El 2022 ha sido un año de muchísimos cambios y de mucha catarsis”, confiesa Carlota Corredera a ¡HOLA! Y no exagera en absoluto, porque la presentadora ha vivido una montaña rusa de emociones a lo largo de los últimos meses. Especialmente, desde que condujo En el nombre de Rocío, la docuserie de Rocío Carrasco. Pero Carlota no asegura que no se arrepiente de su trabajo y de todo lo que se ha implicado en la causa de la violencia machista. Por otro lado, la presentadora nos habla de los recuerdos navideños junto a su padre, de su maternidad y de las ‘presuntas’ rencillas entre Ana Rosa Quintana y Jorge Javier Vázquez, con quienes ha trabajado.
—¿Cómo pasaste la Nochevieja?
—He hecho una escapada con amigos fuera de Madrid. Llevamos varios años reuniéndonos amigos.
—Este año no viajaste a tu Vigo natal y te quedaste en Madrid.
—Ha sido por pura logística. Han venido mi madre y mi hermano y estamos más cómodos en mi casa de Madrid, que es más grande que la de Vigo. Pero, para Reyes, fuimos a Vigo. No puedo pasar las Navidades sin pisar mi tierra y, evidentemente, no voy a ser la única persona del mundo que no vaya a ver las luces de Vigo. Como comprenderás, no quiero que me quiten que me quiten el reconocimiento de Viguesa distinguida.
—¿Te gustan las Navidades?
—He pasado por muchas etapas. Las viví con mucha ilusión, de niña, porque tuve una infancia superfeliz. Obviamente, también he pasado Navidades terroríficas, como cualquier persona que sufre pérdidas, ves las sillas vacías y paréeme que es obligatorio ser feliz en Navidades. Pero, gracias a mi hija, he recuperado la ilusión, porque las veo a través de sus ojos. Mi mensaje es un canto de esperanza. Porque, a las personas que este año hayan pasando unas Navidades terroríficas, les digo que las bonitas volverán. De una manera u otra, con hijos o sin ellos, la vida también es volver a ser feliz, aunque se pase mal en algún momento.
—¿Qué recuerdos tienes de estas fiestas?
—Siempre, en familia. Si echo la vista atrás, tengo los recuerdos de todas personas que ya no están: mis abuelos, mi padre, mis tíos… Haciendo teatritos en familia y gastando bromas. También de los especiales de Martes y Trece. Me acuerdo de mi padre reírse muchísimo la noche de Reyes. Luego, la sensaciones de nervios y de ilusión por ese día es incomparable a nada. Es una pasada.
—¿Qué balance haces del 2022 y qué has aprendido de este año que acaba de terminar?
—Muchas cosas. El 2022 ha sido uno de los años más raros, porque ha cambiado mi vida completamente. Al no estar en Sállame, ya no tengo las rutinas de trabajo y de exigencia profesional. Pero ha sido un año de muchísimos cambios y de mucha catarsis, pero me ha preparado para lo que viene, que estoy segura de que lo que viene es bueno. Tengo muchas ganas de hacer muchas cosas, seguir disfrutando de mi trabajo, que es comunicar y ser periodista. Lo que le pido al 2023, estar delante de la cámara pronto. Desde luego, también mantener el equilibrio de estar con mi gente, poder viajar y leer.
—¿Hay proyecto a la vista?
—Tengo un montón de cosas en la cabeza.
—¿Alguno de televisión?
—Ahora mismo, no tengo nada seguro ni cerrado. Pero tengo muchos proyectos en la cabeza y sé que en la productora también. El 2022 ha sido un año de sembrar y espero recoger en este nuevo.
—Antes nos hablabas de tu padre. ¿Cómo viviste su pérdida, cuando tenías veinte años?
—Evidentemente, mi vida y la de mi familia cambió por completo y radicalmente. Mi padre trabajaba muchísimo para sacar adelante a su familia, pero era un padre muy presente y siempre estuvo ahí. Aunque solo pude disfrutarle veinte años, me siento superafortunada de ser su hija. Y me acuerdo mucho de él. Lo que más pena me da es perderle como abuelo, porque hubiese sido un abuelo maravilloso. Una de las cosas que más pellizco me dan es cuando veo a un padre y una hija de mi edad juntos o a un abuelo y su nieto. Pero tengo que convivir con eso. Mi padre falleció en 1994… Son muchísimos años… Ya he vivido más sin mi padre que con mi padre. Aun así, lo tengo muy presente y le hablo a mi hija de él.
“He recibido y sigo recibiendo muchos ataques de gente que no les ha gustado mi papel o que no les gusta lo que defiendo”
—¿Y tú? ¿Cómo eres como madre? ¿Estricta o consentidora?
—Esto lo tendría que responder mi hija (ríe). Creo que mi mejor versión es la de madre, por encima de la de mujer, presentadora y otras facetas. Seguramente, ella te diría que soy más estricta y menos consentidora de lo que yo creo, pero intento que haya equilibrio. Todas las madres intentamos hacerlo lo mejor posible. Todas. ¿Lo hacemos bien todo el rato? Eso es imposible. Pero he tenido la suerte de poder disfrutar mucho de ella y de no haberme perdido muchas cosas.
—Y es que trabajabas en televisión todas las tardes.
—Cuando era directora de programas, me preguntaba cómo sería como madre y cómo lo haría. Ahora que soy presentadora y Alba tiene siete años, tengo que decir que he trabajado muchas horas menos de las que hubiese pasado si hubiese seguido siendo directora. Y de eso nos hemos beneficiado las dos. Cuando dejé Sálvame, fue una estupenda noticia para ella porque tendría a su madre todo el día. Pero también creo que los hijos son conscientes de cuando sus padres están bien o no y, a mí, me encanta trabajar. Si yo estoy contenta, ella también.
—¿Te ves siendo madre de nuevo?
—¡Qué va! De manera biológica, lo descarto totalmente. Pero es verdad que se ma ha pasado muchas veces por la cabeza el ser madre de acogida. Es algo que me parece muy bonito, de una generosidad enorme. Te digo que no he movido ni un papel, pero es algo que me ronda la cabeza… Y no lo descarto, pero ni lo he hablado con mi familia. Creo que he tenido y tengo tanta suerte en la vida, que tengo que devolverla y vivirla.
—Tuviste un encuentro navideño con Rocío Carrasco. ¿Cómo la encuentras en este momento?
—Jo, pues la veo muy bien. En diciembre, he coincidido con ella en bastantes eventos de amigos y la he visto ilusionada, renovada. Espero que le vaya de maravilla en 2023. Me gusta verla sonreír y de nuevo con ilusión, a pesar de las cosas que tiene que convivir cada día y de las ausencias que tiene cada día. Verla sonreír es una esperanza para mujeres que estén en su situación.
—Siempre has contado abiertamente que tienes ayuda psicóloga. ¿La has necesitado más a raíz de presentar la docuserie de Rocío?
—Empecé a ir a la psicóloga justo después de la pandemia. Lo que me arrepiento es de no haber ido mucho antes, después de todas las pérdidas familiares. Ir a mi psicóloga ha sido una bendición y estoy muy contenta.
—Pero te implicaste mucho con En el nombre de Rocío y recibiste mucho ataque. Por eso, te pregunto si necesitaste más esa ayuda.
—Sí, claro. Sin duda, ha sido imprescindible el sostén que me ha dado mi psicóloga a lo largo del todo el trabajo de Rocío y de su resaca emocional. He recibido y sigo recibiendo muchos ataques de gente que no les ha gustado mi papel o que no les gusta lo que defiendo.
—¿Te ha costado lidiar todo ello?
—Sí, claro.
—¿Lees todos los mensajes sobre ti en las redes?
—No. Tengo bloqueada y silenciada a muchísima gente que me sigue para atacarme o recordarme en cada comentario que no les gusto.
—¿Has contado las personas que has bloqueado?
No.
—¿Pueden ser miles?
—Sí… Bueno, no lo sé. Cientos, seguro.
—También lo has hecho para protegerte.
—Claro. Entiendo que haya gente que no lo bloquee, porque todo le computa y le vendrá bien para sus ingresos en las redes. Pero mi pan no es ese. Para mí, las redes son una herramienta laboral y me mantienen informada y al día de muchas cosas. Pero no tengo ningún interés en mantener a la gente tóxica. Si me aparto de ella en mi día a día, ¿por qué la voy a mantener en las redes? Hay gente que no le gusto, pero que quiere verme. Lo respeto. Pero lo que no se me ocurre es seguir a alguien para insultarle. Como es algo que no lo hago, me cuesta entenderlo que lo hagan los demás.
—¿Has llegado a denunciar?
—Nunca nunca. Comentarios, sí. Pero, a la Policía o Guardia Civil, como Pilar Rubio, no.
—Y eso que has recibido mensajes muy desagradables.
—Sí, sí. Pero, la gente que me ha podido decir barbaridades… Normalmente, esa gente desaparece. Se habla mucho de los haters, pero también hay gente que me quiere mucho y de manera incondicional. Me siento muy querida en las redes. Antes de Quién es mi padre, cuando no sabía que iba a presentar otra vez, se creó el hashtag #VuelveCarlota y había mucho comentarios cariñosos de gente que te valora profesionalmente. Ostras, eso también es muy emocionante y también hay que decirlo. No todo es malo, claro que no. Al final, el mejor consejo que me han dado con este tema es: “Ni te creas tanto los halagos ni te creas las críticas”.
—Ni lo bueno es tan bueno, ni lo malo tan malo.
—Claro. Si estás rodeado de gente que te halaga y no ve nada malo en ti, eso tampoco te ayuda nada.
—De todas formas, después de la docuserie de Rocío Carrasco, no volviste a Sálvame y fuiste la única persona del equipo que no lo hizo. ¿Cómo lo viviste?
—En este mundo, tienes que estar preparado para casi todo. Luego, viví como que era algo beneficioso para mí. Hay gente que para y se queda en la estacada, sin ingresos o en el paro, estando muy justa. En mi caso, he estado viajando, descansando, disfrutando de mi familia, de mi casa y de mis amigos… ¿Cómo me voy a quejar? Pero, ¿eso significa que esos meses no he tenido incertidumbre? No te puedo mentir, claro que la he tenido. Empecé con Sálvame y de ahí pasé a Cámbiame, Hormigas blancas… Cuando estas en esa vorágine de tele y paras en seco… Claro que pasas incertidumbre. ¿Y el mañana qué? Eso nunca lo sabemos. Por eso, lo único que puedes hacer es estar lo más serena posible y valorar las ventajas de esa situación, que yo las he valorado muchísimo.
—A toro pasado, ¿te ha merecido la pena involucrarte tanto con Rocío Carrasco?
—A mí, sí. Es que no era sólo Rocío, era la causa que había detrás, que era la de luchar contra la violencia machista. Luego, estoy tan segura de que he elegido el lado bueno de la historia… ¿Que he pagado peajes? Sí. ¿Que los volvería a pagar? También. En esta vida, llega un momento en el que tienes que dar pasos adelante. Si no los haces, no se avanza. Hay causas en los que no cabe equidistancias ni grises. O estás o no estás. En este caso, lo he tenido claro según avanzaba la historia y escuchaba a Rocío. Cuanto más tiempo pasa, más estoy del lado de ella. ¿Que ha sido durísimo? Lo ha sido, pero los avances que consiguen…
—¿Cabe la posibilidad de que regreses a Sálvame?
—Ni me lo han ofrecido ni lo he preguntado. Ahora mismo, está Adela, Terelu, María y, por supuesto, Jorge [Javier]. Además, siento que mi tiempo en Sálvame ya pasó. ¿Eso significa que no voy a volver nunca? Nunca digas nunca jamás, que la vida da muchas vueltas. Pero ya cerré esa etapa. Eso sí, admiro muchísimo al equipo, que sé lo que son tantas horas diarias de entrega. Chapeau por Sálvame, que siempre será mi familia.
—Al inicio de las Navidades, Jorge Javier Vázquez visitó el programa de Ana Rosa a presentar su libro. Se habló de un posible mal rollo entre ellos y de la rivalidad entre La Fábrica de la Tele y Unicorn, que es la productora de Ana Rosa.
—Yo te puedo decir que, más allá que las presuntas malas relaciones o enfrentamientos… Y hablo de presuntas porque yo no lo voy a afirmar. Estoy absolutamente segura del respeto y el cariño que se tienen mutuamente Jorge y Ana Rosa. Jorge empezó con ella y sé que ha estado pendiente de ella durante su enfermedad. Hay cosas que se puede permitir Jorge con Ana Rosa que sólo se las puede permitir él con ella. Y viceversa. Eso también habla de la confianza y absoluta complicidad que tienen, más allá de las diferencias que tengan. Cosas que todos hemos pensado de Jorge y que nadie se ha atrevido a decírselas a él, se las ha dicho Ana Rosa en su cara. Pero, por encima de todo, hay cariño, un fondo de amistad, de compartir muchísimas cosas y de complicidad. Yo soy presentadora y he pasado por cosas feas, pero el nivel de trascendencia y estrellatos que tienen ellos sólo lo comprenden ellos. Seguramente, Ana Rosa puede entender a Jorge Javier en cosas que vive o piensa él. Como María Teresa Campos con Ana Rosa. Por mucho que hayamos vivido, no estamos en en ese nivel.
—Tú también trabajaste con Ana Rosa.
—Sí, tres años. De hecho, trabajé con los dos cuando Jorge era colaborador y Ana Rosa presentadora. Con Jorge llevo trabajando desde el 2003.
—¿Cómo la ves a ella ahora?
—Ver a Ana Rosa todos los días madrugando, siendo una persona que no lo necesita económicamente… Me parece que tiene un gran amor a su profesión. También pienso en todas las mujeres que estén pasando por un cáncer de mama… Poner la tele y verla tiene que ser un chute importantísimo de esperanza. Luego, como presentadora, Ana Rosa no tiene nada que demostrar. Ella se podría dedicar a vivir y disfrutar de la vida. Y eso también habla de su manera de vivir y de su compromiso con su equipo, productora y espectadores. Pero el mayor compromiso de Ana es con las espectadoras. Te lo digo porque yo lo viví con Terelu. Cuando Terelu estaba presentando después de su cáncer, había mujeres que me pareaban por la calle y me decían lo importante que era para ellas verla en la tele. Eso es brutal y no siempre se cuenta: hay gente que no lo está pasando bien y tiene miedo. Por eso, ver testimonios de personas que no lo están pasando bien, que hablan de todo con naturalidad y que luego vuelven a la normalidad… Es bonito porque da esperanza.