde ahora vive, con mucha más tranquilidad y discreción, su romance con Paul Boukadakis, vicepresidente de la aplicación de citas Tinder, su amor desde hace más de un año. Siempre que puede regresa a Cuba, donde sigue viviendo su familia y tiene una casa. Ahora, según se ha publicado, ha comprado otra al norte del estado de Vermont, valorada en siete millones de dólares.