Perdió el trono hace cincuenta años, solo tenía el título de rey y no hubo funeral de Estado ni honores, pero, igualmente, fue despedido por todas las Casas Reales de Europa, reinantes y no reinantes, con un homenaje final histórico. Los lazos de sangre de los Reyes helenos se extienden a la mayoría de las monarquías y a estos hay que unir los de la amistad, los que reforzó durante su exilio haciéndose querer por todos. De ahí el impresionante reajuste de agendas para poder viajar a Atenas. Una cumbre luctuosa que recordó al funeral de la misma Reina de Inglaterra, el pasado 19 de septiembre.
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
La mayoría de los asistentes llegó a Grecia desde el extranjero y hubo familias, como la danesa, que estuvieron muy bien representadas, pero, de las doce dinastías que acudieron, no hubo ninguna con mayor representación que la española.
La Reina recordó el día de su boda llevando la misma cruz de diamantes, con una corona elaborada con lirios del valle, la misma flor de su ramo de novia y un sentido mensaje: “Tu amada Ana María”
Doña Sofía y su familia fueron llegando de manera escalonada, siendo don Felipe y doña Letizia los últimos en aterrizar el domingo por la tarde. La madre del Rey fue la primera en viajar —el 5 de enero se trasladó desde Roma, después del funeral del Papa Benedicto— al saber que su hermano había empeorado, tras ser ingresado por un derrame cerebral. No habían perdido del todo la esperanza y estaban haciendo turnos para visitarlo en la UCI, cuando les llegó la noticia el pasado martes por la noche. Cenaban todos en casa de la Reina Ana María cuando recibieron la llamada del hospital.
Letizia llevó una impresionante joya de pasar sobre su vestido abrigo, hecho por la modista de palacio: el broche con perla gris conocida como la “Falsa Peregrina”
Felipe VI, que siempre estuvo muy unido a su tío Tino, llevó la insignia del Toisón de oro, al igual que don Juan Carlos
Los soberanos helenos se mudaron a esta nueva residencia hace menos de un año, cuando los problemas de salud de Constantino fueron en aumento. Dejaron atrás su vivienda en Porto Jeli y se trasladaron a Atenas, a la casa de un amigo, para tener cerca a sus médicos de referencia.
Cuando llegó a la catedral, la Reina lanzó un beso a sus sobrinos, que le respondieron con una sonrisa
Imágenes únicas
La muerte de Constantino II volvió a unir de nuevo a la dinastía Borbón de una manera que nunca habíamos visto. La última foto de la Familia Real española y las infantas fue tomada en el funeral de la infanta doña Pilar en enero de 2020, hace cuatro años; y, de los cuatro Reyes juntos, en el de la Reina Isabel de Inglaterra, pero el último adiós al Rey de los helenos nos ha dejado imágenes únicas. Seis de los ocho nietos de don Juan Carlos y doña Sofía viajaron a la capital griega para apoyar a la familia, pero también a sus madres y abuelos, desolados por la pérdida. Todos de luto y al borde de las lágrimas, o llorando, tanto en las horas previas al entierro como después del último adiós en el cementerio de Tatoi.
Felipe VI y el príncipe Pablo, que se conocen desde siempre, estudiaron juntos en Estados Unidos y se quieren como hermanos, compartieron un entrañable abrazo a las puertas de la catedral
No solo ellos, también se vio a Felipe VI muy pendiente, especialmente, de la princesa Irene, y a doña Letizia, entregada a la familia, volcada con doña Sofía y muy cariñosa con sus sobrinos, a los que lanzó un beso después de llegar a la catedral en un momento que llamó mucho la atención por el abrazo de hermanos que compartieron Felipe VI y el príncipe Pablo. Se conocen desde que eran bebés y siempre han estado muy unidos. Y tras el saludo a Felipe VI, vino el de doña Letizia, también cariñoso. Y, después, entraron del brazo en el templo; doña Letizia, de negro riguroso, sobre altísimos tacones y llevando el broche con perla gris conocida como la “Falsa Peregrina”. Y el Rey, con corbata negra y la insignia del toisón, al igual que su padre.
Tras las imágenes de la reconciliación de la Reina con la princesa Marie-Chantal, el hijo de Constantino y doña Letizia también protagonizaron un momento muy cariñoso
Fin de una era
Allí buscaron con la mirada a su familia, que ya había ocupado sus asientos en otro lugar destacado en la catedral. Don Juan Carlos había llegado al templo minutos antes con la Reina Sofía, que fue vitoreada a su llegada al templo de origen bizantino, dedicado a Santa María de la Asunción. Tras ellos, iban las infantas Elena y Cristina, y sus respectivos hijos: Felipe y Victoria de Marichalar, y los Urdangarín (Juan Valentín, Pablo, Miguel e Irene). Todos, vestidos de riguroso luto.
La muerte de Constantino II volvió a unir de nuevo a la familia Borbón de una manera que nunca habíamos visto con don Juan Carlos al frente
Don Juan Carlos, que cumplió ochenta y cinco años el pasado 5 de enero, caminó apoyado en un bastón y del brazo de uno de sus ayudantes, la misma persona que le acompañó al funeral de Isabel II, celebrado en la abadía de Westminster, Londres. Y ya en el interior se detuvo unos segundos delante del féretro, inclinando su cabeza en señal de duelo. Después, la Reina Sofía siguió su ejemplo. Para ellos, era el fin de una era, que empezó en los sesenta en esta misma catedral, bajo una lluvia de pétalos de rosa cayendo sobre sus cabezas el día en el que contrajeron matrimonio (14 de mayo de 1962). Dos años antes que Constantino y Ana María.
La cena de la paz
Don Juan Carlos, que vive en Abu Dabi desde agosto de 2020, aterrizó el domingo en Atenas y, desde ese mismo instante, no se separó de su familia. Estuvo acompañado por doña Sofía, sus hijas y sus nietos en todo momento, y después acudieron a cenar al hotel King George con la Familia Real griega. Una cena a la que también asistieron don Felipe y doña Letizia, y que, de hecho, dio mucho que hablar, ya que fue la confirmación de que la Reina de España y Marie-Chantal de Grecia han dejado atrás su enemistad para ser las primas más queridas.
Irene, que cumple dieciocho años en junio, pidió a la infanta Cristina asistir al funeral con sus hermanos y se convirtió en el gran apoyo para su madre
Fueron testigo de ello las dos familias casi al completo, ya que solo faltaban la princesa Leonor y la infanta Sofía. La Reina Sofía las habrá echado de menos, pero sintiéndose enormemente arropada por su familia. Todos, sentados en las primeras filas, muy cerca del catafalco donde se colocó el féretro, que fue cubierto con la bandera del país y la corona de la Reina : “Tu amada Ana María”. Era un arreglo de muguet con las mismas flores que Ana María eligió para su ramo de novia, el 18 de septiembre de 1964, y simbolizan felicidad y buena suerte.
Tatiana Blatnik despidió al Rey con un cariñoso mensaje: “No hay palabras suficientes para describir la maravillosa persona que eras. Gracias. Fue un honor ser tu nuera”
La cruz de su boda
La Reina, viuda —ahora, comparte destino con sus hermanas, la Reina margarita de Dinamarca y la princesa Benedicta, que también han perdido a sus maridos—, también recordó el día de su boda llevando la misma cruz de diamantes que le regalaron sus padres con motivo de su matrimonio.
No podía estar más triste, aunque también se la veía agradecida por ser testigo del cariño que se profesaba a su marido. Incluso entre los griegos. No esperaban a tantos ciudadanos esperándolos en los alrededores de los escenarios fúnebres, especialmente en la catedral. Allí también la ovacionaron a ella y al príncipe Pablo, cuando llegó a las doce y veinte de la tarde. Se giró, sonrió, se llevó la mano al corazón y, después, casi al borde de las lágrimas, buscó los ojos de su hijo, el nuevo jefe de la casa, quien se había encargado de recibir a todos los jefes de Estado que se desplazaron a Atenas para dar el último adiós a su padre en una emotiva y solemne ceremonia ortodoxa.
Pablo, Nicolás y Felipe custodiaron el féretro, y el nuevo jefe de la familia y de la Casa Real se ocupó de todos los preparativos. La monarquía griega fue abolida en diciembre de 1974, pero la dinastía continúa. No hay un nuevo Rey, pero sí un nuevo diádoco (príncipe heredero): su hijo mayor, Constantine Alexios, de veinticuatro años. María Olympia es la hermana mayor, pero él la precede en el orden de sucesión, ya que en Grecia sigue rigiendo la regla de primogenitura masculina. Tino (se ha quedado con el nombre familiar de su abuelo) estudió en la Universidad de Georgetown, en Washington, como su padre y Felipe VI, uno de sus padrinos, junto a Federico de Dinamarca, el príncipe Guillermo de Inglaterra, el Rey de los países Bajos y Victoria de Suecia.
La casa Hannover estuvo representada por los príncipes Ernst y Christian, que acudieron con sus respectivas mujeres, Ekaterina y Alessandra de Osma
Los tres hijos varones del Rey heleno hicieron su primera aparición, de luto y abatidos, tras reunirse con el Gobierno griego en el palacio Máximo. Allí se acordaría que no tendría un funeral de Estado y no recibiría honores. Pablo y Nicolás, el único de los hijos que vive en Grecia desde su matrimonio con Tatiana Blatnik, también estuvieron en la catedral el viernes por la mañana. Asimismo, supervisarían después la capilla donde su féretro fue expuesto durante cuatro horas y media para que los ciudadanos que lo desearan pudieran despedirse.
El trisagio
El viernes por la tarde, tres días después de la muerte del Rey, toda su familia se reunió en el cementerio, donde se ofició un servicio conmemorativo —el Trisagio fúnebre— en la iglesia San Teodoro. A esta primera despedida en privado acudió toda la familia: su mujer, la Reina Ana María; sus hijos, Pablo, Nicolás y Felipe, con sus esposas; Teodora, con su prometido, Matthew Kumar; la reina Sofía; la infanta Cristina; la princesa Irene, y algunos de sus nueve nietos.
Finalmente, el sábado por la tarde se les vería en el ensayo fúnebre y el lunes, 16 de enero, acompañando ya el féretro de su padre hasta la catedral, donde se celebró el funeral encabezado por el arzobispo Hieronymos, jefe de la Iglesia ortodoxa griega. Allí, el príncipe Pablo lo despidió con un mensaje a los pies del féretro.
El panegírico de Pablo de Grecia
Fue el momento más emotivo del funeral. Su panegírico hizo llorar tanto a su madre como a su tía la Reina doña Sofía. Y él, emocionado y con la voz entrecortada, comenzaba su discurso en griego y lo terminaba en inglés. “Querido papá, Su Majestad, marido, padre, abuelo, campeón olímpico, ha llegado el día de la separación… Padre, este no es el final. Siempre vivirás en nuestros corazones y en nuestras mentes”. “Perdiste a tu padre, el Rey Pablo, mi abuelo, a una edad muy temprana, pero siempre respetaste su legado cuando asumiste la responsabilidad del trono. Él te dijo: ‘Dedica tu vida a la felicidad de tu país, no hay misión más digna. Considera siempre que el primero en sufrir es el Rey y no el pueblo’”.
“Fue un momento difícil cuando ascendiste al trono. Y el resultado fue algo que nadie quería. Tu intento fracasó, pero no querías convertirte en el motivo de un nuevo derramamiento de sangre quedándote en Grecia. Aceptaste con respeto la decisión del pueblo griego”. Y continuó: “El amor de la gente ha sido y será para siempre la regla de nuestra familia”. “Dios te trajo a dar tu último aliento en la patria. Como nos enseñaste, padre, nosotros tus hijos y nietos nos ofrecemos y ofreceremos por siempre a la patria y a Grecia”, afirmó ante su hijo mayor, el príncipe Constantine Alexios, sentado en la primera fila, a diferencia de sus hermanos, una forma de señalar su nuevo papel como príncipe heredero.
“La familia lo era todo para ti y nuestra madre… En este día, todos nosotros somos el futuro de tu familia. Aquí, en la madre patria y en todo el mundo. Mi fuerza está en el amor del pueblo, ese siempre ha sido tu lema y la guía principal de nuestra familia”.
Constantino era un Rey querido y respetado por todas las Familias Reales y catorce de ellas se lo demostraron en su despedida final
Tras desear a su padre un “buen viaje”, se llevó la mano al pecho y regresó a su asiento. Allí, su madre, la Reina Ana María, le agarró con mucha fuerza la mano y le miró a los ojos con un gesto de agradecimiento.
Finalizada la ceremonia, la Santa Cruz encabezó el camino, seguida por el arzobispo Hieronymos, los sumos sacerdotes sinodales y la familia. La princesa Alexia, su hija mayor, seguía el féretro con el bastón de mariscal con el que se convirtió en Rey el 6 de marzo de 1964, horas después de la muerte el Rey Pablo… Y algunos de sus nietos —son nueve— iban detrás llevando sus condecoraciones, entre ellas, la medalla de oro que ganó en los Juegos Olímpicos de Roma, en 1960, y el Toisón de Oro que le entregó el conde de Barcelona.
Mientras, a las puertas de la catedral volvía a retumbar su nombre, “Konstantinos-Konstantinos”, mientras repicaban las campanas y sonaba el himno nacional. Era la despedida.
“Este no es el final, padre. Siempre vivirás en nuestros pensamientos y en nuestros corazones...Buen viaje”, dijo el príncipe Pablo hacendo llorar a la Reina Ana María y a la Reina Sofía
De rodillas
A la una de la tarde, los restos del Rey de los helenos fueron trasladados en procesión fúnebre a Tatoi, a unos veinte kilómetros de la capital. Un largo cortejo fúnebre en el que fueron descubiertos algunos coches con una llamativa matrícula: la letra “K” de Constantino, el número 13 de la dinastía, así como el familiar “GRE”, que fue una elección personal de Constantino.
El féretro fue llevado a hombros por sus hijos y nietos hasta el interior de la iglesia de la Resurrección, donde los príncipes Pablo y Nicolás colocaron la bandera con el escudo de armas de la casa de Glyksburg en el ataúd, una rama de la dinastía danesa de Oldemburg: regir los destinos de Grecia y hacer grande su gloria.
A la Reina Sofía no se le había visto tan triste desde el funeral de su suegro, don Juan de Borbón, hace treinta años, cuando se le saltaron las lágrimas, al igual que a don Juan Carlos
En la capilla se celebró un Trisagio, en honor de la Santísima Trinidad, hubo beso de la paz y los hijos y nietos del Rey escucharon arrodillados en señal de respeto el cántico Eternidad de la memoria.
Constantino quería ser enterrado en Tatoi: “Esa parte donde las tumbas están sombreadas por árboles de nogal en flor, más abajo y un poco a la izquierda de mi padre. Mirando hacia el mar”
Después de la breve ceremonia celebrada en la Santa Iglesia de Tatoi, también se vio a doña Letizia acercarse a doña Sofía y besarla mientras ambas caminaban tras el féretro camino de la sepultura que había decidido el Rey. Al menos, es lo que confesó en la entrevista concedida a Town and Country hace ya algunos años. “A mi familia no le gusta cuando hablo de eso, pero he elegido el lugar. Esa parte donde las tumbas están sombreadas por árboles de nogal en flor, más abajo y un poco a la izquierda de mi padre. Mirando hacia el mar”.
La princesa María Olympia, hija del príncipe Pablo y la mayor de sus nueve nietos, llevó las condecoraciones de su abuelo, cuyo féretro fue cubierto con la bandera griega
Situado en un bosque que rodea el palacio, el cementerio es, desde 1880, el lugar de reposo eterno para reyes y príncipes helenos, aunque en una carrera contra el tiempo tuvieron que realizarse labores de limpieza y embellecimiento para cubrir las cicatrices del devastador incendio de 2021 hasta horas antes del entierro. Se han plantado pinos, cipreses y arbustos alrededor del perímetro del monumento funerario; se habilitó un camino de grava al templo y se limpiaron las tumbas de sus padres. Hasta allí se desplazaron el jueves de la pasada semana sus hermanas y sobrinos para ver los trabajos que se estaban realizando.
Sofía nació en 1938; Constantino, en 1940, e Irene, en 1942. Siempre se han tenido los unos a los otros. La familia, por encima de todo. Lo cuidó desde niño, lo protegió… Ni la distancia, ni las desavenencias familiares pudieron romper ese vínculo fraternal inquebrantable y con el paso de los años, Constantino también se convirtió en confidente y apoyo. Se veía en los gestos y las miradas que lo decían todo: fue uno de los hombres más importantes de su vida. Y su muerte, que la ha dejado desolada, ha sido un duro golpe.
Doña Letizia se volcó con la Reina doña Sofía: la acompañó del brazo, estuvo muy pendiente de ella y se la vio dándole un beso en Tatoi