Máximo Huerta atraviesa por un momento realmente dulce en el ámbito profesional, con muchas alegrías como es su librería que acaba de inaugurar en Buñol (Valencia), el éxito de su última novela titulada Adiós, pequeño o el próximo programa que estrenará en la televisión autonómica À punt. El periodista, conocido anteriormente como Màxim, tiene sin embargo otra prioridad a la que dedica la mayor parte de su vida personal desde hace ya tiempo: su madre.
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Ella es, sin duda, su mayor preocupación y de la que cuida incansablemente a diario debido a su delicado estado de salud. Cuando se refiere a su progenitora, el escritor de 52 años solo tiene palabras de cariño y admiración pero, sobre todo, de agradecimiento. "Soy consciente de que mi madre habría sido más feliz sin mí", decía este lunes por la noche enEl Hormiguero, una frase con la que precisamente abre la citada obra literaria.
Para explicar esa sentencia tan abrumadora, el escritor considera que si él no hubiera nacido "mi madre habría viajado,habría hecho lo que hubiera querido, habría probado con otros hombres, no solo con mi padre...", ha dicho. En definitiva, "habría tenido una vida mucho más luminosa", apostillaba.
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En este sentido, el libro que tiene actualmente en el mercado y va por su quinta edición es "un homenaje a esas madres que no eligieron su vida", cuenta Máximo. Mujeres que "tuvieron que casarse con el hombre que dijo el pueblo, la familia o el embarazo que llegó. Un tributo a esas personas que "fueron invisibles porque el marido decidía dónde se vivía, qué se hacía, que se comía, en qué se gastaba el dinero..."
El comunicador nacido en Utiel ha hablado de la demencia que sufre su madre, lamentando que "está muy mal" y describiendo los problemas que sufre: "Por la mañana soy su hermano y por la tarde soy su hijo". Además, "ha superado dos tumores graves, ha tenido varias intervenciones quirúrgicas...". Señala entonces que "me fui a Buñol a cuidarla y para no tener en el futuro la pena de que no he hecho todo lo que tenía que hacer por mi madre".
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"Yo quiero morirme tranquilo y, sobre todo, que ella se muera feliz", concluía con gran emoción durante su entrevista. Desde que vive esta situación, el que fuera ministro de Cultura y Deportes durante tan solo una semana ha confesado en varias ocasiones cómo afronta cada jornada: "Los días que mi madre no me reconoce es como si no tuviera patria".
En otra ocasión, mostraba cómo le había pintado las uñas a su madre ya que "mi padre no la dejaba" hacer eso, "ni vestirse de rojo" decía. "Jamás lo hizo. Anoche quise darle la vuelta al destino y a la vida que nos queda", se congratulaba. "Se las pinté con un frasquito que regalaba una revista mensual. Del color que nunca pudo. Y ahora se mira diciéndome lo bonitas que le quedan. Y yo le digo que sí. Que está preciosa", terminaba.
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