Los acontecimientos se suceden en casa de Isabel Preysler. Si la semana pasada era noticia por la inesperada ruptura de su relación con Mario Vargas Llosa, esta semana aparece radiante en el bautizo de su nieto Mateo, el pequeño de los dos hijos de Ana Boyer y Fernando Verdasco, que tuvo lugar el lunes 26 de diciembre, cuando todavía nadie sabía que Tamara e Íñigo se estaban reconciliando. La ceremonia religiosa tuvo lugar, a primera hora de la mañana, en una iglesia cercana a la residencia de Isabel Preysler, en Puerta de Hierro. Fue sencilla y sentida y Mateo se portó muy bien.
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En lugar de un padrino y una madrina, como suele ser la costumbre, el niño tiene dos madrinas: su tía Tamara, hermana de su madre, y su tía Ana, hermana de su padre. También su hermano mayor, Miguel tiene dos madrinas: sus tías Tamara y Sara. A Ana le hubiera gustado nombrar madrina de Mateo a su hermana mayor, Chábeli, pero no ha podido desplazarse a Madrid y, de todas formas, Tamara es una madrina fantástica que adora a sus dos sobrinos. Después del Bautismo, la familia regresó a casa de Isabel, donde esa misma tarde volvieron a reunirse para celebrar una divertida merienda, ruidosa y alegre, con ambas familias.
El día 26 de diciembre todavía no era pública la noticia de la ruptura de Isabel y Mario, pero en la familia se hacía evidente que las cosas entre ellos no iban bien. La ausencia de Mario era muy notable
Por parte de Ana estaban su madre, su hermana Tamara y su primo Álvaro Castillejo con su mujer, Cristina Fernández Torres. Recordemos que el sobrino de Isabel se casó el 9 de julio y que Isabel fue la madrina de la boda. Por parte de Fernando, estuvieron sus padres, José Verdasco y Olga Carmona, y sus dos hermanas, Sara y Ana. Sara acudió con su familia: su marido, Juan Carmona, y sus hijas gemelas, Carmen y Valentina, que nacieron en julio de 2020.Como Papá Noel acababa de dejar un montón de regalos en casa de Isabel, los niños lo pasaron fenomenal montando en las pequeñas motos de juguete de Miguel y Mateo, comiendo ‘chuches’ y disfrutando de una buena merienda.
“Mateo es un poco pillo. Es más trasto que Miguel, tiene más carácter y se nota que es más movido. Está empezando a hablar ahora y a jugar más con su hermano”, nos dice Ana
La casa estaba preciosa con las decoraciones de Navidad y con un espectacular rincón especial para Mateo. Había flores, una gran tarta, galletas y dulces con el nombre del pequeño escrito con azúcar. Mientras los niños disfrutaban de los juegos, los mayores conversaban. Todavía no era pública la noticia de la ruptura de Isabel y Mario, pero en la familia se hacía evidente que las cosas entre ellos no iban bien. La ausencia de Mario era muy notable. Tampoco había asistido a la boda de Cristina Reyes, la estilista y buena amiga de las ‘chicas Preysler’, un par de semanas antes, ni había compartido con ellos mesa en Nochebuena. Claramente, la separación era un hecho. Sin embargo, Isabel puso su mejor cara y su elegancia de siempre para conseguir que reinara la alegría y la armonía.
En esta nueva etapa de su vida, lo que más desea Isabel es disfrutar de su familia, estar tranquila y ser feliz. Y sus nietos son el motivo principal de su alegría. Nos cuenta Ana que su madre es una abuela entregada, divertida y juguetona. Que sus hijos la llaman ‘Lala’ y no quieren separarse de ella. Sobre todo Miguel, que, a sus tres años, está absolutamente loco de amor por su abuela y no la deja ni a sol ni a sombra.
Mateo, el pequeño protagonista de este día, cumplió dos años el pasado 21 de diciembre. Ana y Fernando habrían querido celebrar su bautizo hace un año, pero fue imposible porque la familia estaba repartida por el mundo: ellos estaban en Miami y la familia Verdasco, en España. Por fin, ahora, han coincidido todos en Madrid y ha llegado el momento de reencontrarse y celebrar. Tamara, por su parte, estuvo animada, como es ella, jugando con sus ahijados, que la quieren muchísimo.
Ella es la ‘pimienta’ de la casa, según nos comenta Ana. Con Tamara no existe el aburrimiento, ella siempre está dispuesta a encontrar el lado bueno de las cosas y a reírse con ganas. La fiesta no terminó tarde. Al día siguiente había que hacer maletas, porque la vida sigue, trepidante, para esta familia de viajeros. Ana y Fernando, que tienen su hogar en Doha, regresaban a casa con sus dos pequeños y un montón de juguetes bajo el brazo. Con las voces de Miguel y Mateo de fondo, hablamos con Ana Boyer, una mamá entregada al cuidado de sus niños, feliz y enamorada, tras haber celebrado ya cinco años de matrimonio con Fernando.
“A mi madre la veo bien, la veo tranquila. Creo que, al final, ellos tienen que intentar ser lo más felices posibles y si separarse es lo mejor para ellos ahora, pues es lo que tenían que hacer”
—Dados todos los acontecimientos que han rodeado a tu familia durante estos días, imagino que celebrar el bautizo habrá sido algo más complicado de lo que pensaste. ¿Habías planeado este día con mucha antelación?
—Sí, porque Mateo ha cumplido ya dos años. Nos hubiera gustado bautizarlo el año pasado, pero, como pasamos las Navidades en Miami, no estaba la familia de Fernando. Entonces lo fuimos retrasando y la verdad es que hemos estado fuera la mayor parte del año y no nos hemos podido reunir todos hasta ahora. Los días de Navidad son los más oportunos. A partir de ahora empezamos otra vez a viajar y, viviendo en Doha, pues no es fácil.
—Mateo nació el veintiuno de diciembre de dos mil veinte y lo conocimos, en esta misma casa, hace dos años. ¿Cómo se porta?
—Es un poco pillo. Es más trasto que Miguel, tiene más carácter y se nota que es más movido. Cada vez interactúa más, cada vez está reclamando más su atención y su hueco. Está empezando a hablar ahora y a jugar más con su hermano. Es un niño muy alegre, pero, como te digo, tiene carácter y es travieso.
‘Son muy todoterreno los dos’
—Vosotros viajáis muchísimo por todo el mundo y habéis decidido llevar a vuestros hijos siempre con vosotros, pero me imagino que debe ser complicado, con dos niños tan pequeños. ¿Cómo os organizáis?
—Al principio, hace dos años, era un poco caótico, la verdad, pero ahora son muy todoterreno los dos niños, se adaptan muy bien a todo. Da igual si hay cambios horarios o si alguna vez tienen que tomar un vuelo a las dos de la mañana. No les cuesta nada. Lo llevan muy bien.
—Saben que su papá es campeón de tenis, ¿verdad?
—Saben que juega al tenis porque lo ven todo el tiempo. Mateo siempre quiere tener su minirraqueta en la mano, para ser como su padre.
—Cuántas cosas han pasado en vuestra casa últimamente, Ana. Primero la ruptura del compromiso de Tamara y ahora la separación de tu madre y Mario. ¿Cómo está ella?
—Yo la veo bien, la veo tranquila. Creo que, al final, ellos tienen que intentar ser lo más felices posibles y si separarse es lo mejor para ellos ahora, pues es lo que tenían que hacer.
“Tamara está bien. Ella tampoco se ha escondido en ningún momento. Lo ha visto todo el mundo, que sigue igual de fuerte que en el primer momento en el que empezaron a pasar todas estas cosas, y la veo tranquila y en paz”
—¿Te esperabas algo así o ha sido una sorpresa para ti, igual que para todos los demás?
—No, no me lo esperaba, pero también, como te digo, yo estoy casi todo el tiempo fuera, entonces, para mí no es fácil, no estoy en el día a día con ellos. No sé exactamente cómo estaba todo.
—Ella dice que quiere dedicarse a sus hijos y a sus nietos.
—Mi madre está como loca con Miguel y Mateo. Le encanta pasar tiempo con ellos. Miguel no se quiere separar de ella, porque como le consiente tanto…
—Ha debido de cambiar mucho al convertirse en abuela, porque tu madre siempre os educó con mucho orden, ¿no?
—Como madre era mucho más estricta. Ahora está relajadísima, con todo. Le digo: ‘¿Pero qué te ha pasado?’. Se nota que los niños le sacan siempre una sonrisa con sus ocurrencias.
“Cuando estuvimos en Maldivas, mi madre estaba muy bien. Disfrutamos un montón de esa semana en familia y ella se divirtió un montón con sus nietos, porque está como loca con ellos”
—¿Cómo la llaman los nietos?
—La llaman ‘Lala’.
—En lugar de un padrino y una madrina, Mateo tiene dos madrinas, y Tamara repite. ¿Tan buena madrina es?
—Tamara es buenísima madrina y, al final, también es la que más tiempo ha pasado con Mateo, y mi otra hermana, Chábeli, no pudo viajar a España estas Navidades y no podía estar para el bautizo. Pero así tampoco se pelean los niños por su madrina. Porque están en esa fase en la que lo que uno quiere lo quiere también el otro.
—¿Cómo ves a Tamara con todo lo que ha sucedido en su vida en los últimos meses?
—Tamara está bien. Ella tampoco se ha escondido en ningún momento. Lo ha visto todo el mundo, que sigue igual de fuerte que en el primer momento en el que empezaron a pasar todas estas cosas, y la veo tranquila y en paz.
‘Conocimos a Vivi en la boda de mi primo Álvaro’
—Habéis estado todos juntos en casa de tu madre durante estos días de Navidad, pero ¿dónde pasasteis Fin de Año?
—Nosotros lo pasamos en Catar, en Doha. Mi madre lo ha pasado con Tamara.
—Julio José os presentó, hace unos meses, a su nueva novia, la modelo brasileña Vivi di Domenico. ¿Qué tal ha encajado en vuestra familia?
—La conocimos en la boda de mi primo, en julio, y luego han estado en otras ocasiones en casa de mi madre, en Madrid. Se los ve que están felices. Ella es muy simpática, nos ha caído fenomenal, se los ve muy compenetrados y muy a gusto.
“En Doha, vivimos en un apartamento en el que llevamos ya muchos años, desde que nos mudamos, y una de las habitaciones la convertimos en el cuarto de los niños, que duermen juntos”
—¿Viven juntos en Miami?
—No. Por ahora, ella está viviendo en México, pero su idea es juntarse en algún momento este año. De momento, él está en Miami y ella en México. No pudieron estar en el bautizo porque Julio estaba pasando las Navidades con su padre.
—Tu hermano Enrique y Anna Kournikova son padres de familia numerosa. ¿Han conocido ya tus hijos a sus primos?
—Sí, ya se han conocido. Es verdad que se ven poco porque, al final, también ellos tienen una vida que no paran. Los cinco niños se llevan muy poco tiempo. Los mayores le sacan un año y pico a Miguel y la pequeña de Enrique está entre Miguel y Mateo. Todos tienen entre cinco y dos años.
—¿Hablan español?
—Hablan español, inglés y ruso.
—Siempre nos dices que Fernando es muy buen papá.
—Como he dicho otras veces, es un padrazo. Se derrite con sus hijos. Le encanta hacer planes él solo con los dos porque se desenvuelve fenomenal con ellos y se lo pasan genial juntos.
“Como madre era mucho más estricta. Ahora está relajadísima con todo. Le digo: “¿Pero qué te ha pasado?”. Se nota que los niños le sacan siempre una sonrisa con sus ocurrencias”
—De momento, eres la única chica de la familia. ¿Os gustaría ampliarla y, tal vez, tener una niña?
—Estoy contenta siendo la única chica. Pero sí puede que en un futuro nos apetezca tener otro hijo, aunque, claro, nadie te asegura que vaya a ser una niña.
—Desde hace años vivís en Catar. ¿Cómo ha cambiado vuestra vida desde que sois padres? ¿Cómo es vuestra casa y vuestra vida allí?
—Sobre nuestra casa de Doha, vivimos en un apartamento en el que llevamos ya muchos años, desde que nos mudamos aquí, y una de las habitaciones la convertimos en el cuarto de los niños, que duermen juntos. No tenemos un cuarto de juegos en sí, pero, como los niños no paran, en casa hay juguetes por todas partes. En el salón y por todos lados. Nuestra vida aquí es muy sencilla, el día a día es muy tranquilo y parecido a lo que haríamos en España. No hemos cambiado nuestra rutina y estamos muy a gusto.
—¿Habéis pensado ya en escolarizar a los niños?
—Ya tienen edad para empezar a ir al colegio en cualquier momento. Lo que pasa es que no tenemos muy claro dónde estaremos en unos años. Fernando no sabe cuánto seguirá jugando al tenis y, dependiendo de lo que él quiera hacer después, decidiremos dónde nos instalamos definitivamente. Mientras estemos juntos, estamos contentos de vivir donde sea.
“Ya tienen edad para empezar a ir al colegio en cualquier momento, pero no tenemos muy claro dónde estaremos en unos años. Fernando no sabe cuánto seguirá jugando al tenis”
—Pero, a medio o largo plazo, sí os gustaría regresar a España, ¿verdad?
—Si pienso en dónde me veo dentro de diez años, la verdad es que sí me gustaría volver a España en algún momento. Ahí tenemos a nuestra familia y nuestros amigos. Pero ahora, en esta etapa de nuestra vida, disfrutamos mucho de estar fuera y está siendo muy enriquecedor.
—¿Tu relación con tu madre es muy cercana, a pesar de la distancia física?
—Mi madre y yo hablamos por teléfono a diario y estamos muy unidas, igual que mis otros hermanos, que también hablan con ella continuamente. Es algo que mi madre ha cuidado siempre un montón, aunque cada uno de sus hijos estemos al otro lado del mundo.
—Ahora estáis Doha y, después, habrá que empezar a viajar de nuevo. ¿Cuándo volveréis a ver a tu madre?
—No estoy segura de cuándo volveré a verla. Siempre que puedo, siempre que viajamos hacia Europa y paso cerca de España, procuro pasar a verla. Y si no, intentaremos vernos en Miami o hacer un viaje con los demás hermanos. Pero, de momento, no tenemos planeado nada en firme.
“Estoy contenta siendo la única chica. Pero sí puede que en un futuro nos apetezca tener otro hijo, aunque, claro, nadie te asegura que vaya a ser una niña”
—Hace unas semanas, estuvisteis con tu madre y Tamara en Maldivas. Entiendo que las dos pasaban por un mal momento sentimental. ¿Cómo lo pasasteis?
—Cuando estuvimos en Maldivas, mi madre estaba muy bien. Disfrutamos un montón de esa semana en familia y ella se divirtió muchísimo con sus nietos, porque está como loca con ellos.
—Fernando y tú habéis celebrado ya cinco años de matrimonio y se os ve muy enamorados. ¿Cómo conseguís que la ilusión permanezca? ¿Cuál es el secreto?
—Llevamos cinco años de casados, pero nueve juntos. El balance es buenísimo, seguimos muy contentos. No creo que haya un truco, simplemente, nos esforzamos el uno en cuidar del otro todo lo que podemos. A veces buscamos tiempo para nosotros solos, en pareja. Nos encanta ir al cine y siempre buscamos un momento para escaparnos, aunque es verdad que nos encanta pasar tiempo con nuestros hijos. Tenemos mucho equilibrio, nos compenetramos bien, lo pasamos muy bien, nos reímos mucho y hemos tenido la suerte de formar una familia con nuestros dos hijos. Es una etapa preciosa.