Genuina, fuerte y muy segura de sí misma, Carla Barber es una mujer con una historia sorprendente. Lo que se propone, lo consigue. No hay reto —ni anhelo— que se le resista. Tras conquistar la corona de Miss España en 2015, al año siguiente participó en Supervivientes, donde confesó que su sueño era terminar su especialidad en cirugía plástica y montar su propia clínica. Dicho y hecho. En 2017, la canaria inició su negocio de medicina estética, y hoy, es todo un referente en el sector. Trabajadora incansable, gracias a su esfuerzo, Carla va cumpliendo sueños. El último, comprarse un palacio de finales del XIX, al que se mudó en noviembre, como cierre de un año redondo.
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Porque 2022 ha sido, sin duda, el gran año de la doctora Barber. En enero, estando ya embarazada, su novio, Joseph, le pidió matrimonio; el 2 de mayo se convirtió en madre de un niño precioso, Bastian, y en noviembre anunció que estaba esperando su segundo hijo, otro niño, al que llamará Romeo.
“Nos casaremos el próximo otoño, en un ‘château’ de Francia”, nos dice la que fuera Miss España 2015, prometida desde hace un año con el empresario francés junto al que ha sido madre
Carla, que tiene una genética prodigiosa, se encuentra ya en el sexto mes de gestación, aunque su aspecto apenas denote su estado. Delgada y fibrosa, es puro nervio y se ilusiona como una niña hablándonos de su próxima boda mientras nos va enseñando su nuevo hogar, en una urbanización de las afueras de Madrid. La casa tiene ochocientos metros cuadrados y se encuentra en una parcela de tres mil, rodeada por una impresionante valla que, nos cuenta Carla, era la de la antigua embajada de Alemania en Madrid. Como guiño al origen francés de su prometido, las puntas de lanza que rematan la parte superior de la verja llevan pintura de oro, “como las de Versalles, porque, cuando estuvimos allí de viaje, me encantó”, relata nuestra anfitriona. Todo en la casa de Carla tiene un pasado: “A mí no me gustan las casas modernas de ahora, las encuentro impersonales. Esta es una casa con historia y en cuanto vine a verla me enamoró”.
—Cuéntanos, ¿cuál es la historia de esta casa?
—Era un palacete de finales del siglo XIX, el del conde de Romanones, y fue traído piedra a piedra desde el paseo de la Castellana. Todas las piedras de la primera planta, las cuatro columnas de la entrada, las columnas que hay en el interior, todo vino de allí. Los techos y las zonas con molduras fueron realizadas por el escayolista de la Casa Real… Los que lo trajeron fueron los padres de la señora que me lo vendió a mí, que lo heredó de ellos y vivía aquí con su marido. El palacete tenía solo una planta y ellos le añadieron la segunda.
—¿Cuándo la compraste?
—En noviembre de dos mil veinte. Empezamos la obra en abril de dos mil veintiuno y cuando la hemos terminado, nos hemos venido a vivir.
“Ser madre es lo más bonito que me ha pasado en la vida. Estoy deseando conocer a nuestro segundo hijo”
—¿Has tenido que hacer mucha reforma?
—Al principio, solo pensaba cambiar los baños, pero cuando empiezas con una cosa… Terminé levantando todos los pisos y poniendo suelo radiante, toda la instalación eléctrica nueva...
—¿Te has implicado en la decoración?
—En todo. Me encanta la decoración y esta casa la he hecho yo entera. Fui personalmente a la fábrica para decir qué ventanas tenían que poner y a una cantera, en Valencia, para escoger las piedras de los cuartos de baño, que los he diseñado yo. Es verdad que tuve ayuda de una interiorista de Pamplona, María Purroy, que hizo el proyecto de mi dormitorio de manera íntegra y me asesoró y suministró otras piezas de la casa.
—Es la casa de tus sueños.
—¡Es muy fuerte! Nunca hubiera pensado que iba a tener una casa así y la he conseguido con mi esfuerzo... A mis hermanos y a mí nunca nos ha faltado de nada, pero no hemos vivido rodeados de grandes lujos. Y ahora... Este es un gran cambio y solo hace cinco años que monté mi empresa.
La nueva casa de Carla era el palacio del conde de Romanones y fue trasladado por los anteriores propietarios, piedra a piedra, desde el paseo de la Castellana a una urbanización de las afueras de Madrid
“Mi hijo me alegra la vida”
—¿Cómo estás viviendo la maternidad?
—Ser madre es lo más bonito que me ha pasado en la vida. Tener un hijo es una experiencia que hay que vivir, igual que enamorarse, no puedes no experimentarlo. Siempre he sido una persona muy centrada en mi carrera, en esforzarme, de pequeña en mis estudios, en el deporte, fui campeona canaria de tenis... Lograr mis metas profesionales era mi sueño y tener hijos era algo secundario. Pero conocí a Joseph y lo tuve clarísimo.
—¿Te imaginabas que iba a ser así?
—No. No me lo esperaba para nada, además, durante el embarazo yo no sentía nada. Estaba embarazada, bien, tenía ganas de conocer a mi hijo, sí, pero ya está. Y ahora, con el segundo, tengo una ilusión... Estoy deseando conocer a Romeo porque ahora sé lo que es ser madre.
“En mayo tuve a mi hijo y en julio Joseph me dijo que quería tener una Carlita... y me volví a quedar embarazada. Por supuesto, hablé antes con mi ginecólogo”
—Te diste cuenta al tener a Bastian en brazos por primera vez.
—¡Claro! Cuando nació se me pusieron los pelos de punta, porque fue increíble. Y ahora, comparado con ese día, quiero a mi hijo multiplicado por infinito y sé que cada día ese amor va a más. Bastian es muy alegre y risueño desde que se levanta hasta que se acuesta. Aunque llegue cansada o haya tenido un mal día, mi hijo me alegra la vida. Es muy movido, porque no para, pero a mí me gusta mucho, porque yo soy igual.
—Y Joseph, ¿te ha sorprendido como padre?
—Una de las cosas que más me gustó de él cuando lo conocí fue ver cómo era con sus hijas —el empresario tiene dos niñas, de doce y nueve años, que viven en Marbella—. Es muy protector, un superpapá.
—Tu segundo embarazo, a los dos meses de ser madre, ha sido toda una sorpresa, un “bombazo”.
—Ha sido todo muy rápido: nos conocimos, fue un flechazo y decidimos tener un bebé. Joseph me pidió matrimonio en enero y yo ya estaba embarazada, dijimos de casarnos en septiembre del año pasado, pero entre la casa, el trabajo, el bebé..., pensamos que para celebrar la boda que queríamos necesitábamos organizarla con tiempo. Bastian nació en mayo y en julio Joseph me dijo: “Quiero una Carlita, quiero una niña contigo”. Y le contesté: “Vale”. Y me volví a quedar embarazada. Por supuesto, hablé antes con mi ginecólogo, porque mi hijo nació por cesárea, y me dijo que no había ningún problema.
“Cada mujer es un mundo”
—Dicen que hay que esperar un tiempo para volver a quedarse embarazada.
—Se supone que hay que esperar dos años, se supone… Todo depende de cada persona, igual que se supone que solo pueden hacerte tres cesáreas y mi ginecólogo tiene una paciente a la que le ha hecho seis… Cada mujer y cada cuerpo es un mundo. A las dos semanas de dar a luz, me hice una ecografía y estaba todo perfectamente cicatrizado.
—¿Cuándo tenéis pensado celebrar vuestra boda?
—Queremos casarnos en septiembre u octubre de este año y que sea en Francia, en un château. Queremos un sitio íntimo y que sean tres días de boda, porque yo quiero un “bodón” y disfrutarlo al máximo. Un solo día se pasa demasiado rápido.
—Decías que Joseph quería una niña, pero al final es niño lo que estáis esperando.
—Yo quería un niño, en realidad, y Joseph me dice: “Ya sé por qué tú querías un niño, para asegurarte un tercero”. Claro (ríe), aparte, con lo poco que se van a llevar, es mejor para Bastian tener un hermanito.