A sus treinta años, Selena Gomez tiene una carrera imparable no en vano empezó con solo diez años cuando interpretó a un personaje en la serie infantil Barney y sus amigos. Sin embargo, en su segunda temporada los productores creyeron que era demasiado mayor y no grabó más capítulos. Los años siguientes fueron inciertos para ella y llenos de reveses profesionales. Durante varios años, interpretó personajes pequeños en largometrajes y series como Spy Kids o Walker, Texas Ranger, y Disney le hizo protagonizar varios pilotos de ficciones que fracasaron sin ni siquiera emitirse. Hasta que en 2007 protagonizó Los magos de Waverly Place, y fue ahí cuando su carrera cogió altura yobtuvo hasta tres premios Emmy.
Lo que hoy sabemos de los inicios de Selena es que era una chica Disney y es fácil recordar como otras jóvenes en su situación se vieron colapsadas de éxito y cierto encasillamiento, como en el caso de Miley Cyrus (Hanna Montana) que, tras una larga travesía en el desierto, por fin ha encontrado su sitio como artista musical con un estilo propio. Selena corrió un periplo similar. Los fotógrafos, los fans y el abrasante agotamiento del estrellato se convirtieron en las variables que movían su vida durante varios años.
La Selena que conocemos en el documental de AppleTV+ titulado Selena Gomez: mi mente y yo es un retrato sobre el duro reto al que se enfrentó desde niña: ser el centro de todas las miradas, exigiéndose a sí misma un alto nivel de excelencia sobre el escenario y la imposibilidad de ser una persona anónima. Este documental acompaña a la artista a lo largo de seis años, desde 2015, una época muy difícil para la joven actriz, aún con los coletazos de su relación con Justin Bieber en los medios, y el diagnóstico reciente de padecer lupus y trastorno bipolar.
El tema principal del documental es la salud mental de Selena. Una cámara le acompaña en todo momento y es testigo de su vulnerabilidad, del cansancio y de su dificultad para encontrar un momento de calma y poder ser ella misma. Entonces descubrimos cómo escribió la canción My mind and me, que tiene el mismo nombre que el documental y en la que utilizó sus propias experiencias personales con sus problemas de salud mental para explicar sus sentimientos y la dura lucha contra la ansiedad, la depresión y el trastorno bipolar.
Kenia es el destino soñado de Selena durante el documental. Vemos durante todo el film que la válvula de escape de la joven actriz es viajar a este país africano y ayudar al proyecto We, que da becas a niñas de este país para que estudien en la Universidad. Este es uno de los proyectos en los que más se implica, pero no solo para ayudar sino que, como vemos en el documental, ella crece con este intercambio de humanidad y deja atrás el frenetismo de su carrera como cantante y actriz y puede sumergirse así en hacer el bien por los demás, una acción que realiza sobre el terreno dedicando el tiempo que haga falta.
Descubrimos en el documental a una Selena que viaja a reencontrarse con sus vecinos del barrio de Grand Prairie, Texas, donde se crió. Allí visita el instituto donde estudió, dando una sorpresa mayúscula a todos los alumnos, además de pasear por su antigua casa de infancia, ya propiedad de otros inquilinos, y en donde se mantienen los dibujos que ella hizo de pequeña detrás de una puerta. Selena visita sus orígenes, como la casa de una vecina que le permitía jugar de niña con una casita de muñecas, y refleja una fortaleza y una ilusión que sólo veremos cuando viaja a Kenia, estos son sus oásis en un documental que ahonda en lo duro que es ser una estrella mundial y como la auto-exigencia y el trabajo extenuante pueden dinamitar la salud mental de una joven que, como es su caso, ha nacido y crecido bajo los focos del cine y los escenarios.