Las últimas semanas están siendo muy intensas en casa de Isabel Preysler. Si hace unos días era noticia por la inesperada ruptura de su relación con Mario Vargas Llosa, en el último número de ¡HOLA! aparece radiante en el bautizo de su nieto Mateo , el pequeño de los dos hijos de Ana Boyer y Fernando Verdasco, que tuvo lugar el lunes 26 de diciembre, cuando todavía nadie sabía que Tamara e Íñigo se habían reconciliando.
El día que se celebró el bautizo, todavía no era pública la noticia de la ruptura de Isabel y Mario, pero en la familia se hacía evidente que las cosas, entre ellos, no iban bien. La ausencia de Mario era muy notable. Tampoco había asistido a la boda de Cristina Reyes, la estilista y buena amiga de las ‘chicas Preysler’, un par de semanas antes, ni había compartido con ellos mesa en Nochebuena. Claramente, la separación era un hecho. Sin embargo, Isabel puso su mejor cara y su elegancia de siempre, para conseguir que reinara la alegría y la armonía en el gran día del pequeño Mateo.
El fin de la historia de amor de Isabel y el escritor peruano ha sido un tsunami mediático . Todos hablan e intentan buscar motivos más allá de los desvelados por la propia Isabel en las páginas de ¡HOLA! y de especular sobre el estado de ánimo de los protagonistas de la notica. Sin embargo, sabemos realmente y de primera mano cómo se encuentra Isabel, gracias a su hija Ana.
“Yo la veo bien, la veo tranquila. Creo que al final, ellos tienen que intentar ser lo más felices posibles y si separarse es lo mejor para ellos ahora, pues es lo que tenían que hacer”, comenta la menor de los hijos de Preysler en las páginas de nuestra revista. Ana confiesa que para ella, al igual que para todos los demás, la ruptura ha sido una sorpresa: “No. No me lo esperaba, pero también, yo estoy casi todo el tiempo fuera, entonces para mi no es fácil, no estoy en el día a día con ellos. No sé exactamente como estaba todo”.
En esta nueva etapa de su vida, lo que más desea Isabel es disfrutar de su familia, estar tranquila y ser feliz. Y sus nietos son el motivo principal de su alegría. Nos cuenta Ana que su madre es una abuela entregada, divertida y juguetona. Que sus hijos la llaman ‘Lala’ y no quieren separarse de ella. Sobre todo Miguel, que a sus tres años está absolutamente loco de amor por su abuela, y no la deja ni a sol ni a sombra.
“Mi madre está como loca con Miguel y Mateo. Le encanta pasar tiempo con ellos. Miguel no se quiere separar de ella, porque como le consiente tanto…”. La mujer de Fernando Verdasco subraya además el gran cambio que se ha producido en su madre tras convertirse en abuela: “Como madre era mucho más estricta. Ahora está relajadísima, con todo. Le digo: Pero, ¿qué te ha pasado? Se nota que los niños le sacan siempre una sonrisa, con sus ocurrencias”.