La Fundación Padre Arrupe es un asunto de familia. La fundó el jesuita Juan Ricardo Salazar-Simpson en el año 1992, después de vivir en carne propia las desastrosas consecuencias de la guerra civil en El Salvador, con el objetivo de proporcionar una educación académica y humana a niños y jóvenes en riesgo de exclusión social.
El proyecto que él comenzó hace más de treinta años se ocupa en la actualidad de unos mil ochocientos niños que asisten al colegio español, muchos de ellos, procedentes del peligroso barrio de Soyapango, donde operan los maras.
“Isabella estuvo en El Salvador cuando tenía ocho años. Para ella fue una experiencia muy impactante”
El tío Juanri, como le llaman sus sobrinas, Patricia y Aurora Rato, construyó el colegio con sus propias manos y supo transmitir a su familia la responsabilidad de su misión. Por eso, desde siempre, los hermanos Salazar-Simpson, sus hijos y ahora sus nietos han luchado por mantener y hacer crecer lo que comenzó su valiente tío sacerdote.
En un rincón de Árticus está ‘La casa de los sueños de ¡Hola!’, un espacio muy navideño, con su mesa adornada, su chimenea encendida y su árbol de Navidad, donde esperamos lograr cumplir muchos de los deseos de buena voluntad de quienes nos visiten. Patricia Rato, acompañada por su hija Isabella, su hermana, Aurora (directora general de la fundación), y su sobrina Tatiana pasaron la tarde con nosotros y recibieron la bola de Navidad solidaria de Germinal, una donación que irá destinada a los niños de la Fundación Padre Arrupe.
Isabella, joven abogada, viajó por primera vez a El Salvador siendo muy pequeña, con ocho años, junto a su hermana Alejandra; su padre, Juan Antonio Espartaco, y su abuela y presidenta de la Fundacion Felicidad Salazar-Simpson. Para ella fue una experiencia muy impactante; ella, que odiaba la fruta, estuvo un año entero haciendo el sacrificio de comer naranjas y plátanos porque se acordaba de una pequeña vendedora ambulante de fruta de su edad que conoció allí.
“Mis primeras Navidades de casada las pasaremos en familia, primero en el campo y luego en Sevilla. Es un tiempo precioso”
—¿Cómo está tu hija Alejandra, que pronto te hará abuela?
—Alejandra está en Sevilla, muy feliz. Disfrutando mucho de este tiempo y viviéndolo con intensidad. Voy a ser abuela de una niña que nos hace muy felices a todos.
—¿Cómo está la situación en El Salvador? ¿Y cómo podemos ayudarlos?.
—En los últimos veinte años, ha empeorado muchísimo. La situación de la población civil es muy difícil. Desde España, la manera de ayudar más importante y sostenible son los socios recurrentes. En nuestra web, www.fundacionpadrearrupe.com, informamos sobre la manera tan sencilla de hacerlo. Es importante recalcar que las donaciones tienen una excepción fiscal enorme: de cada diez euros que dona un socio recurrente, fiscalmente se le van a descontar casi siete, con lo que el coste real para el donante al final del año es de solo algo más de tres. Y con solo esa cantidad, si se hace constante, se puede lograr mucho. Mucho pequeño pero constante es lo que construye algo grande.
—Son niños que proceden de lugares muy peligrosos y también los estáis sacando de esa situación de violencia y deshumanización.
—Estos días, el gobierno ha tenido que enviar un dispositivo militar de dos mil efectivos que ha ocupado la zona de donde son el ochenta por ciento de nuestros niños, debido al asesinato en masa de gente en el barrio más cercano al colegio.
—¿Cómo pasarás estas primeras Navidades de casada?
—Serán en familia, primero en el campo y luego en Sevilla. Es un tiempo precioso.