Una fatal caída por las escaleras de su apartamento de Nueva Yorkacababa el pasado 14 de julio con la vida de Ivana Trump, la que por un tiempo fue la primera dama en la vida personal del expresidente Donald Trump. Madre de tres hijos junto al magnate, Donald Jr., Ivanka, y Eric, y dueña de un patrimonio estimado en 32 millones de euros, no ha sido hasta ahora cuando su curioso testamento ha visto la luz.
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Aunque la modelo y empresaria ha dejado la mayor parte de sus bienes a sus hijos, Ivana quien era propietaria de una mansión en Nueva York, un departamento en Miami Beach y dos casa en Francia, también ha querido dejar también ‘blindadas’ a dos personas muy importantes de su vida: su exniñera, Dorothy Curry, encargada de cuidar a sus tres hijos y el que fuera su cuarto marido, Rossano Rubicondi, quien falleció en noviembre de 2021 sin saber qué era lo que le había dejado en herencia su exesposa.
De este manera, Ivana dejó a sus tres hijos el control de su casa adosada en el Upper East Side,la cual está actualmente a la venta por 26 millones de euros, una propiedad en Francia y una casa en la República Checa, así como la mayoría de sus bienes personales, incluidas sus joyas y su colección de abrigos de piel. El resto de su ropa fue donada a la Cruz Roja Estadounidense y al Ejército de Salvación.La exniñera por su parte recibió un condominio en Florida valorado en más de un millón de euros, además del perro de la modelo, un Yorkshire llamado Tiger. Ivana tampoco se olvidó de una de sus mejores amigas, Evelyne Galet,a quien dejó una preciosa casa ubicada en St. Tropez.
A quien la empresaria no ha dejado absolutamente nada ha sido a Donald Trump, pues a pesar de haber firmado la paz tras su polémico divorcio en 1990, la empresaria era consciente de que a él no era merecedor de nada a pesar de que recibió sepultura en el club de golf Bedminster de Nueva Yersey, propiedad del expresidente.
Ivana Trump, cuyo nombre real era Ivana Marie Zelnickova, nació en 1949, en la República Checa. Su padre, Milos Zelnícek, era ingeniero eléctrico; su madre, Marie Zelnickova, telefonista. Desde niña destacó como esquiadora, lo que la llevó a competir en el equipo nacional juvenil checo y a viajar por todo el mundo. Un primer matrimonio con el instructor de esquí austríaco Alfred Winklmayr le permitió cruzar el telón de acero y «huir del comunismo». Se instaló en Canadá, donde trabajó como modelo durante los Juegos Olímpicos de 1976 y, posteriormente, en la recepción de un hotel. Fue ese año cuando conoció a Donald Trump, entonces un incipiente magnate inmobiliario. Se casaron en 1977 y tuvieron tres hijos.
Ivana desempeñó un papel importante en la construcción del imperio familiar y combinó la crianza de sus vástagos con el desarrollo de la Torre Trump y la gestión del icónico Hotel Plaza, ambos en Nueva York, o el Casino Trump Taj Majal, de Atlantic City, en Nueva Jersey. A esta frenética actividad se sumó la decoración de estos edificios. Mármol, oro, bronce… Todo reluciente, como su personalidad. Sin olvidar en ningún momento la fabricación de su propia carrera como una reina indiscutible de lajet set de la Gran Manzana: filántropa comprometida, anfitriona detallista… y gran exponente de las maxijoyas y la costura de lúrex y paillettes.
En diciembre de 1990, todo se desmoronó. Ivana y Donald Trump se separaron tras la infidelidad de él con la modelo Mara Maples, con la que se casó y tuvo a su cuarta hija, Tiffany. Fue un divorcio agrio. Ella obtuvo una mansión, un apartamento en la Torre Trump, catorce millones de euros y el acceso durante un mes a Mar-a-Lago, la residencia de verano de la familia en Florida. Entonces, comenzó su etapa lejos de Trump.
Gracias al divorcio se convirtió, todavía más, en una personalidad demandada. Lanzó su línea de moda, escribió una novela —es autora de varios libros, entre ellos, una autobiografía sin desperdicio—, hizo un cameo en la película El club de las primeras esposas, donde demostró su chispeante sentido del humor, y, por supuesto, se volvió a casar. En concreto, dos veces.Su matrimonio en 1995 con Riccardo Mazzucchelli, un empresario italiano, terminó en divorcio dos años después. Luego lo volvió a intentar con el joven actor italiano Rossano Rubicondi, con el que contrajo matrimonio en 2008, en una ceremonia celebrada en Mar-aLago. "Prefiero ser canguro a enfermera", contestó a todos aquellos que pusieron en duda que su relación funcionara debido a la gran diferencia de edad. Aunque, de nuevo, el matrimonio duró menos de un año. Ambos mantuvieron una gran relación hasta la trágica muerte del intérprete, en noviembre de 2021, a los cuarenta y nueve años.